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Fuentes : Shafaqna
jueves

28 septiembre 2023

9:53:13
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Exégesis del Corán del Al-Mîzân de Allâmah Sayid Muhammad Husain at-Tabâtabâî, Sura al-Baqarah (Parte 5)

SANTIAGO. (ABNA) - Capítulo dos, sura al-Baqarah (La Vaca), doscientos ochenta y seis versículos – ¾ MEDINA.


يَا أَيُّهَا النَّاسُ اعْبُدُواْ رَبَّكُمُ الَّذِي خَلَقَكُمْ وَالَّذِينَ مِن قَبْلِكُمْ لَعَلَّكُمْ تَتَّقُونَ (٢١).  الَّذِي جَعَلَ لَكُمُ الأَرْضَ فِرَاشاً وَالسَّمَآءَ بِنَآءً وَأَنزَلَ مِنَ السَّمَآءِ مَآءً فَأَخْرَجَ بِهِ مِنَ الثَّمَرَاتِ رِزْقًا لَّكُمْ فَلاَ تَجْعَلُواْ لِلَّهِ أَندَادًا وَأَنتُمْ تَعْلَمُونَ (٢٢).  وَإِن كُنتُمْ فِي رَيْبٍ مِّمَّا نَزَّلْنَا عَلَى عَبْدِنَا فَأْتُواْ بِسُورَةٍ مِّن مِّثْلِهِ وَادْعُواْ شُهَدَائَكُمْ مِّن دُونِ اللَّهِ إِنْ كُنتُمْ صَادِقِينَ (٢٣).  فَإِن لَّمْ تَفْعَلُواْ وَلَن تَفْعَلُواْ فَاتَّقُواْ النَّارَ الَّتِي وَقُودُهَا النَّاسُ وَالْحِجَارَةُ أُعِدَّتْ لِلْكَافِرِينَ (٢٤).  وَبَشِّرِ الَّذِين آمَنُواْ وَعَمِلُواْ الصَّالِحَاتِ أَنَّ لَهُمْ جَنَّاتٍ تَجْرِي مِن تَحْتِهَا الأَنْهَارُ كُلَّمَا رُزِقُواْ مِنْهَا مِن ثَمَرَةٍ رِّزْقًا قَالُواْ هَذَا الَّذِي رُزِقْنَا مِن قَبْلُ وَأُتُواْ بِهِ مُتَشَابِهًا وَلَهُمْ فِيهَآ أَزْوَاجٌ مُّطَهَّرَةٌ وَهُمْ فِيهَا خَالِدُونَ (٢٥).

¡Hombres! Adorad (servid) a vuestro Señor, Que os ha creado a vosotros y a quienes os precedieron. Quizás, así, podáis guardaros (contra el mal) (21). Quien ha hecho de la Tierra lecho y del cielo edificio. (Quien) ha hecho bajar agua del cielo, mediante la cual hace brotar frutos para sustentaros. No atribuyáis iguales a Dios a sabiendas (22). Si dudáis de lo que hemos revelado a Nuestro siervo, traed una sura semejante a él, y si es verdad lo que decís llamad a vuestros testigos en lugar de llamar a Dios (23). Pero, si no lo hacéis —y nunca podréis hacerlo— guardaos del fuego cuyo combustible lo constituyen hombres y piedras, que ha sido preparado para los infieles (24). Anuncia la buena nueva a quienes creen y obran bien: tendrán jardines celestiales por cuyos bajos fluyen arroyos. Siempre que se les dé como sustento algún fruto de ellos, dirán: “Esto es igual a lo que se nos ha dado antes”. Pero se les dará solo algo parecido. Tendrán parejas purificadas y estarán allí eternamente (25).

 

Comentario 

Corán: “¡Hombres! Adorad (servid) a vuestro Señor… podáis guardaros (contra el mal)”: Los diecinueve versículos precedentes han descrito las posturas de los tres grupos catalogados: los piadosos, quienes son guiados por su Señor; los incrédulos, cuyos corazones y oídos han sido sellados y tiene los ojos cubiertos y los hipócritas, con una enfermedad en sus corazones —que Dios ha agravado— a la vez que son sordos, mudos y ciegos.

Dios llama a los seres humanos, en su conjunto, a ser buenos siervos de Él, adorarlo a Él y no ser de los incrédulos e hipócritas, sino de los piadosos, quienes se guardan del mal. Este contexto muestra que la frase, Quizás, así, podáis guardaros (contra el mal), está regida por el verbo “adorar”. Se debería adorar a Dios para estar con los que se guardan contra el mal, quienes son piadosos. También puede estar regida por el verbo “crear”, con lo que la expresión sería: “Dios los creó para que se puedan guardar contra el mal”.

