El Foreign Office informó a la Embajada de Israel en Londres acerca de la imposición de las sanciones hace unos pocos días. La Embajada, en un telegrama clasificado enviado al gobierno israelí, dijo que la decisión había sido tomada debido a las presiones de los miembros del Parlamento y las organizaciones pro-derechos humanos.
El embargo se produjo tras una revisión por parte del gobierno británico de todas las licencias de exportación de armas a Israel y fue anunciado hace tres meses. En total, dijo el telegrama, el Reino Unido revisó 182 licencias, incluyendo 35 referidas a las exportaciones destinadas a la Marina Israelí. Sin embargo, decidió en última instancia cancelar sólo 5 licencias, todas ellas relativas a los buques Saar 4.5. Las licencias en cuestión se refieren a recambios y suministros para los cañones de los buques.
Los británicos dijeron que el embargo ha sido impuesto debido a que estos buques participaron en la guerra de Gaza. Al hacerlo así, añadieron los británicos, ellos violaron los acuerdos de seguridad entre el Reino Unido e Israel que especifican los usos que pueden ser dados a los equipos británicos.
La pasada semana, los ministerios de Exteriores y Defensa del Reino Unido informaron a las compañías británicas implicadas que debían cesar sus planeados acuerdos de armas con la Marina israelí. Desde la operación de Gaza, varios parlamentarios y ONGs del Reino Unido han estado tratando de convencer a Londres para que imponga un embargo de armas completo a Israel. Sin embargo, el gobierno británico ha rechazado esta demanda.
En febrero, Amnistía Internacional publicó un informe sobre las ventas de armas británicas a Israel, que ponía de manifiesto el papel del país en el suministro de motores a los aparatos no tripulados Hermes 450. Según Amnistía, Israel utiliza estos aparatos para llevar a cabo asesinatos en Gaza.
No se espera que el embargo británico tenga impacto alguno en la capacidad operativa de la Marina israelí. Sin embargo, posee, sin duda, una enome significación política y podría alentar a otros países a detener las exportaciones de armas a Israel. El país que probablemente será el próximo en seguir esta tendencia es Bélgica, que vende a Israel equipos dirigidos a disolver las manifestaciones.
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