Según la Agencia Noticiosa Ahlul Bait (ABNA) - Cada noche, entre 50 y 60 musulmanes, muchos de ellos sin hogar, fluyen hacia los pasajes de piedra centenarios de la Iglesia de Santa Anna, donde los voluntarios ofrecen una abundante comida casera.
"Todos somos iguales ... Si eres católico o de otra religión y yo soy musulmán, está bien", dijo Hafid Oubrahim, un marroquí de ascendencia bereber de 27 años que asiste a las cenas.
“Todos somos como hermanos y también debemos ayudarnos unos a otros”.
Durante el mes de Ramadán, los musulmanes practicantes no comen entre el amanecer y la puesta del sol, rompen su ayuno solo después del atardecer con una comida conocida como Iftar.
Faouzia Chati, presidenta de la Asociación Catalana de Mujeres Marroquíes, solía organizar tertulias de Iftar en la ciudad, pero la limitación de la comida interior la obligaba a buscar un espacio alternativo con buena ventilación y espacio para el distanciamiento.
Encontró un oído receptivo en el padre Peio Sánchez, rector de Santa Anna, quien ve el encuentro de diferentes religiones como emblemático de la convivencia cívica.
“La gente está muy feliz de que los musulmanes puedan hacer Iftar en una iglesia católica, porque las religiones sirven para unirnos, no para separarnos”, dijo Chati.
Sánchez miró cómo un hombre entonaba adhan, la llamada musulmana a la oración, bajo los naranjos del patio central de la iglesia, iluminado por las llamas de los calentadores de gas.
“Incluso con diferentes culturas, diferentes idiomas, diferentes religiones, somos más capaces de sentarnos y hablar que algunos políticos”, dijo el rector.
Traducido en exclusiva por ABNA24 redacción española
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