Los dos soldados, del batallón Harub, destacaron las estrechas amarras de las esposas de plástico colocadas a los detenidos. “Hay algunos que piensan que hay que apretar las esposas a todo lo que dan, hasta que no pueda pasar una gota de sangre,” dijo un soldado. “No tarda mucho antes de que las manos se pongan azules. Hubo mucho gente que se veía que no sentían nada.”
Dijo que unos 150 palestinos, algunos de sólo 14 años, fueron atados, detenidos y se les vendaron los ojos en la escuela de la aldea durante la operación que duró de las 3 de la mañana hasta las 3 de la tarde. Se les dijo que tenía el propósito de impedir que jóvenes de la aldea lanzaran piedras hacia carreteras cercanas reservadas para colonos. Era evidente que muchos de los detenidos no habían hecho nada malo, pero se les retuvo para obtener inteligencia, dijo.
Las peores golpizas fueron en los baños, dijo. “Los soldados que llevaban [a detenidos] a los retretes simplemente estallaban en su contra aporreándolos; los maldecían sin motivo. Cuando llevaron a un árabe al retrete para que pudiera orinar, uno de ellos le dio una bofetada que lo lanzó al suelo. Había sido esposado por detrás con una esposa de nylon y le habían vendado los ojos. No fue insolente, no hizo nada para molestar a alguien… [fue] sólo porque es árabe. Tenía unos 15 años.” El soldado dijo que vio a muchos soldados “dar rodillazos [a los palestinos] porque es aburrido, si estás ahí parado 10 horas, no haces nada, así que golpeas a la gente.”
Un segundo soldado describió una “atmósfera fanática” durante las operaciones de búsqueda. “Entrábamos a una casa y poníamos todo cabeza abajo,” recordó, pero no encontraban armas. “Confiscaron cuchillos de cocina.”
El primer soldado dijo que la participación fue general. “Hubo muchos reservistas que participaron, y tuvieron una celebración total a costa de los palestinos: maldiciones, humillación, tirándoles los cabellos y las orejas, golpes, bofetadas. Esas cosas eran la norma.” Dijo que los incidentes en los baños fueron “extremos” y agregó que las golpizas no sacaron sangre. Fueron “golpes secos, pero siguen siendo golpes.”
El segundo soldado dijo que algunos soldados robaron en las casas que allanaban, a pesar de que la gente era tan pobre que les era difícil encontrar algo.
El mes pasado, el coronel Virob testificó ante un tribunal militar que los golpes contra detenidos palestinos podían ser justificados. “Pararlos contra los muros, empujarlos, un golpe que no causa heridas. Ciertamente, son cosas que son utilizadas comúnmente en un intento de cumplir la misión,” dijo. A pesar de una reprimenda al coronel Virob por el jefe del comando central, general Shamni, y un repudio del jefe del estado mayor del ejército, teniente general Gabi Ashkenazi, las observaciones son vistas por Rompiendo el Silencio, una organización que recolecta testimonios de soldados, como prueba de que los presuntos abusos en Hares no pueden ser desestimados como un hecho aislado o como improvisaciones a bajo nivel.
En Hares, Ihab Shamlawi, estudiante universitario, recuerda haber visto que un alumno de secundaria pidió permiso a los soldados para ir al baño. “Lo tiraron al suelo, le patearon las piernas y lo golpearon, dijo.” Otros diez o quince soldados estaban observando, recuerda el señor Shamlawi. “Todos se rieron”, dijo.
La oficina del portavoz del ejército dijo ayer que se había abierto una investigación y agregó que, después de las anteriores observaciones del coronel Virob, el general Shamni había distribuido panfletos a los soldados subrayando que “cuando alguien es retenido, detenido o arrestado… se prohíbe absoluta y claramente a los soldados de la Fuerza de Defensa de Israel [ejército israelí]… el uso de cualquier fuerza o violencia en su contra.”
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