Súplica número VII:
Plegaria para los momentos difíciles y las penas
1. ¡Oh, Tú a través de Quien se deshacen los nudos de desgracias y dificultades! ¡Oh, Tú a través de Quien se quiebra la rigidez de los problemas! ¡Oh, Tú a Quien se pide salir de la angostura hacia el alivio!
2. Es Tu poder el que allana las dificultades; Tu favor el que proporciona los recursos; Tu autoridad la que pone en práctica las decisiones. Todo marcha conforme a Tu voluntad.
3. Y todo se pliega a Tus órdenes y se ejecuta según Tu deseo, sin que les digas nada, sin necesidad de expresar Tu mandato de palabra, y todos se ajustan a Tu intención, sin que expreses la prohibición.
4. Se te invoca para resolver los problemas que el ser humano no puede solucionar por sí mismo. Eres Tú el refugio en las desgracias. De las dificultades, no se rechaza sino aquello que Tú rechazas ni se aparta sino lo que Tú apartas.
5. ¡Oh, Señor! Ha surgido algo cuyo peso me abruma; sobre ha caído mí un problema cuya carga me ha agotado.
6. Tú con Tu poder me has impuesto esto. Tú con Tu dominio lo has dirigido hacia mí.
7. No existe quien pueda hacer retornar aquello que Tú has hecho ingresar; no existe quien pueda cambiar o modificar aquello que Tú has impuesto; no existe quien pueda abrir aquello que Tú has cerrado; no existe quien pueda cerrar aquello que Tú has abierto; no existe quien pueda facilitar aquello que Tú has hecho difícil, ni existe quien ayude a quien Tú has humillado.
8. Entonces, bendice a Muhammad y a su familia, y abre para mí, ¡oh, Señor!, la puerta del alivio con Tu misericordia, quebrando el reino de la tristeza con Tu fuerza. Dame una buena visión de aquello de lo que me he quejado, y haz que deguste la dulzura del beneficio de lo que Te he pedido. Otórgame de Tu parte misericordia y tranquilidad con facilidad, y establece por Tu gracia el rescate y la liberación con rapidez.
9. No hagas que me distraiga interesándome por algo que me prive de cumplir las obligaciones y llevar a cabo actos meritorios para Contigo.
10. ¡Oh, Señor! Estoy agotado por lo que me ha sucedido y lleno de pena y tristeza por cargar con lo que me ha ocurrido. Tú tienes tantísimo poder como para apartar mis dificultades y repeler lo que me ha acaecido. Te pido, entonces, que lo hagas todo, aunque ante Ti yo no sea merecedor de ello. ¡Oh, Dueño del inmenso Trono!
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