Agencia Noticiosa Ahlul-Bait (P)

Fuentes : baiatullah
lunes

15 junio 2009

19:30:00
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Aniversario de su Nacimiento:

IMAM MUHAMMAD IBN ‘ALI, AL-YAWAD (a.s.)

Era descendiente del Mensajero de Dios, a través de su hija, la noble dama Fátima Zahrâ y de su esposo Amir al Mu’minîn ‘Ali ibn Abi Tâlib, sobre todos ellos la paz.

Fue el noveno de los Imames impecables de la Casa Profética.

Hijo de Imam ar-Ridâ (a.s.), el octavo Imam, nació el año 195 H. (811 a.C.) en Medina y murió en Bagdad el año 220 H. (835 a.C.)con 25 años de edad.

Ejerció el Imamato diecisiete años y fue enterrado en Kadimiiah, Iraq. Su madre fue una esclava nubia llamada Sabîka.

Al-Ma’mûn sentía un gran afecto por el Imam Al-Yawad (a.s.) por las grandes virtudes que reconocía en él a pesar de su corta edad, por sus conocimientos en filosofía y literatura y por su madurez intelectual, que ninguno de los sabios de su época podía igualar. Por ello, Al-Ma’mûn le casó con su hija Um ul-Fadl y Abu Ya’far Al-Yawad la llevó con él a Medina.

   

Al-Hasan bin Muhammad bin Suleiman transmitió, basándose en la autoridad de ‘Ali bin Ibrahim bin Hâshim, quien lo transmitió de su padre, quien lo transmitió basándose en la autoridad de Al-Tayyan bin Shâbib, quien dijo:

Cuando Al-Ma’mûn quiso casar a su hija Um ul-Fadl con Abu Ya’far Muhammad bin ‘Ali ar-Ridâ (la paz sea con ambos), las noticias llegaron a la familia Abbasida, causándoles gran preocupación. Temían que el califato terminase en manos de él.

Le pidieron al Califa Al-Ma’mûn que renunciase a su plan, pero el Califa les respondió:

"La causa de las fricciones con la familia de Abu Tâlib sois vosotros. Si les hubierais tratado justamente, habrían estado mucho más cerca de vosotros. Estaba decidido a entregarle el califato, pero él lo ha rechazado. Lo he elegido por su superioridad frente a todos los hombres de conocimiento y mérito, a pesar de su juventud, a consecuencia de su milagrosa naturaleza."

 

Los Abasidas le respondieron:

"Aunque ese joven te haya impresionado de tal manera, es sólo un muchacho sin conocimiento ni entendimiento y necesitado de guía, por lo tanto actúa adecuadamente con él y proporciónale la formación y educación necesarias y luego procede como te parezca conveniente."

"Avergonzáos", replicó Al-Ma’mûn "conozco a ese joven mejor que vosotros. Procede de una familia que recibe su conocimiento de Dios directamente, que aman a Dios y que están inspirados por Él. Sus antepasados poseían un conocimiento superior de la religión y de las ciencias, más allá de lo que las gentes, que carecen del rango de perfección de ellos, pueden alcanzar. Si lo deseáis, podéis examinarle, para que demuestre lo que os estoy diciendo."

"Consentimos en examinarle, Comandante de los Creyentes, tanto por ti como por nosotros." contestaron, "así que, permítenos designar a alguien que le pregunte, en tu presencia, sobre algunos temas de jurisprudencia (fiqh). Si él responde adecuadamente, no nos opondremos a lo que pretendes y él demostrará, tanto a la elite como al público en general, que el punto de vista del Califa es adecuado. Pero, si falla, estaremos en condiciones de protegernos en un asunto tan importante para nosotros."

 

Al-Ma’mûn respondió:

"Estoy de acuerdo en que este encuentro se celebre cuando os parezca apropiado."

 

Los Abbasidas fueron ante Yahia ben Akzam, que era el qadi (juez) más capacitado de la época y le pidieron que preparase una pregunta que Abu Ya’far Al-Yawad (a.s.) no fuese capaz de responder, prometiéndole una cuantiosa recompensa.

El día señalado llegó y al-Ma´mun ordenó que se dispusiera un asiento de honor para Abu Ya’far al-Yawad (a.s.). En esa época Abu Ya’far al-Yawad (a.s.)era un niño de nueve años y unos pocos meses. Se sentó sobre los mullidos cojines y frente a él lo hizo Yahia ibn Akzam.

"Comandante de los Creyentes"- dijo Yahia ibn Akzam dirigiéndose a Al-Ma’mûn" - me permites que interrogue a Abu Ya’far?

- "Pide permiso de él mismo" le respondió Al-Ma’mûn

- "Pregunta, si lo deseas" le dijo Abu Ya’far (a.s.)

-"Que Dios acepte mi sacrificio por tu salvación"- comenzó Yahia ibn Akzam- "¿Qué puedes decirme de un muhrim (una persona que se ha puesto las ropas del peregrino para realizar la peregrinación)que mientras cazaba, mata a un animal?"

