Aunque el centro de la religión es Dios, el Profeta (Bpd) juega un papel central y es a él a quien se sigue y constituye la fuerza exterior y la estabilidad de la religión.
Uno de los papeles que desempeñó el Profeta en la creación de la unidad fue a través de sus palabras, enseñanzas y recomendaciones. No hay una sola palabra del Profeta que recomiende divisiones y desunión, y en el Corán que él trajo de Dios, no hay ninguna interpretación, ni siquiera en una forma débil, que recomiende la discordia.
El trabajo del Profeta en la sociedad islámica estuvo orientado hacia la unidad desde el principio, y el objetivo del Profeta y su trabajo en la comunidad fue crear y fortalecer la unidad. Una de las políticas del Profeta fue a veces llegar a acuerdos incluso con los no musulmanes. Esto muestra que el Profeta veía la sociedad en la que también vivían los no musulmanes, como una sociedad unida entre musulmanes y no musulmanes.
Por supuesto, el Profeta (saas) luchó contra los no musulmanes que querían destruir la sociedad islámica y el Islam.
El “pacto de hermandad” entre los pueblos creó una especie de unidad con un aspecto emocional y otro religioso, y esta iniciativa del Profeta es única en la historia.
El Profeta tenía la intención de crear unidad y tomar una postura contra cualquier acción encaminada a dividir a la sociedad, porque la unidad era más importante para el Profeta, quien así allanó el camino para la desaparición gradual del tribalismo.
El pacto entre las tribus las unió y transformó este desafío (tribalismo) en una oportunidad (unidad). En otras palabras, fue el arte del Profeta (Bpd) el que pudo transformar desafíos fundamentales en posibilidades para la unidad de la sociedad.
Extractos de las declaraciones de Ahmad Meghari, director del Instituto de Investigación sobre el acercamiento de las escuelas islámicas.