Los resultados de las encuestas a boca de urna fueron motivo de celebración tanto para el gobierno como para la oposición, con ambas partes percibiendo que tienen el respaldo popular para impulsar sus respectivos proyectos de país.
Los mandatos de tres prefectos, Cochabamba y La Paz (oposición) y Oruro (oficialista), fueron revocados.
Morales aseguró que respetará la legitimidad conseguida por sus adversarios en la votación y los convocó a dialogar: "Estamos convencidos que es importante unir a los bolivianos, a los diferentes sectores del campo y la ciudad, del oriente y del occidente".
El mandatario hizo estas declaraciones en un discurso pronunciado desde el balcón del palacio de gobierno, en La Paz, ante miles de simpatizantes que lo vitoreaban mientras ondeaban banderas nacionales y la whipala (estandarte indígena cuadriculado de siete colores).
Asimismo, Morales dijo que deseaba consensuar su controvertido proyecto de Constitución tomando en consideración las autonomías regionales, aunque no en el grado exigido por algunos departamentos.
El texto de la nueva Carta Magna, aprobado en diciembre pasado sin presencia de la oposición, intenta darles un mayor protagonismo a indígenas y campesinos, históricamente marginados.
Festejo doble
Según las encuestas a boca de urna, Morales superó los votos necesarios para ser confirmado en su función junto con el vicepresidente, Álvaro García Linera. También cinco de ocho prefectos, la mayoría de la oposición, mantendrán sus cargos. Costas dijo que seguirá impulsando la autonomía del poder central y resistiendo reformas de Morales.
Por eso, mientras el presidente festejaba su victoria en La Paz, donde tiene un fuerte respaldo, sus detractores también hacían alarde de lo que consideraban un triunfo.
En Santa Cruz -el núcleo de la oposición en la región más rica del país- hubo una fervorosa celebración de la oposición, que no dio señales de estar dispuesta a conciliar con el gobierno.
El prefecto santacruceño, Rubén Costas, dijo que seguirá impulsando la autonomía del poder central y resistiendo reformas promovidas por Morales, como la nacionalización de los recursos naturales y la redistribución de la tierra.
Rodeado de seguidores que agitaban la bandera verde y blanca de Santa Cruz, Costas reiteró su rechazo a la nueva Carta Magna: "Advertimos al gobierno autoritario que no intente imponer una ilegal y racista Constitución, porque entonces se habrá metido a un callejón sin salida".
Desafío legal
Para ser ratificados en sus funciones, Morales y el vicepresidente García Linera necesitaban un mínimo del 53,7% de los sufragios (el porcentaje que lograron en las elecciones de 2005), mientras que las autoridades regionales debían obtener la mitad más uno de los votos.
Los discursos y festejos del oficialismo y de la oposición se produjeron a pesar de que los resultados oficiales del referendo revocatorio se conocerán sólo el jueves.
Además de Costas, fueron confirmados los prefectos de los departamentos opositores de Beni, Pando y Tarija y del oficialista Potosí, según los sondeos a boca de urna.
Sin embargo, en la jornada también hubo perdedores: los prefectos de Cochabamba y La Paz (oposición), y de Oruro (oficialista) fueron revocados de sus cargos.
El único derrotado que desconoció su infortunio fue el cochabambino Manfred Reyes Villa, quien adelantó que dará batalla legal para mantenerse en el cargo hasta que venza su mandato en 2009.
¿Empate político?
Los analistas interpretaron el desenlace del primer referendo revocatorio en la historia de Bolivia como un fortalecimiento de la gestión del presidente Morales. Los santacruceños festejaron fervorosamente y no dieron señales de querer conciliar con el gobierno.
Pero también como un firme respaldo a los prefectos de la llamada "Media Luna", la franja oriental del país que concentra el poder económico, promueve su autonomía y es contraria al mandatario indígena y socialista.
Por eso, los observadores hablan de un "empate" que no resolverá la polarización de los bolivianos y que, además, generará más incertidumbre política.
Más de cuatro millones de ciudadanos habilitados para votar fueron convocados a participar en la consulta popular.
Unos 350 observadores internacionales de las Naciones Unidas, la Unión Europea, Estados Unidos, el Mercosur y la Organización de Estados Americanos fueron desplegados en todo el territorio boliviano para seguir el referendo.
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