Rasmus Paludan, un abogado danés de 40 años, provocó el caos en estos festivos -no solo en el mundo cristiano, sino también para el musulmán- con una provocadora campaña en que llamaba a «quemar el Corán» y donde acabó ardiendo un autobús de la vecina Suecia.
Un total de 26 detenidos y más de veinte agentes de la policía heridos fue el balance de los disturbios registrados entre el viernes y el domingo en varios puntos de Suecia. Ardió el mencionado autobús, hubo lanzamiento de piedras y cócteles molotov contra los antidisturbios, varios coches dañadas y mobiliario urbano destrozado en seis ciudades suecas.
El detonante fue la convocatoria de Paludan a quemar en cada una de sus actos anunciado un ejemplar del Libro Sagrado del Islam, una religión que, en su opinión, debería quedar proscrita, lo mismo que la inmigración no occidental.
No es la primera vez que este abogado y político convoca este tipo de actos. En marzo de 2020, fue interceptado en Berlín, donde había anunciado una de sus «quemas» en el barrio multiétnico de Neukölln, con una alta proporción de población musulmana. No llegó a bajar del avión, porque se lo impidió la policía berlinesa, sino que regresó a Copenhague en el mismo aparato. Unos meses antes, las autoridades suecas le prohibieron entrar en su territorio por razones parecidas.
La prohibición de entonces le fue revocada, al alegar Paludan su doble nacionalidad sueco-danesa. La condición de ciudadano sueco le sirvió ahora para llevar su campaña por ese país. Recorrió Malmö, la ciudad sueca conectada con Dinamarca a través del puente más largo de Europa -7,8 kilómetros-. Siguió luego a Estocolmo y a Norrköping, al sur de la capital. En cada una de estas ciudades, así como en otros puntos de Suecia donde ni siquiera acudió, se desataron los incidentes entre sus seguidores y manifestantes de signo contrario que protestaban por su presencia en el país.
Paludan ha intentado, sin suerte, el salto al espectro parlamentario danés en varias ocasiones y al frente de distintas formaciones derechistas, de algunas de las cuales fue expulsado por su radicalismo. En 2017 fundó su propio partido, Stram Kur (Curso Firme). Tampoco con esa plataforma ha logrado salir de la marginalidad, pero sí ha conseguido cierta notoriedad y levantado un notable revuelo en las redes sociales con provocadores vídeos y proclamas. Su propósito ahora es extender su campaña a Suecia, donde el próximo septiembre se celebran elecciones legislativas.
Desde el mundo árabe se ha condenado su campaña como una «ofensa grave», que además coincide con el mes santo del Ramadán. Irán, Iraq, Malasia, Kuwait y Qatar han protestado, a escala diplomática o a través de sus portavoces, por esa «incitación pública» al odio a los musulmanes.
Especialmente dura fue la reacción de Teherán ante el embajador sueco, al que se le transmitió el estupor ante unos actos previamente autorizados, «bajo el pretexto de la libertad de expresión y con el apoyo de la policía sueca».
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