Corán: “Quien ha hecho de la tierra lecho… No atribuyáis iguales a Dios a sabiendas”: “al-Andād” (الاَنْدَادُ) es plural de an-nidd (النِّدُّ, igual, semejante, par). La expresión “a sabiendas”, es incondicional y gramaticalmente un complemento circunstancial de “no atribuyáis”. Estos dos factores le proveen una fuerza extraordinaria a la prohibición de atribuir iguales a Dios. La oración muestra que incluso un ser humano que tenga poco conocimiento no debería imputar igual o socio a Dios. Debería saber que Dios es Quien lo ha creado a él y a quienes le precedieron, arreglando y dirigiendo este sistema en la creación para dar lugar al sustento y a la supervivencia. 

Corán: “Si dudáis… traed una sura semejante a él…”: Este es un desafío que los seres humanos y los jinns (genios) nunca pueden enfrentar. Se presenta para demostrar el milagro del Corán, para indicar que es un Libro enviado por Dios. Sin lugar a ninguna duda, ha sido revelado como un milagro permanente que estará presente hasta el fin del mundo. Este desafío aparece repetidamente en el Corán:

Di: “Si los hombres y los genios se unieran para producir un Corán como este, no podrían conseguirlo, aunque se ayudaran mutuamente” (C. 17:88).

O dicen: “Él lo ha inventado”. Di: “Si es verdad lo que decís, traed diez suras como él, inventadas, y llamad a quien podáis, en lugar de llamar a Dios” (C. 11:13).

Este contexto muestra que el pronombre “él” se refiere a lo que hemos revelado a Nuestro siervo, es decir, el Corán. Es un desafío para que traigan algo parecido al Corán, con su sentido y estilo inimitable.

La expresión “min mizlihi”  ( مِنْ مِثْلِهِ ) traducida aquí [semejante a él], también admite la traducción “de (alguien) parecido a él”. En este caso será un desafío para que un escrito como el Corán sea presentado por alguien parecido al Santo Profeta (Bpd).  Este Corán ha sido traído por una persona que no recibió enseñanza de ningún maestro, que no aprendió esas verdades maravillosas de ningún humano ni tomó su elocuencia de estilo inigualable de ningún mortal. Y le dice a los infieles que traigan algo parecido de una persona iletrada, si creen que podría escribir un Libro así. A la luz de lo dicho el versículo tendría el siguiente sentido:

Di: “Si Dios hubiera querido, yo no os lo habría recitado, y Él no os lo habría dado a conocer. Antes de él, he permanecido toda una vida con vosotros. ¿Es que no razonáis?” (C. 10:16).

Ambas explicaciones han sido dadas en algunas tradiciones.

Obviamente, este y otros versículos desafiantes retan a los antagonistas a traer, si pueden, aunque más no sea, algo parecido al capítulo más corto del Corán, es decir al-Kawzar o al-‘Aṣr.

Algunos escribieron una extraña exégesis por medio de la que, semejante a él, significa “como este Capítulo de ‘La Vaca’”, en el cual aparecen estos versículos. Dicha explicación está totalmente desprovista de un buen gusto literario. Quienes descreían del Corán rechazaban totalmente el Libro, considerándolo fraguado contra Dios. ¿Qué propósito podría cumplir el desafiar a traer un Capítulo como el de “La Vaca”? En un análisis final significaría lo siguiente: si dudan de un capítulo breve como al-Kawthar o al-Ijlāṣ, entonces traigan uno del largo de “La Vaca”. ¿Absurdo no?

El milagro y su esencia

La afirmación del Corán en cuanto a que él es un signo milagroso y el desafío a los que dudan, expresado por medio del versículo 2:23, en realidad contiene dos afirmaciones. Una de ellas es que esos milagros, esos sucesos sobrenaturales, ciertamente suceden; la otra es que el Corán es uno de esos milagros. Si se prueba la segunda afirmación, la primera queda evidenciada automáticamente. Es por eso que el Corán desafía a los seres humanos a traer algo parecido, pues la resultante sería la comprobación de ambos aspectos de la afirmación.

¿Cómo sucede un milagro? Después de todo, va en contra del sistema muy aceptado y nunca rechazado de causa-efecto. El Corán explica este tema en dos etapas.

Primero: El milagro es una realidad. El Corán es uno de los milagros y prueba por sí mismo la existencia de los milagros en general. Realiza un desafío a sus adversarios y de esta manera prueba su verdad.

