En Buenaventura, el puerto de mayor importancia de Colombia sobre el Océano Pacífico, se halla una de las comunidades musulmanas más significativas del país. Esta importancia no está dada solamente por su tamaño, tercera tras las existentes en Maicao y Bogotá, sino que su existencia de casi cuatro décadas la convierte en un referente obligado en el estudio de la presencia del Islam en Colombia.
Por otro lado, la comunidad de musulmana de Buenaventura se diferencia de las restantes comunidades en Colombia, y aun en América Latina, en que está constituida totalmente por conversos al Islam o sus descendientes. Es decir, está conformada completamente por nativos. Incluso dentro del Islam colombiano, son la única comunidad predominantemente chiita del país, siendo en el resto de lugares el sunismo la tendencia imperante. Sin embargo, la característica que a nuestro juicio es más interesante es que es la única comunidad musulmana del continente constituida en su totalidad por afro descendientes. Debido a esto, la forma en la que a nivel local los elementos étnicos y religiosos se mezclan e influyen mutuamente, hacen del chiismo de Buenaventura un caso singular.
Pese a esto, la comunidad no ha sido objeto de un estudio profundo, y salvo algunas anotaciones casi anecdóticas por parte de investigadores de la afrocolombianidad, no existe ninguna referencia ni mucho menos análisis acerca de la presencia del Islam entre dichos pobladores. Por esta razón, investigadores del Centro de Estudios Teológicos y de las Religiones de la Universidad del Rosario viajaron a Buenaventura y Cali a buscar las raíces esta comunidad musulmana afrocolombiana en el Pacífico. El propósito fue observar sus formas de organización, así como las instituciones y estructuras sociales que han creado en torno a su fe común, lo que los ha convertido en referente para otras comunidades musulmanas y afro americanas por sus logros religiosos y sociales. De igual manera, se buscó comprender entender las complejas relaciones que se dan entre el factor étnico y la vivencia religiosa en un contexto nacional especialmente problemático, caracterizado por la pobreza y el conflicto.
Introducción: Islam en Colombia
Si bien existen algunas huellas de presencia islámica en nuestro territorio desde inicios del siglo XVI, la presencia contemporánea de musulmanes se remonta a las migraciones árabes hacia Occidente, a finales del siglo XIX. Sin embargo, la constitución de verdaderas comunidades solo se dio a partir de los años setenta del siglo anterior, cuando de manera casi simultánea surgieron asociaciones islámicas en Buenaventura, Maicao y Bogotá.
Estas comunidades, que originalmente estaban conformadas (salvo el caso de Buenaventura) por inmigrantes, hacia mediados de los años noventa empezaron a sufrir un crecimiento importante en el número de musulmanes nativos. En medio de esta dinámica de crecimiento, los musulmanes se encuentras esparcidos por buena parte de la geografía nacional, existiendo organizaciones e instituciones en prácticamente cualquier ciudad importante. Así, desde las anteriormente mencionadas, el Islam se ha expandido a ciudades como San Andrés, Cartagena, Barranquilla, Santa Marta, Bucaramanga, Cali, Pasto, Medellín y Pereira, por citar los sitios más importantes. Aunque según nuestros estimativos el número de musulmanes en Colombia sigue siendo bajo (0.04), los cerca de quince mil representan un grupo dinámico y en expansión, por lo que su estudio se hace necesario, especialmente en el problemático contexto actual.
Recuadro 1: El contexto de Buenaventura
Buenaventura es el puerto más importante de Colombia sobre el Océano Pacífico. Ubicado en el Valle del Cauca moviliza alrededor del 60 del comercio del país. Además de servir como centro de distribución para las demás poblaciones del Pacífico, la ciudad recibe ingresos por el turismo. Sin embargo, contrastando con los altos índices económicos, buena parte de la población vive en condiciones precarias y la falta de inversión social, sumada al conflicto armado y el narcotráfico, afecta de manera directa a sus casi 500.000 habitantes, contando a la población flotante, en su mayoría afrocolombianos. Una opinión común entre los bonaverenses es que a través del puerto se mueve la riqueza del país, pero nada se queda en la ciudad.
Historia de la comunidad
El Islam llegó al puerto de manera particular. Debido a la relación establecida entre el orgullo negro y el elemento religioso, el mensaje de la Nación del Islam caló con fuerza en diversos lugares, no solo de Estados Unidos, sino incluso en América Latina y África, particularmente en los agitados años sesenta y setenta. Uno de estos lugares fue Buenaventura.
