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Fuentes : Shafaqna
domingo

24 septiembre 2023

11:28:14
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Exégesis del Corán del Al-Mîzân de Allâmah Sayid Muhammad Husain at-Tabâtabâî, Sura al-Baqarah (Parte 4)

SANTIAGO. (ABNA) – Capítulo dos, sura al-Baqarah (La Vaca), doscientos ochenta y seis versículos – ¾ Medina


وَمِنَ النَّاسِ مَن يَقُولُ آمَنَّا بِاللَّهِ وَبِالْيَوْمِ الآخِرِ وَمَا هُم بِمُؤْمِنِينَ (٨).  يُخَادِعُونَ اللَّهَ وَالَّذِينَ آمَنُوا وَمَا يَخْدَعُونَ إِلاَّ أَنفُسَهُم وَمَا يَشْعُرُونَ (٩).  فِي قُلُوبِهِم مَّرَضٌ فَزَادَهُمُ اللَّهُ مَرَضاً وَلَهُم عَذَابٌ أَلِيمٌ بِمَا كَانُوا يَكْذِبُونَ (١۰).  وَإِذَا قِيلَ لَهُمْ لاَ تُفْسِدُواْ فِي الأَرْضِ قَالُواْ إِنَّمَا نَحْنُ مُصْلِحُونَ (١١).  أَلا إِنَّهُمْ هُمُ الْمُفْسِدُونَ وَلَكِن لاَّ يَشْعُرُونَ (١٢).  وَإِذَا قِيلَ لَهُمْ آمِنُواْ كَمَا آمَنَ النَّاسُ قَالُواْ أَنُؤْمِنُ كَمَا آمَنَ السُّفَهَاءُ أَلا إِنَّهُمْ هُمُ السُّفَهَاء وَلَكِن لاَّ يَعْلَمُونَ (١٣).  وَإِذَا لَقُواْ الَّذِينَ آمَنُواْ قَالُواْ آمَنَّا وَإِذَا خَلَوْا إِلَى شَيَاطِينِهِمْ قَالُواْ إِنَّا مَعَكُمْ إِنَّمَا نَحْنُ مُسْتَهْزِؤُونَ (١٤).  اللَّهُ يَسْتَهْزِئُ بِهِمْ وَيَمُدُّهُمْ فِي طُغْيَانِهِمْ يَعْمَهُونَ (١٥).  أُوْلَئِكَ الَّذِينَ اشْتَرُوُاْ الضَّلالَةَ بِالْهُدَى فَمَا رَبِحَت تِّجَارَتُهُمْ وَمَا كَانُواْ مُهْتَدِينَ (١٦).  مَثَلُهُمْ كَمَثَلِ الَّذِي اسْتَوْقَدَ نَارًا فَلَمَّا أَضَائَتْ مَا حَوْلَهُ ذَهَبَ اللَّهُ بِنُورِهِمْ وَتَرَكَهُمْ فِي ظُلُمَاتٍ لاَ يُبْصِرُونَ (١٧).  صُمٌّ بُكْمٌ عُمْيٌ فَهُمْ لاَ يَرْجِعُونَ (١٨).  أَوْ كَصَيِّبٍ مِّنَ السَّمَاءِ فِيهِ ظُلُمَاتٌ وَرَعْدٌ وَبَرْقٌ يَجْعَلُونَ أَصَابِعَهُمْ فِي آذَانِهِم مِّنَ الصَّوَاعِقِ حَذَرَ الْمَوْتِ وَاللَّهُ مُحِيطٌ بِالْكَافِرِينَ (١٩).  يَكَادُ الْبَرْقُ يَخْطَفُ أَبْصَارَهُمْ كُلَّمَا أَضَآءَ لَهُم مَّشَوْا فِيهِ وَإِذَا أَظْلَمَ عَلَيْهِمْ قَامُواْ وَلَوْ شَآءَ اللَّهُ لَذَهَبَ بِسَمْعِهِمْ وَأَبْصَارِهِمْ إِنَّ اللَّه عَلَى كُلِّ شَيْءٍ قَدِيرٌ (٢۰).

