En el Nombre de Dios, el Compasivo, el MisericordiosísimoIntroducciónLa vida de cada grupo de seres vivos tiene un sentido particular, que se interpreta teniendo en cuenta la razón de su creación. Al crear a las plantas, Dios tenía ciertos objetivos diferentes a los que se propuso al crear a los animales. Por lo tanto, el sentido de la vida y la actividad vegetal es diferente al sentido de la vida y dinamismo de los animales. Por otra parte, la creación del ser humano es de una índole diferente y más completa que la del resto de los seres vivos, tanto desde el punto de vista extrínseco como del intrínseco, y del físico como metafísico. La amplitud del conocimiento del ser humano es tal que puede penetrar hasta las profundidades de la existencia, conquistar la Tierra y los cielos, hacer de ello un medio para alcanzar el objetivo final de la creación y la “excelencia de vida” (haiâtan taîibah),1 y buscar la vida real en la proximidad de Dios y en alcanzar la perfección absoluta. Éste es el sentido de la vida humana. De esta manera, la persona habrá cumplido con su función y habrá alcanzado la real condición humana. Por lo tanto, los roles de la mujer y del hombre en la familia o en la sociedad deben ser buscados en la razón de su creación y la razón de su vida. En otras palabras, la pregunta, “¿cuál es nuestro rol en el hogar y en la sociedad?” puede ser planteada de la siguiente manera: ¿Qué rol debemos desempeñar en el ámbito familiar y en la sociedad para poder alcanzar la “condición humana”, el regocijo y la felicidad, y lograr la proximidad divina? ¿Cómo podemos conseguir ello?Desde el punto de vista del Islam, básicamente “ser mujer”, es un tipo de “valor”, y en la sabia creación de Dios, tantos las mujeres como los hombres poseen un lugar, una naturaleza y un rol particular. No le es dado a las plantas cumplir con las funciones de los animales, ni viceversa. En el Islam el criterio y medida de un “valor”, es en función de la amplitud de su “rol”.Antes de explicar el rol de la mujer en el marco de la familia, en primer lugar debemos delinear cuál es la esencia y realidad de la familia, y en segundo lugar, cuáles son las razones de la legislación del matrimonio, y en consecuencia, de la conformación de la institución familiar. Solo entonces quedará más clara la posición y rol de la mujer en la familia para solventar las necesidades de esta institución.La esencia y realidad de la familiaLa esencia y realidad de la familia en el Islam resulta de un pacto y acuerdo divino especial: mizâqan galîdzan: “un pacto solemne”. En un contexto en el que se refiere a las condiciones y normas del matrimonio, y a la manera en que los hombres y mujeres han sido creados unos para otros, el Sagrado Corán dice:« وَأَخَذْنَ مِنكُم مِيثَاقاً غَلِيظاً »»Hemos tomado de vosotros un solemne pacto«.2Por lo tanto, la esencia y realidad de la familia, según el Islam, es un pacto o alianza. Pero no cualquier pacto; no es un pacto humano, sino un pacto que tiene un valor y posición divina, sagrado, celestial, puesto que todas las estipulaciones para los cónyuges en el mismo las ha escrito Dios.Es así que vemos que a pesar de la variedad de religiones, culturas, prácticas y costumbres sociales, desde Adán (a.s.) hasta nuestros días, conformar una familia siempre constituyó un acto natural e innato. ¿Cuál es la razón de la legislación del matrimonio y de la conformación de la familia?Podemos mencionar varias causas, como por ejemplo, la continuación de la especie, el desarrollo de la personalidad y la espiritualidad del ser humano, etc., pero para no desviarnos del tema nos limitaremos a la causa más primordial: es una respuesta al llamado de la “fitrah” o naturaleza primigenia del ser humano. Dios ha dispuesto el llamado de la “fitrah” en la esencia misma del ser humano. El ser humano busca algo; algo en su existencia vibra. ¿Por qué?Algo que Dios dispuso en nuestro interior al crearnos fue la “búsqueda de una pareja”, del mismo modo que dispuso en nuestro interior la búsqueda de la justicia, la búsqueda de lo espiritual, etc., y no podemos desprendernos de ello. En otras palabras, oponernos al hecho de formar una familia es negar nuestra naturaleza primigenia.Ahora bien, ¿qué suscita este llamado de la fitrah en el hombre y la mujer? Suscita la “necesidad”, y si no la suplimos ocasionará deficiencias y anomalías. Entre estas deficiencias -todas los cuales conforman un grupo de razones para conformar un matrimonio- podemos mencionar las necesidades físicas y biológicas, las necesidades espirituales, y las necesidades psíquicas y afectivas.De esta manera, la familia surge a partir de una “alianza sublime” entre dos importantes pilares, esto es, una mujer y un hombre, que cierran un acuerdo de “vida en común”, por medio del cual desean satisfacer necesidades físicas, afectivas, etc. Y luego, mediante el nacimiento de los hijos, la familia se agranda y por ende las necesidades se hacen más variadas y el rol de cada uno de los miembros de la familia se multiplica.En el Islam, la mujer y el hombre tienen funciones y roles clave para poder suplir estas necesidades de una manera satisfactoria. Indudablemente, la mujer, como esposa y madre, asume roles diferentes con relación al