Segundo: ¿Cuál es la realidad del milagro? ¿Cómo es que en este mundo donde rige la ley universal de causa-efecto puede suceder algo que la contradiga?


El milagro del Corán

Indudablemente, el Corán ha ofrecido un desafío continuo, por medio del cual se demuestra que es un milagro. Este desafío ha sido expresado en muchos versículos, tanto mecanos como así también medinenses. Todo ello muestra que este Libro es un milagro divino, un signo sobrenatural. El versículo en discusión, “Si dudáis de lo que hemos revelado a Nuestro siervo, traed una sura semejante a él…”, es uno de esos desafíos: produzcan algún capítulo como los del Corán, hecho por alguien parecido al Profeta. Se debería advertir que con eso no se persigue probar de modo directo la misión profética de Muḥammad (PBD). El versículo no dice: “si dudáis de la misión profética de Nuestro siervo”, sino que dice: “si dudáis de lo que hemos revelado a Nuestro siervo”. De la misma manera, todos los desafíos expresados en el Corán apuntan a probar que este Libro es un signo sobrenatural de Dios. Y cuando este hecho se establece, dicha misión profética queda demostrada automáticamente.

Los versículos donde aparece este reto varían en su amplitud y generalidad. El más general es: Di: “Si los hombres y los genios se unieran para producir un Corán como este, no podrían conseguirlo, aunque se ayudaran mutuamente” (C. 17:88). El versículo es del período mecano y es fácil ver que contiene un desafío que todo lo abarca y que no se confina a su elocuencia insuperada y a la pureza inigualable del estilo. Si así fuera, no incluiría a los no árabes. Se dirigiría solamente a quienes hablaban árabe puro antes de que fuese degradado por la influencia exterior. En otras palabras, solamente a los árabes de los días del paganismo o a aquellos cuyo período de vida les permitió abarcar el tiempo del paganismo y la época del Islam. Pero el versículo desafía no solamente a toda la humanidad, sino que también confronta a los genios o yinn.

En cuanto a otras cualidades especiales del Corán (como la explicación de las realidades espirituales, la elevada moral, el código legal más abarcador y apropiado, la información de cosas ocultas como así también otros temas sobre los que el ser humano ni siquiera pensaba cuando el Corán fue revelado), son de tal naturaleza, que solamente un grupo selecto —no todo el género humano— pueden apreciarlas. Pero, como dijimos, el desafío es general y abarca a todos los hombres sin diferencia de capacidades y a los jinn. A la luz de esto queda en claro que no se limita a alguna cualidad. Desafía a traer algo parecido a este Libro con todas sus cualidades.

El Corán es un milagro: para el elocuente, por su encantador estilo y elevación; para el prudente, por su cordura; para el estudioso, por su conocimiento; para el sociólogo, por su sistema social; para el legislador, por su legislación; para el político, por su método y tratamiento en la materia; para el gobernante, por sus normas de justicia; y para todo el mundo en general por cosas que nadie puede captarlas por sí mismo, como la información de lo oculto, las profecías de los sucesos futuros, la libertad de discrepar respecto a sus leyes, conocimiento y expresión.

El Corán afirma ser un gran milagro que cubre todos los aspectos. Es un milagro para toda persona y jinn —sea una persona de la élite o de nivel medio, instruida o ignorante, hombre o mujer, de un rango o excelencia elevada o de un nivel inferior—, en resumen, para cualquiera que tenga suficiente inteligencia como para comprenderlo. El ser humano, por naturaleza, tiene alguna virtud y conoce los distintos grados de la misma. Cada persona debería observar el grado de excelencia que posee. Después debería compararla con la excelencia o virtud del mismo tipo que contiene el Corán. Y después debería decidir, con total honestidad y justicia, si está dentro de los límites de la capacidad humana producir algo parecido al Corán. ¿Es posible para un ser humano producir ese conocimiento divino, tan bien razonado, como lo ha hecho el Corán? ¿Está dentro de la capacidad humana crear tales descripciones, basadas sobre fundamentos reales, que puedan ser comparadas, honestamente, en pureza y excelencia, con las enseñanzas coránicas? ¿Pueden los seres humanos estatuir leyes perfectas que cubran todos los aspectos de la actividad humana sin equívocos o discrepancias, con el espíritu del monoteísmo y el sentido de piedad empapando, impregnando toda orden y lo que de allí se infiera, con pureza y transparencia, nutriendo sus raíces y tallos? Algo sorprendentemente tan amplio, que todo incluye, ¿puede provenir de un hombre sin instrucción, que nació y se crió entre gente que lo único que compartía como virtudes humanas era una vida sustentada en correrías, saqueos y guerras? Se trataba de hombres que enterraban vivas a sus hijas y mataban a sus hijos por temor a la pobreza, que se jactaban de sus padres y se casaban con sus madres. El libertinaje era su orgullo. Condenaban el conocimiento y se pavoneaban de su ignorancia. A pesar del chovinismo y altanería que ostentaban, eran presas de cualquier cazador y objetivo fácil para cualquiera que deseaba conquistarlos. Un día caían bajo el gobierno yemenita, al día siguiente eran gobernados por los etíopes, otro día los dominaban los bizantinos, después les tocaba a los persas el turno de humillarlos. Este es el cuadro, en miniatura, de los árabes antes del Islam. Y es en ese entorno que el Profeta del Islam se presenta con el Corán.

