«Según el modo de razonar de los materialistas, conforme a la lógica de la dialéctica, “evolución” significa hacerse más complejo: la bicicleta se transforma en motocicleta haciéndose más compleja, con lo que ha evolucionado o se ha perfeccionado. Por poner otro ejemplo, imaginen que el cerebro de un hominoideo ―es decir, el tipo de mono del que Darwin afirmaba que procedía el ser humano (…)― evoluciona o, en otras palabras, se hace más complejo y se transforma en el cerebro de un ser humano. En el modo de pensar de los marxistas y los dialécticos, “evolución” significaba eso, hacerse más complejo.
»Sin embargo, en el modo islámico de pensar no toda complejización es una evolución hacia la perfección, porque el cerebro de quien descubre un veneno mortal del que una sola gota es capaz de acabar con cien mil personas es un cerebro complejo, pero esa persona no es un ser humano evolucionado y perfeccionado, sino que se trata de un ser humano muy defectuoso, inferior incluso a un animal. Como dice el Corán: “Son como el ganado o más perdidos aún” (7:179). Los seres humanos que desconocen la luz de la fe son como animales, si no están acaso más perdidos aún que los animales. Así pues, en el modo de pensar del Islam la evolución y el perfeccionamiento no consisten solo en hacerse algo más complejo, sino que la evolución es que la esencia animal se convierta en esencia humana.
»En el caso del grupo de personas que estamos aquí reunidos, todos con rostros que son rostros humanos, si nuestro pensamiento se reduce al alimento, las pulsiones carnales y el cuidado del cuerpo, y si nuestras acciones no se dirigen más que a encontrar el pan y esas cosas, nuestra personalidad será una personalidad animal, porque el animal es justo así. Si miran ustedes un gato, este procrea, lame a su cría, la agarra con los dientes para llevarla de un lado a otro, le da de mamar, busca comida y suplica cuanto sea necesario para que le den algo, y todos los esfuerzos que hace son esfuerzos por el sustento. Si le preguntan a un gato ―suponiendo que entendiera y pudiese responder― cuál es el objetivo de tanto esfuerzo como hace, dirá que es llenarse el estómago. Así pues, si todos los actos de un ser humano son para llenarse el estómago, inclusive aunque el acto en cuestión sea realizar estudios, esa vida será una vida animal, no una vida humana ni la buena vida.
»Por poner otro ejemplo, hay quien tiene a alguien por encima y busca hacerse con una posición ―es decir, que no se trata solo del estómago― y dice: “Delante de mí, ¡nadie tiene derecho ni a respirar!”. Eso, primero en un ámbito reducido, luego en un país y más adelante a escala mundial, como ahora que está instalado ahí arriba Bush (1). ¿Cuál es su objetivo? El objetivo de esa gente no es digno de un ser humano. Tal como yo lo entiendo y en la medida en que la manera en que viven lo revela, sus objetivos son los propios de la ambición de poder. No van en pos de ideales dignos de un ser humano, por lo que son como una fiera de la jungla como puede ser el león, delante del cual no ha de alzarse ningún otro animal. También el cerebro de la gente así es complejo, pero evolucionado y perfecto no es» (21/11/1991).
Si no aspira más que a comer y saciar sus apetitos, el ser humano es como un animal
«¡Oh, los que creéis! Responded a Dios y al Mensajero cuando os invitan a lo que os da vida (Sagrado Corán, 8:24). Dios y el Mensajero del Islam los invitan a ustedes a la vida y a la esencia de la vida buena y pura. La vida pura no consiste solo en comer, disfrutar y librarse a los apetitos carnales. Para eso no hubiera hecho falta el llamado de Dios y del Profeta. A todo ser humano, su naturaleza lo llama a la vida animal. Todos los animales van en pos del alimento y de satisfacer su concupiscencia, y luchan por llenar el estómago y por permanecer vivos un rato más. La vida buena consiste en encaminar esa vida hacia Dios a fin de alcanzar metas sublimes. Y la meta sublime del ser humano no se limita a llenar un estómago del modo que sea. Eso sería el mínimo objetivo que puede elegir para sí un animal. Para el hombre, un objetivo de orden superior es alcanzar la Verdad divina, llegar a la cercanía del Sublime Creador y conformarse a las disposiciones de carácter divinas. Para alcanzar tal objetivo el ser humano necesita instrumentos tanto materiales como espirituales. Al ser humano le hace falta comida, sí, pero para avanzar hacia ese objetivo.
»Una vida cómoda es para los seres humanos una necesidad imperiosa, y el Islam, con sus leyes y estipulaciones, lleva a los seres humanos hacia el bienestar y el desahogo. Pero ese desahogo en la vida no es un fin en sí mismo. ¡Cuántas personas no tendrán una vida cómoda, libre de inquietud por el sustento, el alimento del estómago y la comodidad, y sin embargo de la humanidad no tienen ni idea de lo que es! (…).
»El sistema islámico, además de tender a objetivos más elevados en lo material ―es decir, que en el sistema islámico una persona no es feliz solo con llenarse el estómago, sino que se debe proporcionar una vida material, bienestar y seguridad―, insiste también en que el espíritu y el corazón del ser humano deben gozar de cierta pureza, resplandor, luminosidad, fraternidad y ánimo de sacrificio por sus congéneres, así como de devoción, de servicio y de dedicación plena a Dios Altísimo. Eso es lo que quieren para el ser humano el Islam y el resto de las religiones divinas.
