Según la Agencia Noticiosa Ahlul Bait (ABNA) –El déspota califa 'Abbásida, Al-Mansur Al-Dauaniqi, que era uno de los despreciables califas de los Bani ‘Abbas y hombre terco y dictador, ordenó a sus subalternos que vigilaran muy de cerca a Al-Imam As-Sadiq (P); envió que lo espiaran y repetidas veces lo invitó para molestarlo e incluso para matarlo, pero ya que esto iba en contra de lo destinado por Dios, sus sucios planes fracasaban.
El Imam Al-Kadzim (P), el séptimo de los Inmaculados Imames dijo: "En una ocasión Al-Mansur invitó a mi padre a su palacio para matarlo; él había preparado una espada y otras armas, y ordenado a Rabi‘ –que era uno de sus servidores– que cuando Ya‘far Ibn Muhammad (P) entrase y Al-Mansur se encontrase hablando con él y éste aplaudiese (como señal), le cortase la cabeza.
El Imam entró. Cuando Al-Mansur vio al Imam, sin querer, se levantó, lo saludó y le dijo que lo había llamado para que pagase sus deudas… Entonces con una sonrisa en su rostro preguntó sobre la salud de su familia y allegados, y volteándose hacia Rabi‘ le ordenó: "Dentro de tres días lleva a Ya‘far Ibn Muhammad (P) de regreso con su familia…".
Pero finalmente Al-Mansur no pudo soportar más la presencia del Imam en su sociedad, la fama y liderazgo que había alcanzado éste Inmaculado en tierras lejanas, por ello el mes de Shawwal del año 148 d.H. (765 d.C) envenenó a éste grandioso hombre. El Imam el día 25 de Shawwal, a la edad de 65 años murió; y su purificado cuerpo fue enterrado junto al de su querido padre en el cementerio de Baqi‘ en Medina.
Sería bueno recordar unas cuantas líneas de los poemas escritos por el famoso poeta de la Shi‘ah, Abu Harirah ‘Ayali, y que lloremos por el Imam As-Sadiq (P) tal y como lo hicieron sus compañeros cuando se dirigían al cementerio, llevando sobre sus hombros el cuerpo de éste Impecable:
¿Acaso sabéis que grandioso hombre vais a enterrar?
¡Qué lástima! Una alta montaña de gran jerarquía se derrumbó y se va bajo la tierra.
En la madrugada echarán tierra sobre su tumba; es más merecedor que ahora en su ausencia echemos tierra sobre nuestras cabezas.
Así es, con el martirio del Imam As-Sadiq (P) la historia del hombre y del Islam, perdió una valiosa joya que si no hubiesen existido los seis Imames descendientes de él, sin duda aseguraríamos, que el mundo hasta el día del Juicio Final, no contaría con alguien parecido a él.
Sean para él las bendiciones de Dios, de los ángeles, de los castos y de los creyentes.
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