Agencia Noticiosa Ahlul-Bait (P)

Fuentes : madrid.icro.ir
sábado

17 julio 2010

19:30:00
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Conferencia sobre el poeta persa Sa’dí en la Universidad de Alicante

Coincidiendo con la Jornada Internacional de Sa’dí (1209-1294), la Universidad de Alicante ha promovido junto a la Consejería Cultural de la Embajada de la R. I. de Irán en España una conferencia sobre este poeta persa que se ha celebrado en la Facultad de Filosofía y Letras el día 22 de abril en el marco de un ciclo de conferencias a la memoria de Mª Jesús Rubiera Mata, profesora del Departamento de Árabe y Estudios Islámicos de dicha universidad, que falleció el pasado año.

A la conferencia asistieron estudiantes universitarios de lengua persa e interesados en la cultura del Irán, e intervinieron Joaquín Rodríguez Vargas, traductor al castellano de una de las obras de Sa’dí, La rosaleda, y Amir Pourpezeshk, tutelar de la citada consejería cultural iraní, y José Cutillas Ferrer, profesor de lengua y cultura persas de la Universidad de Alicante, quien corrió con las presentaciones de rigor. Pourpezeshk, tras agradecer su presencia a los asistentes, manifestó que el legado literario de Sa’dí “continúa refrescando el alma y el espíritu después de siglos y es como un vergel imperecedero en el que Sa’dí ocupa una posición especial. No son pocos los entendidos que opinan que la lengua persa hablada en nuestros días es deudora del Golestân [La rosaleda] y el Bustân, de Sa’dí y que los persahablantes de hoy hablan en realidad en la lengua del bardo de Shiraz.” Pourpezeshk añadió que “es Sa’dí un ejemplo humano al que se le puede tomar como modelo. Indagador, buscador de la perfección, responsable ante la sociedad y solidario con el sufrimiento ajeno.” El consejero cultural iraní destacó tres puntos importantes de la personalidad de este poeta persa del siglo XIII, al decir: “El primero es su elevado espíritu y el amor puro y limpio que siente hacia sus semejantes. Los versos que cito a continuación son en realidad el Poema por antonomasia y quizá el más auténtico de la temática sobre la Humanidad y el Humanismo: Los hijos de Adán son miembros de un organismo que de un elemento mismo se hicieron en la creación. Y si uno ellos de un mal padece los otros no estarán serenos. Si no te duele el dolor ajeno que te llamen persona no mereces” Verso éste que se repartió impreso entre los asistentes en un papel con fina caligrafía en persa junto a su traducción española. “Su segunda cualidad importante —prosiguió—, que radica en el amor al que me referí, es su sentido de la responsabilidad ante la sociedad y la gente, y esa responsabilidad no es otra que la que tienen los verdaderos librepensadores e intelectuales ante su sociedad. Para el desempeño de este papel, Sa’dí considera que debe portar su mensaje y sus ideas para la reforma de la sociedad apoyándose en bases culturales y nacionales, pero no imitando ciegamente ni tomando de lo ajeno: A mis andrajos ponerle remiendo es mejor que estar ropa pidiendo. La tercera de sus cualidades a destacar, la que Sa’dí posee como escritor, está su sencillez, ausencia de ampulosidad, honestidad, belleza y concisión tanto en su prosa como en su verso, de tal guisa que él fue consciente del legado que dejaba A continuación tomó la palabra Rodríguez, quien hizo una breve reseña sobre el pensamiento de Sa’dí, y los viajes de éste que duraron más de 25 años, en los que se incluyen 14 viajes a la Meca, y cuyo bagaje de experiencias vividas sirvió al poeta para redactar sus dos obras magnas, la Rosaleda y el Bustân, sin mencionar el poemario de Gazales. Rodríguez refirió a continuación que si el verso repartido entre el público ha sido merecedor que se cuelgue en un tapiz en uno de los salones de la ONU, otro de los versos del Bustân, en el que se refleja la tolerancia del poeta, mereció allá por el siglo XVIII ser confundido con un texto apócrifo bíblico perdido y hallado nuevamente. “Ocurrió que allá a principios del siglo XVII —explicó— un holandés llamado Gentius escribió un libro en latín titulado Historia Judaica, en el que citaba un poema que atribuía a un tal Sadus, sin decir nada más. Este poema, que era en realidad del Bustân, fue leído años después por un religioso inglés, Jeremy Taylor, quien citó el poema en una de sus obras escritas en inglés, a mediados del siglo XVII. Curiosamente, unos 100 años más tarde, el poema cayó en manos de Benjamín Franklin, quien lo hizo público y aseguró que aquello era un capítulo apócrifo del Génesis que había sido hallado recientemente, hasta que 30 años después, un artículo publicado en la New Asiatic Miscellany revela que lo afirmado por Franklin era totalmente falso y que el verso en cuestión es de Sa’dí, a lo que el politólogo norteamericano se defendió diciendo que ‘la moraleja del poema es tan importante que todo el mundo debe conocerla”. Sobre el estilo de La rosaleda, Rodríguez dijo que se trata de un tipo