Según la Agencia Noticiosa Ahlul Bait (ABNA) – La calumnia fue comparada por el Profeta Muhammad, paz y bendiciones, a comer carne humana. Envenena las relaciones y destruye la armonía en una comunidad, en la medida en que tiene por objeto predisponer a unos contra otros. Ibn Masud narró:
"Estábamos sentados con el Profeta (Bpd). Entonces un hombre se levantó y se fue. Acto seguido otro empezó a hablar mal de él. El Profeta le dijo, Límpiate tus dientes. El hombre replicó, ¿Por qué? No he comido carne. El Profeta le contestó, Has comido la carne de tu hermano."
Pero no solo la calumnia es rechazada en el islam, sino también el hablar mal de una persona, publicitando sus defectos y sus pecados, aunque estos sean reales.
Tanto la difamación como la murmuración o la calumnia están hoy a la orden del día, de hecho vivimos en una sociedad donde la difamación es casi “lo normal”. No hay mejor muestra de ello que el modo en que la política se ha visto degradada en la democracia de partidos, condenados a luchar entre ellos con todas las armas a su alcance. Si la vida es una lucha de todos contra todos, y la sociedad solo premia a aquellos que medran por encima de los otros, parece que la difamación se convierte en un motor hacia la cumbre.
La islamofobia imperante en nuestra sociedad. Los musulmanes recibimos todo tipo de insultos por el simple hecho de ser musulmanes, y eso no solo en la calle sino especialmente a través de los medios de difamación… perdón, quise decir de comunicación. No pasa un solo día sin que los periódicos mayoritarios difamen al Islam y predispongan al resto de la sociedad en contra de la presencia de los musulmanes. Soy testigo de lo que esto significa, de cómo en nuestra sociedad a una persona se le cierran las puertas cuando se sabe que es musulmán.
Dios ha prohibido, pues, el realizar conjeturas acerca del comportamiento de otras personas, porque esto es en sí mismo una falta y ha establecido también la prohibición de espiar e inmiscuirse en la vida de los demás.
Este criterio de la necesidad de pensar bien sobre la gente viene establecido en el Sagrado Corán:
"¡Oh vosotros que habéis llegado a creer! Evitad la mayoría de las conjeturas (sobre otra gente) –pues, ciertamente, una parte de (esas) conjeturas son (en sí mismas) un pecado-; y no os espiéis unos a otros, ni murmuréis unos sobre otros. ¿Le gustaría a alguno de vosotros comer la carne de su hermano muerto? ¡Os resultaría repugnante!" (49:12-14).
La regla general que el musulmán ha de seguir es la de ocultar las faltas de los demás y tener una buena opinión sobre ellos. Cabe recordar aquí la historia de Aisha, la esposa del Profeta, contra la que los hipócritas levantaron una calumnia. El propio Dios declaró a Aisha libre e inocente de estas falsas alegaciones, mientras en la comunidad Imam Alí (P) fue uno de los musulmanes de aquella comunidad que abogó por su inocencia; en una aleya coránica revelada, que clarifica además la postura que cada musulmán debe adoptar en este tema:
"En verdad, son muchos los que entre vosotros acusan a otros de deshonestidad sexual (pero), ¡Oh vosotros que sois víctimas de esto!, no lo consideréis algo malo para vosotros. ¡Al contrario, es bueno para vosotros!" En cuanto a los calumniadores, cada uno de ellos cargará con su parte en este delito; ¡Y un terrible castigo aguarda a quien se encargue de agravarlo! ¿Por qué los creyentes y las creyentes al oír algo así, no piensan lo mejor unos de otros, y dicen: "Esto es claramente mentira"?" (24:11-12).
Existen numerosos hadices al respecto. El Profeta (paz y bendiciones) dijo:
"Aquel que propaga chismes no entrará en el Jardín (paraíso)".
"Aquellos que son más perversos entre los esclavos de Dios son los que van propagando chismes sembrando la discordia entre aquellos que se aman entre sí y deseando la difamación de los inocentes".
Por Zainab Alegri
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