«Un punto ―el fundamental― es preguntarse y responder a la pregunta sobre cuál es la razón de ser de esa inmensa organización que es el sistema educativo. No solo en nuestro país, sino en todos los países del mundo. Que se creen organizaciones de tal envergadura y se forme un auténtico ejército cultural de estudiantes, profesores, empleados diversos y distintos directivos ¿qué razón tiene? Conocemos la respuesta breve: la razón es edificar al ser humano, es decir, que la materia prima que es un niño de seis o siete años entra en esa fábrica, se lo cambia por completo y de la fábrica tiene que salir un producto, un resultado. ¿Y cuál es ese resultado? Un ser humano correcto (…); un ser humano con las siguientes características: primero, que sea creyente. La primera condición es la fe. Lo segundo es que sea sabio, es decir, que emplee la inteligencia. ¡Vean ustedes cuánto aparece en el Corán «quizá así razonéis»!. En tercer lugar, que sea pensador, que piense. La inteligencia no es solo para encontrar procedimientos prácticos para la vida corriente. En lo fundamental, es para pensar y reflexionar, lo que tiene más importancia que atesorar ciencia y conocimiento. Si queremos tener buenos científicos, habremos de tener buenos pensadores. Adquirir ciencia y conocimiento viene después. Esa es otra característica. Una más: que sea dado al Yihad, el esfuerzo y la acción. No basta con sentarse, hablar y limitarse a pensar y parlotear. Debe ser una persona de acción, asunto sobre el cual habría por otra parte mucho que decir. Y esa acción, que sea con esfuerzo y continuidad; el mismo tipo de acción a la que, en la sagrada ley religiosa del Islam, se llama «Yihad», tratándose aquí de Yihad por la causa de Dios, de Yihad tal como lo alienta la Sharía. Debe ser una persona justa, disciplinada, que haya incorporado la moral islámica. Esos son los rasgos del ser humano que nosotros esperamos que se forme con la educación y la instrucción que ustedes proporcionan» (01/09/2020).
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