El crispamiento entre el bloqueado territorio palestino y Tel Aviv creció la víspera tras una manifestación de judíos extremistas en el este de la ciudad de Jerusalén, sede de uno de los tres lugares más sagrados del islam, la mezquita de Al Aqsa, blanco en el pasado de intentos de destrucción por pobladores israelíes.
Los bombardeos de hoy al alba tuvieron como blancos un edificio de viviendas en la zona de Beit Lahia y las ciudades de Yabaliya (ambas en el norte) y Jan Yunis (sur) cuyas poblaciones sumadas ascienden a unos dos millones de personas, según precisiones de la agencia noticiosa WAFA.
Portavoces autorizados israelíes declararon que los bombardeos aéreos constituyen la réplica al lanzamiento de globos incendiarios desde Gaza; medios de Hamas, el movimiento armado que controla ese territorio, dijeron que esos artefactos son la respuesta a la marcha de los extremistas sionistas en Jerusalén.
El nuevo estallido de violencia evidencia la fragilidad del acuerdo de cese de hostilidades alcanzado a fines de mayo pasado entre ambos beligerantes después de 11 días de brutales bombardeos por aire, mar y tierra del ejército israelí, uno de los más potentes del mundo, poseedor del arma atómica.
Los 11 días de ataques indiscriminados de Tel Aviv causaron cerca de 300 civiles muertos, gran parte de ellos niños, mujeres y ancianos no beligerantes y unos dos mil heridos y mutilados; 12 israelíes perecieron durante la violencia, dos de ellos atropellados por sus vecinos durante una alarma de bombardeo.
Las pérdidas materiales en Gaza fueron cifradas en cientos de millones de dólares.
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