hombre como esposo y padre, y cada uno desempeña funciones adecuadas a su esencia o condición femenina o masculina. Al mismo tiempo sus roles se complementan perfectamente entre sí, y la vida, en la misma medida que no puede reemplazar a uno con otro, los necesita a ambos.Las “necesidades físicas”, se relacionan a los aspectos biológicos de las personas. Además de lo relacionado a la actividad sexual, son: necesidad de alimento, vestimenta, vivienda, salud, etc. Debido a su mayor fuerza corporal y económica, en el Islam es deber del hombre proveer el sustento, la seguridad, y garantizar el bienestar físico y la salud de la familia. Esta superioridad administrativa del hombre solo hace más pesada sus funciones y responsabilidades, y esto por fuerza, le acarrea incluso privilegios menores en la vida comparados con los de la mujer, y si, como manda el Islam, añadimos las responsabilidades morales a las responsabilidades legales del hombre, dará como resultado la auto renuncia del hombre en beneficio de los miembros de su familia, entre ellos, su esposa. Por supuesto, generalmente -aunque el Islam no la obliga-, siguiendo una pauta y costumbre de carácter ético y moral, la mujer colabora realizando o bien administrando las tareas de la casa. Del mismo modo, el Islam no le impide en absoluto realizar otros trabajos fuera del hogar y obtener sus propios ingresos, y si este fuera el caso, la mujer no está obligada a colaborar con los gastos de la casa y la familia.Entre otras necesidades fundamentales y básicas que tiene la familia, son las “necesidades afectivas, psíquicas y espirituales”. Si es que no decimos que estas necesidades son mayores que las físicas, al menos se encuentran al mismo nivel; es decir, en la misma medida que cada uno de los miembros de la familia necesita del alimento, también necesita de los afectos, del amor y de todo lo que ello implica, y aún cuando tanto la mujer como el hombre comparten el hecho de suplir las necesidades afectivas del uno y el otro,3 sin embargo, la mujer es la fuente original del amor y está más propensa innatamente a suplir de forma natural las necesidades afectivas de la familia. Dios ha creado a la mujer de una manera tal que su misma existencia está repleta de amor y estímulos afectivos. El rol de la mujer en la familiaSi bien hay necesidades que pueden ser satisfechas con la participación del resto de los miembros de la familia, hay un rol asignado para suplir algunas necesidades básicas de la familia que únicamente es responsabilidad de la mujer, y nadie más que ella puede desempeñarlo satisfactoriamente. El rol de esposa y madre que tiene la mujer en la familia, es un rol existencial irreemplazable de las mujeres en la lógica divina, que garantiza la seguridad y salud psíquica del ser humano. Según expresiones repetidas del noble Profeta del Islam (s.a.w.), el rol de esposa fue presentado como un ÿihâd o “lucha sagrada” que por sí solo equipara a todas las actividades económicas, sociales, militares y políticas que pudiera realizar un hombre. Y dijo en cuanto al rol de madre: “El Paraíso se encuentra a los pies de las madres”. Además, en las narraciones islámicas se transmitió que una persona le preguntó al Profeta del Islam (s.a.w.) con quién debía ser bondadoso, y el Profeta le respondió: “Con tu madre”. Nuevamente le preguntó: “¿Y luego con quién?”. Dijo: “Con tu madre”. Por tercera vez esta persona preguntó: “¿Y luego con quién?”. Y otra vez le dijo: “Con tu madre”, y cuando preguntó por cuarta vez, recién entonces el Profeta le respondió: “Con tu padre”. Y ésta es la posición elevada que tienen las mujeres y las madres en el Islam. Es más, se puede afirmar que en realidad, el Islam no ha beneficiado tanto a la posición del hombre en la medida que ha elevado la posición de la mujer.Debido a estos roles especiales que la mujer tiene en el sistema de la creación, está equipada con capitales internos valiosísimos, y la sociedad humana necesita de esos valores para desarrollarse. Uno de esos capitales internos es “la capacidad de brindar afecto”, que a lo largo de la historia y en todas las sociedades tuvo muestras magníficas. Aún cuando esta propensión interna que es el amor, se encuentra, más o menos, en cada persona, sin embargo, a la mujer le tocó una mayor parte de este regalo divino. Por un lado, esta inclinación y propensión sagrada prepara a las mujeres para todo tipo de sacrificios en su vida junto a su esposo, y cual lámpara encendida ilumina el círculo familiar; y por otro lado, acarrea la responsabilidad de la pesada carga de educar a una generación.En otras palabras: una sociedad sana necesita de familias sanas; la felicidad y salud de toda sociedad se cimenta en las familias, y la lámpara luminosa del círculo familiar es la mujer. Es ella la que, por medio de llenar su hogar de cariño, serenidad, pureza, sinceridad, y confianza, puede iluminar el espacio intelectual, cultural, religioso y los diálogos políticos y sociales, y a través de sus hijos y esposo, enseñar en forma práctica a las generaciones futuras la lección del amor, de la sinceridad, de la renuncia, del fortalecimiento de los sentimientos humanos y del espíritu, el amor al prójimo, el servicio a la sociedad y el cumplimento