La figura de la Globalización, es tan longeva como la vida misma. Los siglos XV y XVI, fueron escogidos del calendario del mundo, para dar apertura a nuevas rutas de comercio, desde Europa hacia África, América y Asia.
El descubrimiento accidentado del “Nuevo Mundo”, dio nacimiento a un nuevo enfoque global de un comercio injusto gracias a la llegada masiva del oro desde las nuevas colonias al viejo mundo, generando más tarde el primer desorden económico, financiero y social, acompañado de enfrentamientos bélicos entre las potencias de la época.
Gracias a lo que más tarde recibiría en los libros de los gurus de la administración estratégica el nombre de “diversificación”, se incorporó la explotación de la caña de azúcar, como fuente principal de generación de riquezas.
A finales del siglo XVIII, se originó en Europa, la primera Revolución Industrial, acabando con un tipo de sociedad basada en la economía agrícola, para dar paso a una economía de mercado estructurada bajo el esquema de la producción en masa; este proceso de metamorfosis, hizo que las fábricas evolucionaran del mismo modo como los seres humanos, por mandato e inherencia biológica lo hacemos.
La utilización masiva del capital se hizo necesaria y con ella la especulación, como requisito indispensable para marcar y expandir los ciclos de producción que más tarde establecerían la oferta y la demanda.
De igual modo, vieron la luz por vez primera, herramientas especializadas que servirían para hacer más competitivas las actividades de producción en las empresas, de las que el Padre de la Economía Clásica, Adam Smith, tanto habló en su magna obra en 1776, “Investigación sobre la naturaleza y causa de las riquezas de las Naciones”.
Con el nacimiento del siglo XIX, se manifiesta una evolución en el transporte terrestre, dejando el tren y su velocidad de hasta 300km/h, poco tiempo de gloria a James Watt, y su maquina de vapor de apenas 25km/h de velocidad.
La transmisión de información, de voz e imagen en tiempo real, junto con la radio, de Guglielmo Marconi; el teléfono, de Alexander Graham Bell, y la televisión, de Philo Taylor Farnswoth, se han coronado como los avances tecnológicos, que mayor contribución han supuesto a la humanidad, después del fenómeno del Internet.
Ya con el siglo XX, nacen a causa de los oprobios de la pobreza, las remesas, hoy día constituido jarabe de muchos índices económicos y en casos particulares, de economías en general.
Después vino el momento de levantar acta de defunción al periodo de hostilidades bélicas y luchas encarnizadas de la I y II Guerra Mundial, y al de la Guerra Fría, que marcó una bipolarización del mundo entre “buenos” y “malos”. Desaparecida ésta bipolarización y casi una década más tarde con el paso de página de los siglos XX y el XXI, los países ricos, los no tan ricos e inclusive los que todavía son pobres, se han doctorado en integraciones económicas, relaciones internacionales, geoeconomía, geopolítica y políticas de seguridad internacional, por citar las de cierta relevancia.
Así logran incorporarse al terreno de juego, figuras de cierta “imparcialidad”, como la Organización Mundial del Comercio (OMC), cuya misión seria destinada a administrar y aplicar los acuerdos multilaterales y plurilaterales del comercio internacional, al igual que el Fondo Monetario Internacional (FMI), que creado al término de la II Guerra Mundial, gestiona el sistema financiero global y diseña la ruina de los países esperanzados de salir de un inhóspito pantano.
En el punto de partida mismo de esta cronología, que sea correcta o incorrecta, divorciada de la realidad o casada con ella, objetiva o no, preciso poner descanso a mi pluma y esperar que el tiempo se alimente más de Historia Económica. Para cuando eso suceda mi pluma resucitará para más de EFEMÉRIDES DE LA GLOBALIZACION…………