»El objetivo, por tanto, está por encima de lo material, y lo material que proporciona el Islam lo proporciona para la generalidad de la gente. En otras palabras, en la sociedad islámica todos los seres humanos deben disfrutar de bienestar, tranquilidad, seguridad y medios de vida suficientes para no estar preocupados, algo que en la civilización materialista de Occidente ni existe ni existirá jamás, al igual que tampoco en la civilización y sistema socialista o comunista, que ya vieron cómo acabó. El modelo es el del comienzo del Islam, y para llegar a él los preceptos divinos islámicos bastan.
»Si actuamos conforme a los preceptos islámicos ―si la sociedad islámica va en pos de la fe islámica acompañada del cumplimiento de las reglas y leyes divinas―, sucederá aquello a lo que ha aspirado la humanidad a lo largo de la historia. ¿De qué se trata? De desahogo y bienestar materiales junto a evolución, perfeccionamiento, progreso y ascenso espiritual. El ser humano no es un animal al que se le eche forraje y ya le resulte suficiente. El ser humano quiere ser puro y luminoso. El ser humano siente placer espiritual con la luminosidad, la claridad y el servicio a Dios.
»Por lo tanto, “la vida buena” no quiere decir que unas personas no lleven a cabo más que rezos y adoraciones, sin pensar en la vida y lo material. No, “la vida buena” significa atender tanto este mundo como el otro. “La vida buena” es tener juntos lo material y lo espiritual. “Vida buena” es la de ese pueblo que se esfuerza, construye, lleva la industria, el comercio y la agricultura a su apogeo, se hace poderoso en las ciencias y las técnicas y logra avances diversos en todos los aspectos. Y sin embargo, en todos esos estados su corazón está con Dios y, día a día, se familiariza más con Él. Ese es el objetivo del sistema islámico. Ese es el objetivo que proclamaron los profetas, que dijeron los reformadores del mundo y que en estos últimos ciento cincuenta o doscientos años han proclamado las personalidades prominentes del Islam» (18/04/1991).
Alguien se comporta de modo animal cuando tiene muchos ingresos y lo gasta todo en sí mismo
«Hay quienes disponen de muchos ingresos; ya sea porque estén especializados en algo de lo que hay necesidad o porque haya pocos individuos con esa especialización. Sea como sea y cualquiera que sea el motivo, tienen muchos ingresos. ¿Deben acaso gastar todos esos ingresos en sí mismos? Ese es un modo de comportarse o una moral materialista. Es un modo de comportarse satánico. Por usar una expresión más correcta, ese modo de comportarse es animal. Todo lo que tiene un animal es para él mismo. No es eso lo que requiere un modo de comportarse o una moral dignos del ser humano ―y en particular la elevada moral islámica―. Lo que tienen ustedes, una vez que hayan satisfecho sus propias necesidades y cumplido sus deseos, debe gastarse en el resto de seres humanos que hay en la sociedad; si su vecino tiene una necesidad, ha de gastarse en él. Si tiene una necesidad un pariente suyo, se ha de gastar en él» (14/07/1993).
Es contrario a los mandamientos de los profetas que un ser humano fortalezca solo su aspecto animal
«Para el ser humano, disfrutar todo lo que uno pueda no es la perfección. Eso entra en el campo de la animalidad. El ser humano tiene también un aspecto animal. Es reforzar el aspecto animal. Por supuesto, ese aspecto animal es también parte de nosotros. No se ha querido que no lo tuviéramos. Comer, beber, descansar y disfrutar de manera legítima forman parte de nuestra existencia. No hay problema, nadie ha prohibido esas cosas. Lo que está prohibido es que el ser humano se hunda hasta ahogarse en ese aspecto. El materialismo arrastra al ser humano a hundirse en él. Las religiones y las vías racionales que existen en el mundo ―puesto que la vía divina se basa en pilares racionales― retienen al ser humano de modo que no pierda el control de sí en esa pendiente descendiente del disfrute de los placeres y deleites de la vida y caiga rodando hacia cuesta abajo. Todo llamado que arrastre al ser humano hacia el desenfreno en los placeres es un llamado al fuego, a la desgracia y a la destrucción. De manera general, el llamado de los profetas, el llamado de los sabios, los llamados divinos… van en el sentido de contener el espíritu ante esos placeres, como sucede con el ayuno» (02/01/1998).
Todas las religiones son contrarias a dar rienda suelta a la lujuria
«Todas las religiones del mundo, no solo el Islam ―si bien el Islam es más ordenado y preciso que las demás― se oponen al desenfreno de los deseos carnales humanos. Las religiones tienen para la libido normas, reglas y límites. No es posible cultivar el espíritu del hombre sin poner límites a la lujuria. Cuando los deseos carnales del ser humano están desatados, es igual que los animales y el ganado, y el desarrollo humano es imposible. De ahí que las religiones estén en contra de dar rienda suelta a la lujuria. Es por eso que, en toda sociedad, la manera sencilla y fácil de combatir las religiones consiste en abrir la puerta al desenfreno y el libertinaje» (19/12/1990).
¿Es suficiente para el ser humano lograr poder y riqueza?
«Una sociedad sin ideales, sin doctrina y sin fe puede lograr riqueza y poder, pero una vez alcanzados riqueza y poder no estará por encima de un animal saciado y fuerte, mientras que el valor de un ser humano hambriento es superior al de un animal saciado. El Islam no quiere eso. El Islam es partidario de un ser humano que disponga de medios, que sea poderoso y que al mismo tiempo esté agradecido y sea siervo de Dios; que hinque la frente en la tierra en señal de servidumbre. Ser humano, ser poderoso y ser siervo y esclavo de Dios: es eso lo que quiere el Islam. Quiere edificar seres humanos, es un modelo para la construcción de seres humanos» (14/10/2012).
Notas
(1) Alusión a George W. Bush, antiguo presidente de Estados Unidos.