de las responsabilidades individuales, familiares y sociales. Por lo tanto, como la fuente original de los afectos, la mujer en la familia juega un rol muy importante, tanto en el fortalecimiento de la familia como en su desarrollo afectivo y moral, y por medio de desempeñar este importante rol, puede llenar su hogar de cariño y amor, y al mismo tiempo traer sosiego al hombre y salud mental a los niños. Satisfaciendo a tiempo y de manera correcta las necesidades afectivas, puede impedir muchas de las anomalías de conducta.La falta de amor maternal produce desórdenes síquicos como depresión, complejos, inseguridad, miedo y frustración, lo que conduce a la persona a la drogadicción, al alcoholismo, al juego pernicioso, etc., y esto es el origen de la mayoría de las corrupciones sociales que se producen en el ser humano. La raíz de la mayoría de los crímenes, robos, violaciones, suicidios, etc., son el resultado de no haber recibido un adecuado amor maternal. Por lo tanto, la mujer desempeña una función trascendental en disponer un espacio afectivo feliz y placentero por medio de hacer uso de sus capacidades naturales, para suplir la necesidad esencial del ser humano, por un lado, y por otro, para suscitar en los miembros de su familia estados afectivos necesarios para atravesar las dificultades e impedimentos. Una sociedad que carezca de tal espacio afectivo y cálido, es una sociedad callada y un ambiente muerto que a pesar del posible progreso en algunas áreas materiales, carece del esplendor humano deseado, y como resultado, será incapaz de suscitar un desarrollo equilibrado en todos los aspectos.Por supuesto, además de lo que hemos señalado, la mujer también tiene otros roles vitales dentro de la familia que le son exclusivos e inalienables, como tener hijos, atender al esposo, la crianza y educación tanto física como espiritual de los niños, la administración interna y económica de la familia, la salud tanto espiritual como física de la familia, etc. Todos estos quehaceres de la mujer pueden ser considerados inherentes a ella, y muchos de ellos surgen de la mujer en forma instintiva; incluso da señales de tender hacia ellos desde su niñez.Vamos a explicar algunas de estas funciones:1. Disponer un espacio adecuado para educar a una generación activa y capacitada: Una buena persona es el eje del desarrollo de una sociedad. Tal persona necesita de un proceso educativo y continuo que saque a la luz sus capacidades constructivas intrínsecas. Esto no sucede por sí solo, sino que necesita de un espacio educativo adecuado. Indudablemente, la mujer influye significativamente en la educación de los individuos, y como lo dice una afirmación popular: “Detrás de todo gran hombre, hay una gran mujer”.En el Islam la educación del ser humano goza de una excepcional importancia, y es aquí donde la familia encuentra su lugar como cuna de la educación del pensamiento, la moral y la elevación del espíritu humano. La familia es el origen de la manifestación de los sentimientos humanos y el pilar principal de la sociedad. Sin embargo, entre los roles de los diferentes miembros de la familia, ya sea la madre, el padre, los abuelos o los tíos, es la madre la que cumple con la parte trascendental en la educación del niño. Su regazo es la más grande escuela donde se educa el niño, al punto que nadie más, ni siquiera el padre, alcanza su posición, e incluso el resto de los trabajadores educativos como el maestro, el profesor, etc., al momento de compararlos con el rol de la madre, tienen un aspecto secundario, puesto que lo que el niño ve y escucha de su madre es diferente a lo que escucha del maestro. El fundador de la República Islámica de Irán, el Imam Jomeini (r.a.), dijo:“… Vuestras casas deben ser casas para educar a los niños… la educación religiosa, el refinamiento de la moral. Prestar atención a sus destinos es responsabilidad de los padres y de las madres. Las madres tienen más responsabilidad, y las madres son más distinguidas. La distinción de las madres es mayor que la de los padres. Asimismo, el efecto que produce la madre en el ánimo de los niños es mayor que el efecto que produce el padre…”4Y también:“… Es en el regazo de la madre que el niño crece; ella tiene la mayor responsabilidad y tiene el trabajo más noble. El trabajo de criar a los niños, el trabajo más noble en el mundo, es criar a un niño y entregar un hombre a la sociedad. Es para eso mismo que Dios Altísimo envió a los profetas a lo largo de la historia. A lo largo de la historia, desde Adán hasta el Sello de los Profetas (Muhammad –s.a.w.), los profetas vinieron para hacer hombres…”5Según estas palabras, el regazo de la madre es el primer centro de educación del niño, puesto que la intensa influencia que el niño recibe de su madre, y lo que la madre le inspira al niño, es mayor que lo que asimila de los demás. De esta manera, debido al efecto dominante que cada acto, movimiento, gestos y palabras de la madre tiene en los actos y palabras del niño, es menester que las madres se
Fuentes : centroislamicomardelplata
martes
17 agosto 2010
19:30:00
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“Con una mano la mujer mueve la cuna, y con la otra, la rueda de la historia de la humanidad”.