Hay entre los hombres quienes dicen: “Creemos en Dios y en el Último Día”, pero no creen en absoluto (8). Tratan de engañar a Dios y a los que creen, pero, sin darse cuenta, solo se engañan a sí mismos (9). Sus corazones están enfermos y Dios les ha agravado su enfermedad. Tendrán un castigo doloroso por haber mentido (10). Cuando se les dice: “No corrompáis la Tierra”, dicen: “Pero si somos reformadores” (11). ¿No son ellos, en realidad, los corruptores? Pero no se dan cuenta (12). Y cuando se les dice: “Creed como creen los demás”, dicen: “¿Es que vamos a creer como creen los estúpidos?”. Son ellos los tontos, pero no lo saben (13). Cuando encuentran a quienes creen, dicen: “Creemos”. Pero, cuando están a solas con sus demonios, dicen: “Estamos con vosotros, era solo una broma” (14). Dios les devolverá la broma y les dejará que persistan en su rebeldía, que vaguen ciegos (15). Esos son los que trocaron la Dirección por el extravío. Por eso, su negocio no ha resultado lucrativo y no han sido bien dirigidos (16). Son como uno que alumbra un fuego. En cuanto este ilumina lo que le rodea, Dios se les lleva la luz, les deja en tinieblas y no ven (17). Son sordos, mudos, ciegos, no se convierten (18). O como una abundante lluvia del cielo con nubes borrascosas, truenos y relámpagos. Se ponen los dedos en los oídos contra el rayo, por temor a la muerte. Pero Dios cerca a los infieles (19). El relámpago les arrebata casi la vista. Cuando les ilumina, caminan a su luz, pero, cuando les oscurece, se detienen. Si Dios hubiera querido les habría quitado el oído y la vista. Dios es omnipotente (20).

Comentario 

Estos trece versículos son acerca de los hipócritas. Este tema lo discutiremos en detalle en el Capítulo 63 (Los Hipócritas) y en otros lugares.

Corán: “Tratan de engañar”: “al-Khad‘ah” ( الخَدْعَةُ ) es engaño, duplicidad.

Corán: “Cuando están a solas con sus satanaces…”: “ash-Shaitan” (الشَّيْطَانُ), significa malvado, demonio; es por eso que Iblīs es llamado Satanás.

Corán: “Son como uno que alumbra un fuego… no se convierten”: Los hipócritas son como un hombre rodeado por una oscuridad cerrada en la que no se puede distinguir lo bueno de lo malo, lo beneficioso de lo dañino. Para alejar la oscuridad enciende un fuego y con su luz es capaz de ver a cierta distancia de los alrededores. Pero, tan rápido como ha iluminado el ambiente circundante, Dios extingue el fuego por medio del viento, la lluvia o alguna otra cosa, y entonces queda como estaba antes, en la oscuridad total. Ahora se encuentra abrumado, entre dos oscuridades, la de la noche y la de la perplejidad o aturdimiento, lo que anula sus esfuerzos. Esta parábola se ajusta exactamente a los hipócritas. Un hipócrita se declara musulmán y por medio de ello obtiene algunos beneficios respecto al matrimonio, la herencia, etc. Pero tan pronto como se le aproxima la muerte —que es el momento en el que deberían surgir los beneficios reales y completos del Islam – Dios se lleva la luz, anula sus obras y le deja en la más profunda oscuridad, donde no puede ver absolutamente nada. Así se ubica entre dos oscuridades, la original y la agregada con sus acciones oscuras.

Relacionado: Exégesis del Corán del Al-Mîzân de Allâmah Sayid Muhammad Husain at-Tabâtabâî, Sura al-Baqarah (Parte 3)

Corán: “O como una abundante lluvia… Dios es omnipotente”: “aṣ-Ṣayyib” (الصَّيِّبُ, lluvia abundante); “al-barq” (البَرْقُ, relámpago, brillo); “al-ra‘d” ( الرَّعْدُ , trueno que se escucha después del resplandor del rayo); “aṣ-ṣā‘iqah” ( الصَّاعِقَةُ , rayo, centella).

Este es otro ejemplo para los hipócritas. Un hombre es atrapado por un aguacero, le rodea la oscuridad, no puede ver nada a su alrededor y pierde el rumbo. La lluvia le indica que corra, que busque un refugio en alguna parte, pero la oscuridad se lo impide. Se encuentra abrumado por truenos y rayos espantosos e intenta aprovecharse del resplandor de la descarga eléctrica e ir hacia algún lado, pero es muy fugaz. Con cada resplandor da unos pasos y al volver la oscuridad se detiene nuevamente.

El hipócrita está exactamente en la misma situación. No le gusta el Islam pero se declara musulmán. Sus palabras no le llegan al corazón. Lo que dice es distinto de lo que cree en el corazón. Debido a esta discrepancia el camino no se le ilumina como debería. La resultante es que anda a tientas y sin norte, tropezando por uno y otro lado. Camina un poco y luego se detiene. Así lo castiga Dios con la desgracia. Si Él hubiera deseado, le habría quitado la vista y el oído, con lo que le hubiera provocado el oprobio desde el primer día.