El influyente líder religioso divulgó un comunicado en el cual anunció que continuaba vigente el cese del fuego decretado por primera vez en agosto de 2007 por un período de seis meses, y prorrogado por igual lapso en febrero pasado.
La medida “será válida indefinidamente y quien no siga esta orden no será considerado miembro de este grupo”, subraya el mensaje de Al-Sadr, quien, en cambio, indicó llevará a cabo un “programa cultural” nombrado Al-Mumahidun (Seguidores del Mahdi).
Asimismo, el pronunciamiento citado por Aqeel Abdel Hussein, miembro del bloque leal a Al-Sadr en el parlamento iraquí, urgió a sus partidarios a emprender protestas pacíficas desde el primer viernes del Ramadán y todo el año hasta la salida de las tropas foráneas.
El Ejército Mahdi, que toma su nombre del duodécimo Imán shiita Al-Mahdi Al-Montazar desaparecido en 907, lo integran unos 60 mil hombres dotados de armamento de diverso calibre que han sido claves en la resistencia a la ocupación norteamericana de Iraq.
Aunque círculos oficiales atribuyen el alto al fuego unilateral a un supuesto debilitamiento de las milicias creadas en 2003, otras fuentes recordaron la advertencia de Al-Sadr de retomar la opción armada si se extiende la presencia en el país de los estadounidenses. Washington y Bagdad negocian un acuerdo de seguridad que permitiría a los uniformados norteamericanos operar aquí hasta 2011, tres años después de expirar el mandato de la ONU, en diciembre próximo.
Precisamente, el mando estadounidense informó de la muerte de dos de sus hombres heridos en dos incidentes separados registrados en días recientes en Bagdad.
Las dos bajas fatales elevan a 22 la cifra de militares de esa nacionalidad muertos en Iraq en agosto y a cuatro mil 150 los caídos desde la invasión de Estados Unidos, en marzo de 2003.
Fuerzas de seguridad, entretanto, capturaron a cuatro hombres que eran buscados por la policía e incautaron armas y municiones durante redadas en diferentes partes de la norteña provincia de Nínive.
Mientras, el ejército norteamericano transfirió el control de la provincia de Al-Anbar a autoridades nacionales, las que también se emplazaron en la aldea de Khanagin, una de las zonas más disputadas de la provincia de Diyala por los grupos irregulares kurdos.