El hecho fundacional para el establecimiento de la comunidad fue la llegada de marineros, trabajadores de los barcos provenientes de Estados Unidos, pertenecientes al movimiento. Uno de ellos particularmente, llamado Esteban Mustafá Meléndez, afroamericano de origen panameño, se dedicó durante todo el tiempo que permanecía en el puerto en cada viaje realizado, a predicar acerca de la necesidad de reivindicar los derechos de los afrodescendientes. Este mensaje logró cierto éxito y para 1970 se establecieron las primeras reuniones de musulmanes colombianos. La dinámica del movimiento, junto a su ideología del orgullo negro, lograron la simpatía de la población del puerto, que por ese entonces no gozaba de ninguna posibilidad de integración al sistema de educación o mecanismos semejantes que les permitieran mejorar su calidad de vida.
Algunos miembros de la comunidad recuerdan:
El siempre llegaba en el barco... Daba charlas de un día, de unas horas, traía regalos y nuevamente se iba. Y les preguntaba si se habían reunido, porque decía que cuando volviera quería verlos unidos. Y así los fue concientizando y diciéndoles: la religión de ustedes es el Islam.
Unos años más adelante, gracias a un crecimiento casi exponencial, se lograron sentar las bases de la que sería la comunidad musulmana más antigua del país, con más de doscientos integrantes. Establecida en 1974, la Comunidad Islámica de Colombia fue la primera organización de musulmanes en lograr reconocimiento legal. Sin embargo, esto no significó una mejora sustancial en su nivel de vida, y la falta de líderes preparados, unido al debilitamiento de las relaciones con Estados Unidos cuando Meléndez se jubiló, llevaron a la primera crisis para esta agrupación. En ese entonces, el grado de formación educativa era tan bajo entre la población, que quien sabía leer en Inglés se convertía casi automáticamente en líder espiritual.
Si bien algunos llegaron incluso a viajar a estados Unidos en busca del “verdadero Islam”, otros buscaron en nuevas fuentes el conocimiento que les permitiera continuar con su nueva religiosidad, la cual se negaban a perder tan fácilmente. Así, durante los años ochenta algunos buscaron relacionarse con las comunidades de musulmanes sunitas de otros lugares del país o del exterior.
Sin embargo, el apoyo recibido fue, cuando no nulo, por lo menos tímido. La situación marginal de Buenaventura, unida a la desconfianza que producían en algunos sectores por su pasado filiación al movimiento de la Nación del Islam, llevaron que se les cerraron puertas. Por esta razón cuando desde Irán, en donde se había producido un cambio político que llevó a los clérigos al poder, se recibieron las primeras muestras de ayuda, la comunidad decidió enfocarse en esta dirección.
Por supuesto, el Islam dominante en Irán es el chiismo duodecimano, al cual pertenecen una décima parte de los mil cuatrocientos millones de musulmanes existentes hoy en el mundo. Dado que el propósito inicial de la comunidad era poseer sus propios líderes, el apoyo iraní se cristalizó en becas ofrecidas para que algunas personas realizaran estudios de profundización en Islam. Uno de estos individuos fue Carlos Valencia Potes.
Carlos Valencia, que adoptó al hacerse musulmán a sus 18 años el nombre islámico de Munir, tras finalizar sus estudios secundarios obtuvo una de las becas para estudiar islam en Argentina cuando tenía 22 años, en 1989. Un año después fue seleccionado para estudiar en la ciudad universitaria islámica de Qom, en Irán, en donde recibió varios años de formación en recitación coránica y sharia, tras lo cual inicio un ciclo universitario. Concluyó sus estudios islámicos en 2000, cuando regreso a Colombia, asumiendo la dirección de la comunidad, fortaleciendo de paso el proceso que llevó a la comunidad al chiismo. Bajo la dirección reciente del sheij Munir Valencia la comunidad ha logrado consolidarse, muestra de lo cual es la existencia de sus principales instituciones: La Mezquita y la Institución Educativa Silvia Zaynab.
La Mezquita, denominada Centro Cultural Islámico la Ciudad del Profeta, está ubicada sobre la avenida Rockefeller, una de las más importantes de la ciudad. Construida en el año 2000, actualmente posee una sala de oración, una biblioteca, cocina, sirve de sede apara una emisora musulmana virtual y tiene proyecto de ampliación en su segundo nivel.
