Sin embargo, ninguno de los grandes medios occidentales hará nunca esta interpretación cuando se trata de países occidentales u otros que siguen y aceptan las directrices y la tutela de EEUU.
Esto contrasta con la actitud en el caso de Irán, donde los cientos o miles de participantes que protestan han sido presentados por los medios como “la voz legítima del pueblo”, mientras que la manifestación de más de un millón de iraníes en favor de la República Islámica del 25 de septiembre en Teherán o las habidas en otras ciudades iraníes, que han contado con una asistencia igualmente multitudinaria, han sido ignoradas o presentadas como “un contraataque del régimen”.
El objetivo es continuar con esa narrativa de autoengaño que lleva presente durante las pasadas cuatro décadas en los medios y en la mente de algunos círculos de poder en Occidente y que habla de “la inminente caída de la República Islámica”, ya sea primero debido a la guerra lanzada contra el país por Saddam en la década de 1980, o posteriormente a los disturbios o protestas, que nunca han logrado reunir un número significativo de personas, ya sea dentro o fuera de Irán, como puede verse en las recientes manifestaciones anti-iraníes en Madrid o Berlín, que han contado con un número insignificante de asistentes.
Cabe señalar también que las protestas en Irán, como en otros países, están protegidas por la ley mientras se desarrollen de forma legítima y no a través de la violencia o los disturbios. Ha habido protestas en Irán debido a diversos temas y reivindicaciones en las últimas décadas y que se han producido dentro de un ámbito de normalidad.
Pese a estar inmersa en protestas y en episodios de violencia policial, Francia ha decidido injerirse directamente en los asuntos de Irán y condenar lo que calificó de “represión violenta” de las manifestaciones desencadenadas por el trágico episodio de la muerte de Mahsa Amini en ese país.
Irán, por su parte, ha denunciado esta injerencia del Ministerio de Exteriores francés y ciertos responsables franceses convocando el encargado de negocios de Francia el 29 de septiembre a su Ministerio de Exteriores. También ha condenado la presencia de tres responsables franceses en manifestaciones anti-iraníes en París. ¿Qué ocurría si altos funcionarios iraníes se manifestaran en Teherán en favor de los manifestantes franceses apaleados por la policía francesa y sus reivindicaciones?
También cabe cuestionar el silencio de Francia y otros países occidentales y sus responsables oficiales en los casos de asesinatos y brutal represión cotidiana de los niños y mujeres en Palestina. ¿No es hora ya de poner fin a todos estos dobles raseros e hipocresía?