Empero, 12 muertos y 47 días de violencia callejera han transformado la protesta en una de las peores crisis políticas acaecida en esta región del Himalaya, con la posibilidad de que sean rotos los lazos de Cachemira, predominantemente musulmana, con la India.
Incluso en las dos últimas décadas de rebelión separatista en Cachemira y la dura respuesta militar de la India, la región permaneció firmemente aferrada al resto de la India gracias a su coexistencia con la región de Jammu, unida en el estado de Jammu-Cachemira, dijo AP.
Las tradicionales buenas relaciones entre ambas zonas eran una salvedad en la región, foco de la violencia entre hindúes y musulmanes y la rivalidad entre la India y Pakistán.
Ahora, el rebrote de la violencia ha puesto al descubierto animosidades largamente latentes.
Los hindúes de Jammu sostienen que están cansados de la unión y bloquearon la carretera principal de acceso a Cachemira. Y la mayoría de los cachemires ven ahora con buenos ojos la separación.
"Solía ser Jammu y Cachemira, pero ahora es Jammu contra Cachemira", indicó un chiste aparecido el viernes en la página editorial del diario Times of India, al día siguiente que el primer ministro Manmohan Singh convocara una reunión de emergencia en la región de políticos destacados para poner fin a la crisis.
Los desórdenes comenzaron el 23 de junio tras anunciar el gobierno estatal que transfirió unas 40 hectáreas (100 acres) al santuario de Amarnath, una cueva a la que acuden anualmente centenares de miles de peregrinos para venerar un pilar fálico que según los creyentes en una encarnación del dios Shiva, deidad de la destrucción y la regeneración.
La tierra iba a ser utilizada para levantar instalaciones destinadas a los peregrinos. Empero, los musulmanes temieron que fuera una treta para establecer un asentamiento hindú en la región y alterar el equilibrio demográfico.
Tras días de intensas protestas, el gobierno estatal cedió y anuló la transferencia de tierras. Cuando la medida no logró apaciguar la agitación callejera, dimitió el gobierno integrado por el Partido del Congreso.
Aunque la medida apaciguó a los musulmanes de Cachemira, desató una nueva ola de protestas en Jammu, donde los hindúes mantuvieron que fueron violados sus derechos religiosos.
"El tema de la tierra es ahora simbólico, y el tema de nuestra dignidad queda vigente, como en los últimos 60 años", dijo Harsh Dev Singh, un político hindú del Partido Socios Nacionales Jammu y Cachemira, con sede en Jammu.