El Instituto Silvia Zaynab, por su parte, ofrece educación desde el pre-escolar hasta básica secundaria, a población de bajos recursos. Si bien el colegio existe desde 1981, la periodicidad en el pago de la pensión, unido a la paulatina disminución en el número de musulmanes, llevaron a su cierre a finales de los años noventa. Fue cuando al sheij Munir se hizo cargo de la comunidad que la institución reabrió sus puertas, pasando inicialmente de 45 estudiantes en el año 2000, a 148 en 2008. Aunque la orientación del colegio es religiosa, solo un sesenta de sus alumnos son musulmanes. El resto de los escolares aprenden sobre las bases del Islam sin que sea considerado como nocivo por parte de sus familias. Aunque sigue siendo una institución privada, la matricula no es pagada por los padres de familia sino por el gobierno de la ciudad, gracias a un convenio firmado con la Secretaria de Educación de Buenaventura. Sin embargo, como manifiestan sus directivas, son frecuentes los retrasos, por lo que la carga sobre la comunidad para su funcionamiento sigue siendo importante.
Cabe anotar que antes de la consecución de estas sedes propias la comunidad debía enfrentarse a una continua migración, debido a factores de diversa índole, entre los que se encontraban la discriminación y la insolvencia económica. A pesar de haber ganado algunos espacios, aun no se posee un cementerio islámico, por lo que los musulmanes son enterrados según el rito indicado en cementerios convencionales.
Recuadro 2: La nación del Islam
Nacido en el Detroit de los años treinta del siglo anterior, el movimiento Nación del Islam (en Inglés Nation of Islam) debe su origen a la labor proselitista llevada a cabo por Wallace Fard Muhammad, quien pregonaba la necesidad de volver sobre los valores espirituales, culturales y religiosos de la población negra norteamericana, la cual había sido degradada a un estado de esclavitud por los blancos. Tras su desaparición unos años después, el movimiento, que paulatinamente ganó más fuerza, pasó a ser dirigido por Elijah Muhammad. Sin embargo, su figura más importante fue Malcolm X, quien centró la atención de los medios de comunicación en los años setenta antes de que decidiera romper con el movimiento, siendo asesinado poco tiempo después, en 1965. A pesar del nombre del movimiento, algunos analistas han llamado la atención sobre su interpretación poco estricta de la doctrina islámica y de hecho, es posible encontrar raíces de origen bautista, fe común entre los afro americanos del sur de Estados Unidos.
Recuadro 3: El Islam y el Chiismo
El Islam en una de las tres grandes religiones monoteístas y pertenece al tronco de las religiones abrahámicas. En términos numéricos constituye la segunda religión del planeta, con unos mil trescientos cincuenta millones de fieles, lo que quiere decir que cerca de la quinta parte de la población mundial es musulmana. De estos un 90 lo constituyen musulmanes suníes y un 10 musulmanes chiitas. Los chiitas comparten las mismas bases doctrinales que los musulmanes suníes, siguen el mismo texto sagrado (el Corán) y reconocen la tradición profética que llega hasta Muhammad. Sin embargo, existen unos puntos que los diferencian, tales como son el imamato y la importancia que se otorga a la justicia divina. El primero viene a ser la ayuda necesaria que envía Dios a la humanidad para que logre encausar sus actos y no se precipite a la perdición. Esta guía se habría manifestado en la existencia de profetas que según se piensa transmitieron el mensaje de Dios a diversos pueblos distintas épocas. Por supuesto, si bien Mahoma era el último mensajero, Dios había enviado a los imames como garantes del camino recto. Este no podía ser elegido por los hombres sino que, al ser designado por Dios, debía cumplir con ciertos requisitos como el ser descendiente del Profeta y dominar las ciencias religiosas, ser justo y, en general, carecer de defectos. Como su función consiste en servir de puente entre el mundo terrenal y el sobrenatural, su elección estaba dada por su antecesor, (el profeta o los otros imames) y su legitimidad venía de la divinidad misma. Los chiitas se diferencian en dos grupos principales, depende sigan la línea hasta el séptimo imam (septimanos) o hasta el decimosegundo (duodecimanos). La justicia divina se refiere a que Dios ha introducido un elemento de racionalidad a la creación, lo que hace que solo quepa esperar justicia de sus actos. Por esto mismo el hombre debe responder ante la divinidad en el día del juicio, dado que tiene la posibilidad de elegir y la conciencia para actuar.
Islam y etnicidad: Reivindicación étnica
Aunque el grueso de la comunidad, que act