Mediante una importante carta remitida el 21 de noviembre de 2017, el entonces comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qassim Soleimaní, informó al Líder de la Revolución Islámica, el Imam Jameneí, de la victoria de los combatientes del Eje de Resistencia en su lucha contra el grupo terrorista Daesh en Siria e Iraq.
El alto mando militar persa celebró la liberación de la ciudad estratégica de Abu Kamal, último feudo de Daesh en Siria, con la retirada de la bandera de “este grupo estadounidense-sionista y su sustitución por la insignia siria”.
El grupo ultraviolento Daesh, fue fundado por Abu Musab al-Zarqawi y se hizo conocido internacionalmente en 2014, después de expulsar a las fuerzas de seguridad iraquíes de ciudades clave en ataques relámpago, seguidos de la captura de la ciudad estratégica de Mosul (norte).
Durante varios años, Daesh cometió un sinnúmero de crímenes de lesa humanidad, incluidas brutales masacres contra civiles y fuerzas militares tanto en Iraq como en Siria. Solo por nombrar algunos, la masacre de Speicher (2014), en la que el grupo ultraviolento asesinó a sangre fría a más de 1700 cadetes de la Fuerza Aérea iraquí, o el genocidio de la minoría izadí en Siyar en Iraq.
Debido a la gran amenaza que constituía Daesh para su soberanía nacional, la República Islámica de Irán asignó al teniente general Soleimani para que asumiera el papel de asesor militar para ayudar a Iraq y Siria —por solicitud de estos dos países— a erradicar el grupo terrorista.
El destacado comandante persa, un símbolo de la resistencia y la lucha antiterrorista en Siria e Iraq, tuvo éxito en su misión, y finalmente, en noviembre de 2017, declaró el fin de Daesh en ambos países, en un día como hoy.
En su mensaje al Líder, el general Soleimani denunció que los “líderes y organizaciones vinculados con Estados Unidos diseñaron al detalle los crímenes perpetrados por los extremistas takfiríes, tal como han confesado las máximas autoridades estadounidenses”.
En su nota Soleimani destacó, por una parte, el liderazgo y las directrices del máximo clérigo shiíta de Iraq, el gran Ayatolá Sayyed Ali Sistani, y, por otra, la resistencia de las Fuerzas Armadas de Siria e Iraq, en especial, de las fuerzas populares de Al-Hashad Ash-Shabi. También el determinante papel del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá) y de su secretario general, Sayyed Hassan Nasrolá, y el coraje de los jóvenes musulmanes que desempeñaron un rol definitivo a la hora de destruir ese flagelo.
Asimismo, atribuyó esta gran victoria al Gobierno, la nación y las fuerzas de seguridad iraníes por apoyar las campañas antiterroristas en Iraq y Siria.
Soleimani y el subcomandante de Al-Hashad Ash-Shabi, Abu Mahdi al-Mohandes, y sus compañeros fueron asesinados el 3 de enero de 2020 en un ataque con drones de Estados Unidos en Bagdad, capital iraquí.
El ataque, ordenado directamente por el entonces presidente estadounidense Donald Trump, fue un intento en vano de Washington por eliminar figuras cruciales en la lucha antiterrorista en la región de Asia Occidental.