Supongamos, por otra parte, que un hombre trae un libro y afirma que es una guía para los universos. ¿Tendrá la osadía de incluir allí las noticias e informaciones —pasadas y futuras— de lo oculto, sobre los más variados tópicos? ¿Cuál será la reflexión de quien compruebe que ni el más simple detalle en el mismo resulta equivocado?

Además, teniendo en cuenta que todo ser humano es parte de un mundo natural en constante cambio y perfeccionamiento, ¿es posible que hable de todos y cada uno de los asuntos de la vida y dé al mundo conocimiento, leyes, sabiduría, advertencias, parábolas e historias —respecto a todas las cosas, grandes o pequeñas— sin caer en ninguna contradicción, sin basarse en conceptos evolucionistas, especialmente cuando el mensaje no se manifiesta en un solo acto sino a lo largo de veintitrés años? ¿Y eso no se ve aún como más difícil cuando algunos tópicos son tratados una y otra vez, presentándose como ramas que surgen del mismo árbol que se plantó antes? Es indudable que todo eso no es posible, como algo común u ordinario, porque ninguna persona puede permanecer con un conocimiento y perspectiva sin alteraciones a lo largo de toda su vida.

Cuando una persona sopesa estos hechos respecto del Corán, el cual contiene las características antes mencionadas junto a muchas otras, no puede abrigar ninguna duda acerca de su origen divino ni de que se coloca más allá de la capacidad humana y por sobre las causas materiales y naturales. Si alguien no está en situación de comprender esta clara realidad, debería seguir el dictado de su naturaleza. En otras palabras, debería preguntar a quienes son conocedores en la materia.

Pregunta: ¿Por qué el Corán no limitó su desafío solamente a la élite (pensante)? ¿De qué sirve incluir en esto al conjunto de los individuos? Después de todo, una persona común es fácilmente influenciable por tales afirmaciones y tarda muy poco en aceptar las pretensiones de cualquier simulador. ¿No se pudo observar acaso que fue gente común la que rodeó a al-Bāb, al-Bahā’, Mīrzā Ghulām Aḥmad Qāḍīyānī y al-Musailamah, no obstante que lo que trajeron como prueba estos engañadores era más una charla sin sentido y un delirio que una conversación razonable?

Respuesta: Era la única manera de mantener el milagro que todo lo incluye, el único método posible para considerar que la perfección y excelencia en una cualidad o virtud posee diversos rangos y grados. La gente tiene distintos niveles de comprensión y las virtudes difieren en su perfección. Quienes tienen un elevado nivel de comprensión y una percepción correcta, apreciarán fácilmente la elevada cualidad de un trabajo excelente. Quienes posean una comprensión menor deberán referirse a las anteriores para juzgar. Este es el dictado de la naturaleza y el reclamo de la psiquis humana.

Un milagro que puede ser universal y amplio, que se puede comunicar a cada individuo, en cualquier lugar y en todas las épocas, que puede ser enviado a todos y puede existir hasta el último día del mundo, necesariamente debe ser un conjunto de conocimiento divino y realidades espirituales. Todos los otros milagros, gobernados por las leyes de la naturaleza, puesto que estaban limitados a cierto tiempo y espacio, se concretaron materialmente, como sucesos tangibles. Fueron vistos solamente por un número limitado de gente. Suponiendo incluso, en consideración del argumento, que fueron observados por toda la gente de un lugar en particular, no pudieron ser testimoniados por gente de otras localidades. Y suponiendo un imposible, es decir, que fueron vistos por todo el mundo, no pudieron continuar eternamente para que los observaran las generaciones futuras.

Es por eso que Dios eligió para el Profeta del Islam (PBD) este milagro académico y espiritual, es decir, el Corán, como forma de seguir confrontando a todo el género humano en todos los lugares y a todas las generaciones. De ese modo, el milagro, en términos generales, sigue presente frente a cada persona, en cada área y en cada era.