“La posición del representante de Rusia durante la reunión del Consejo de Seguridad fue una posición de responsabilidad y presenta un verdadero diagnóstico de la realidad a la que se enfrenta la República de Yemen, en este caso la arrogancia de EEUU, Francia y Gran Bretaña, su búsqueda de sus propios intereses y el papel que desempeñan en la ofensiva contra Yemen”, escribió Mohammad Ali al Huzí en su página de Twitter.
Durante la reunión del CS que tuvo lugar el martes 14 de diciembre, el embajador adjunto de Rusia en la ONU, Dimitri Polianski, informó sobre un cambio político en relación con los dos acuerdos de Estocolmo (entre los dos gobiernos de Hadi y Sanaa) y Riad (entre el gobierno de Hadi y el Consejo de Transición del Sur).
Según él, el proceso político se acerca a un punto sin retorno después del cual será imposible reunir a las diferentes partes del Estado yemení.
“La comunidad internacional debe reconocer que los protagonistas son tercos y no están dispuestos a entablar negociaciones bajo la égida de Naciones Unidas”, dijo Poliansky. Él consideró que los esfuerzos del delegado especial de la ONU para Yemen no han tenido éxito y ya no es posible hacer referencia en el marco actual al compromiso recogido en la Resolución 2216, que fue adoptada en 2015 y ya no tiene nada que ver con la situación sobre el terreno. Pidió una solución que pueda devolver el conflicto a un curso político pacífico.
El delegado ruso criticó duramente a los miembros occidentales del Consejo de Seguridad: “Lamentablemente, debemos reconocer que nuestros compañeros occidentales han demostrado varias veces que están dispuestos a sacrificar fácilmente la unidad del Consejo de Seguridad en el expediente yemení para atender únicamente a sus intereses egoístas. Utilizan el lenguaje de las sanciones y se niegan a encontrar soluciones”.
Según él, las sanciones del Consejo de Seguridad deben estar exclusivamente al servicio del interés de impulsar la operación política en Yemen y no de presionar a ciertos protagonistas del conflicto.
Esta es la primera vez que Rusia ha expresado una postura crítica sobre el comportamiento de la ONU y los actores occidentales en la guerra de Yemen.
Arabia Saudí lanzó al frente de una coalición árabe una guerra contra Yemen en 2015 para imponer en el poder a su aliado, el presidente dimitido Abed Rabbo Mansur Hadi, e imponer su dominio sobre este país al que considera su retaguardia.
Gracias al apoyo militar y político brindado por EEUU, Francia y Gran Bretaña, Arabia Saudí realizó las peores masacres contra decenas de miles de civiles yemeníes, destruyendo implacablemente el país y empujando a millones de yemeníes hacia una crisis de hambruna y sanitaria.
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