-"¿Le mató en la zona no santificada o en el santuario? - preguntó el Imam Al-Yawad (a.s.) ¿Lo hizo sabiendo lo que hacía o ignorándolo? ¿Lo hizo deliberadamente o por error? ¿El muhrim era libre o esclavo? ¿Era joven o viejo? ¿Inexperto en la caza o experto? ¿Lo que mató, era un ave o no? ¿Era el animal grande o pequeño? ¿El hombre se obstinó en su acción o se arrepintió? ¿Mató al animal durante la noche o durante el día? ¿Cuando lo mató realizaba el Hayy o ‘Umra?

 

Yahia ibn Akzam se sintió desconcertado. Su rostro mostraba claramente la indecisión y el desconcierto. Comenzó a tartamudear de manera tan evidente, que todos los presentes se dieron cuenta de ello.

"¡Alabado sea Dios por esta bendición y por lo acertado de mi juicio!" - dijo Al-Ma’mûn. Miró a los miembros de su familia y dijo:

"Reconocéis ahora lo que antes negabais?

Tras esto casó a su hija con Imam Al-Yawad (a.s.), llegaron esclavos perfumes y perfumaron a todos los presentes. Después se colocaron mesas y se sirvieron manjares y finalmente se repartieron regalos para todos, a cada cual según su rango y posición.

Cuando casi todo el mundo había marchado y solamente quedaban unos pocos cortesanos, Al-Ma’mûn se dirigió a Abu Ya’far (a.s.) en estos términos:

 

"Que mi sacrificio sea tu rescate ¿Tendrías a bien informarnos de las leyes relativas a cada uno de los aspectos en los que has dividido la muerte de un animal a manos de un muhrim, de manera que podamos beneficiarnos de tu sabiduría?

"Sí." - replicó Imam Al-Yawad (a.s.) – "Si él ha matado al animal fuera del recinto sagrado y el animal era grande y alado, deberá en compensación sacrificar una oveja. Si lo ha realizado dentro del santuario, su multa será el doble. Si mató un pequeño pájaro fuera del Haram, su multa será un cordero que ya no mame leche. Si lo mató dentro del santuario deberá ofrecer una oveja y el precio del ave. Si mató un asno, el pago será una vaca. Si fue un avestruz, deberá pagar un camello. Si fue un ciervo, deberá pagar una oveja. Si hubiera matado cualquiera de estos animales en el Haram, la penalización sería el doble en cada caso y debería ofrecerlo en la Ka’ba. Si ha matado un animal que le exige el sacrificio de un animal en pago y sus ropas eran para el Hayy, deberá sacrificarlo en Mina. Si era para ‘Umra deberá sacrificarlo en La Meca. La penalización para el que sabe que está prohibida la caza mientras viste la ropa de peregrino y para el que lo ignora, es la misma. Si lo hizo deliberadamente, cometió un pecado. Si lo hizo por error, su pecado le es perdonado. Si es un hombre libre, deberá pagar su penalización. Si es un esclavo, su amo deberá pagarla. Un niño no está obligado a pagar la penalización, pero un adulto sí. Quien se arrepienta de lo que hizo, no será castigado por ello en la otra vida, pero quien no se arrepienta, será castigado en el Más Allá."

"Lo has explicado de manera clara y excelente, Oh Abu Ya’far y Dios te ha adornado de virtudes" - dijo Al-Ma’mûn - ¿Preguntarás algo a Yahia ibn Akzam, igual que él te preguntó?"

"¿Me permites que te pregunte?" - Interrogó Imam Al-Yawad a Yahia

"Que yo sea tu recompensa" - dijo Yahia- "procede como te parezca mejor, pero si conoces la respuesta de lo que me has de preguntar, podré beneficiarme de tu conocimiento."

Abu Ya’far (a.s.) le dijo:

 

"Dime quién es el hombre que mira a una mujer al principio del día, y eso era prohibido para él. Durante la mañana le fue permitido, al comenzar la tarde le fue prohibido y a media tarde le fue permitido nuevamente. Al anochecer le fue prohibido y por la noche le fue permitido de nuevo. A media noche le fue prohibido y al amanecer le fue permitido? ¿Cuál era el estado de esa mujer y por que se le permitió y se le prohibió mirarla sucesivamente?

"Dios no me ha guiado para poder contestar a eso y no lo se:" - respondió Yahia ibn Akzam "¿Puedes hacerlo tú, para que nos beneficiemos todos?"

"Esa mujer era esclava de un hombre" - dijo Abu Ya’far(a.s.) - "un extraño la miró por la mañana y esa mirada le estaba prohibida. Tras eso, la compró a su dueño y entonces le fue permitido mirarla. Al principio de la tarde la dio la libertad y volvió a ser prohibida para él. A media tarde, se casó con ella y le fue nuevamente permitido mirarla. A anochecer la repudió conforme a la formula no autorizada (Zihar): "Eres para mí como la espalda de mi madre." y entonces fue prohibida para él. Por la noche, se arrepintió del repudio y ella le fue permitida nuevamente. A media noche la divorció con la primera formula del divorcio en tres veces y ella le volvió a ser prohibida, al amanecer se arrepintió y ella volvió a ser halâl para él."

"Hay alguno de entre vosotros que sea capaz de responder preguntas como lo ha hecho Abu Ya’far?" - preguntó entonces Al-Ma’mûn a sus familiares.

No, por Dios" respondieron- "El Comandante de los Creyentes conoce mejor las decisiones que son convenientes." 

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