Pero, ¿qué factores pueden socavar la confianza y destruir este capital social?
Uno de ellos es la murmuración y la calumnia. Es un pecado grave contra el cual el Hadiz advierte enfáticamente. Murmurar significa hablar negativamente o calumniar a alguien que no está presente.
El Corán cita un ejemplo para demostrar cuán malas son las murmuraciones. Dios dice en el versículo 12 de Surah Al-Huyurat:
¡Creyentes! ¡Evitad conjeturar demasiado! Algunas conjeturas son pecado. ¡No espiéis! ¡No calumniéis! ¿Os gustaría comer la carne de un hermano muerto? Os causaría horror... ¡Temed a Dios! Dios es indulgente, misericordioso.
En este versículo, Dios compara la murmuración con comer la carne del hermano muerto. Esto se debe a que quien es objeto de la murmuración está ausente y no puede defenderse, como tampoco lo puede hacer un muerto.
Una persona que se entrega a la murmuración y el chisme es una persona débil e ingenua que no tiene el coraje de enfrentar los problemas y por lo tanto es como alguien que ataca a su hermano muerto.
Aquellos que se acostumbran a murmurar también sospechan de todas las personas y gastan toda su energía y tiempo en descubrir los puntos oscuros de los demás para empañar su imagen.
De esta manera, socava la confianza pública y erosiona los cimientos de la sociedad.
Por lo general, una persona que habla mal de los demás en tu presencia es muy probable que también hable mal de ti en tu ausencia. Es por eso que las enseñanzas religiosas nos instan a no escuchar las murmuraciones y no permitir que nadie las haga en nuestra presencia.
La curación principal para cualquier dolencia física, mental o moral es encontrar la causa raíz de la enfermedad y eliminarla. Las causas fundamentales de las murmuraciones son cuestiones como la envidia, el odio, la presunción, el egoísmo y la malicia, y si estos malos rasgos no se erradican, no se puede esperar poder abandonar las murmuraciones.