de macama, género cultivado en la literatura árabe desde el siglo IX, pero resaltó que la diferencia de la macama árabe en general, que busca el extrañamiento del lector entre los más rebuscado del léxico, y la macama de Sa’dí, es que éste ha basado su arte, no en el vocabulario rebuscado, sino en la extraña sintaxis de la que hace gala y que sigue deleitando al lector de hablapersa, el cual no se choca con un vocabulario ampuloso e ininteligible sino que lee una obra con una fraseología que ha sido tomada como paradigma por innumerables escritores durante los siete siglos que hace que murió el poeta de Shiraz. El traductor de La rosaleda destacó además el “uso magistral” que hace Sa’dí de sus conocimientos del texto del Corán, al intercalar pequeños fragmentos del mismo —tal cual, en árabe— en sus apólogos, bien para completar una de sus frases —aunque no esté hablando de religión— bien para justificar alguna de sus sentencias. “En La Rosaleda y el Bustan se han contabilizado más de un millar de referencias al Corán y a los hadices, además de todas las referencias a la tradición veterotestamentaria, hecho que dificulta la comprensión de la obra de Sa’dí sino se es ducho en el tema, pero que es fácil de entender por lo accesible de su lenguaje, dándose pues, una paradoja”, agregó al tiempo que recordaba que entre los persahablantes La Rosaleda se tiene como modelo de dicción, al modo que los hispanohablantes tenemos El Quijote de Cervantes. “Es más — apostilló— incluso las gramáticas de persa escritas por los extranjeros a partir del siglo XVIII tienen como modelo del buen hablar la Rosaleda de Sa’dí, pues son sus sentencias las que se usan como ejemplos en sus manuales para el aprendizaje del persa”. Tras hacer un breve repaso de las traducciones a numerosos idiomas de la que La rosaleda ha sido objeto desde su primera traducción al inglés allá por el lejano 1609, Rodríguez aclaró que la verdadera faceta de Sa’dí, en tanto que literato, es la “maestro de la dicción” y el “mejor de los oradores” —epítetos con los que se conoce en el mundo persahablante— “pero no como cuentista, de hecho, muchos de sus cuentos son insulsos, mal configurados, y si llaman la atención del lector es por su forma de contarlos y la moraleja”. “Al leer La rosaleda —subrayó— vemos que muchos de sus apólogos no son tales, sino que parecen ser una escena de la vida, algo que ha presenciado, algo que lo acerca aún más si cabe al género de la macama, donde el autor pinta ‘cuadros’ (escenas) que ha visto o imaginado, pero no cuenta una historia estructurada”. Rodríguez sentenció además que aunque La Rosaleda es una obra que suele ser catalogada como de “sapiencial”, por sus máximas y consejos, “en realidad muestra muchas facetas del poeta viajero y del mundo que le rodeaba, era un ‘microcosmos’, en palabras del iranólogo inglés E.G. Browne, y, como sentencian los especialistas iraníes en este poeta, el Bustân presenta la Ciudad Ideal, mientras que La Rosaleda da cuenta del mundo tal como es, de ahí que hasta el mismo Sa’dí se presente a sí mismo como un ser humano más, con sus defectos y virtudes, y no como un santo amonestador”. “La rosaleda no es una obra sufí como algunos la quieren pintar, pues aunque dedique uno de sus capítulos a la moral de los derviches, los otros siete capítulos no tienen que ver el tema; tampoco Sa’dí fue un sufí ni seguidor de ninguna cofradía en concreto”, fue la respuesta de Rodríguez al ser preguntado si la imagen de Sa’dí ha sido distorsionada a través de las diferentes traducciones que se han hecho de su obra. A continuación Rodríguez habló de las diferentes facetas de Sa’dí en La rosaleda, donde “su faceta de consejero alterna con poemas reivindicativos de justicia para mostrarse devoto y religioso a la vez que enemigo de la moralina y la falsa religiosidad, o filósofo y simple descriptor del mundo, y, como tal, describe un ser humano incorregible y sus relaciones como tal, en un mundo en el que la tiranía y el despotismo campan a sus anchas.” “A destacar, en cuanto a su faceta de consejero —continuó— es que los consejos que da son plausibles, de posible cumplimiento, pues sabedor de que el ser humano es pecador, recomienda en uno de sus apólogo perdonar al prójimo si éste te ha insultado, pero si no puedes perdonarle, insúltalo a él, pero no te excedas e incurras en cometer una acción injusta.” Para terminar, el traductor de La rosaleda señaló que al lado de su faceta humanista cabe destacar la de humano, “y en este sentido está la del Sa’dí chistoso, que se despacha bien criticando mordazmente las taras de la sociedad que le rodeaba, como la de dar en matrimonio a mozas jóvenes con ancionos decrépitos, algo a lo que el poeta de Shiraz dedica un capítulo entero lleno de sutilezas jocosas cuando no de descripciones explícitas de engorrosas situaciones”. En la sala de conferencias se dispuso una mesa con las obras de Sa’dí, algunas de ellas iluminadas, para motrarlas al público. /112