Su padre, el Ayatollah Mustafa al Jomeini, fue asesinado por bandidos sólo cinco meses después del nacimiento de Ruhollah, así que su madre y su tía fueron responsables de su crianza en los primeros años. Cuando tenía 19 años, el joven Imam Jomeini fue enviado a estudiar las ciencias religiosas a la cercana ciudad de Arak, bajo la guía de Sheij Abdul Karim Hairi.
EN 1922, él se trasladó a la ciudad santa de Qom y pasó a residir en la escuela de Dar al Shafa donde permanecería hasta su exilio en la ciudad santa de Nayaf, en Iraq.
Aunque durante su período de estudiante, Jomeini no fue políticamente activo, la naturaleza de sus estudios, enseñanzas y escritos sugieren que él creía en la importancia de que los clérigos participaran en la vida política. Jomeini estudió no sólo las asignaturas tradicionales como la Jurisprudencia islámica (fiqh al sharia) y los principios (usul), sino también la filosofía y la ética. Sus enseñanzas a menudo estaban enfocadas a la importancia de la religión en los temas sociales y políticos.
El Ayatollah Jomeini tenía 60 años cuando asumió el liderazgo religioso tras las muertes del Ayatollah Sayyed Muhammad Buruyerdi (1961), el principal líder religioso shií, y el Ayatollah Abul Qassem Kashani (1962), un clérigo activista. El estamento clerical había estado a la defensiva desde los años veinte cuando llegó al poder el Shah Reza Pahlavi. Su hijo, el Shah Muhammad Reza anunció en enero de 1963 la así llamada “Revolución Blanca”, un programa de seis puntos dirigido a detener la expansión de la influencia clerical anti-Shah en Irán. El Ayatollah Jomeini convocó un encuentro de otros Maryas (referencias religiosas) en Qom y acordó con ellos un boicot al referendum de la Revolución Blanca. El 22 de enero de 1963, Jomeini emitió una dura declaración denunciando al Shah y sus planes de occidentalización.
Dos días después el Shah envió una columna acorazada a Qom y pronunció un fuerte discurso atacando a los ulemas, como estamento. El Imam Jomeini continuó su denuncia de los programas del Shah, promoviendo un manifiesto que llevaba las firmas de ocho altos líderes religiosos iraníes. En él, mostraba las varias formas en las que el Shah había violado la Constitución, condenaba la expansión de la corrupción moral en el país y acusaba al Shah de estar sometido a EEUU e Israel.
En la tarde del día de Ashura (3 de junio de 1963), el Ayatollah Jomeini pronunció un discurso en la Madrasa Feiziyeh, en el que denunció al Shah como un hombre miserable y le advirtió que si no cambiaba sus formas, llegaría el día en el que el pueblo daría las gracias al verle partir del país.
El 5 de junio de 1963, el Imam Jomeini fue arrestado. Esto provocó tres días de grandes protestas en Irán y llevó a la muerte de 400 manifestantes pro-Jomeini. El Imam fue mantenido bajo arresto domiciliario durante 8 meses y fue puesto en libertad en 1964.
En noviembre de 1964, el ayatollah Jomeini denunció al Shah y a EEUU, esta vez en respuesta a la “capitulación” o inmunidad diplomática concedida por el Shah al personal militar estadounidense en Irán. En ese mismo mes, Imam Jomeini fue arrestado y enviado al exilio.
A principios de los años setenta, Jomeini dio una serie de conferencias en Nayaf sobre el gobierno isámico y más tarde publicó un libro titulado “El Gobierno Islámico o la Autoridad del Jurista” (Wilayat al Faqih).
El Imam Jomeini pasó 14 años en el exilio, la mayor parte de ellos en la ciudad santa de Nayaf. Inicialmente, fue enviado a Turquía el 4 de noviembre de 1964, donde permaneció en la ciudad de Bursa durante menos de un año. Más tarde, en octubre de 1965, él recibió permiso para trasladarse a Nayaf, Iraq, donde permaneció hasta que se vio obligado a salir en 1978, después de que el entonces vicepresidente iraquí Saddam Hussein matara a su hijo Mustafa y obligara al Imam a irse del país. A continuación, el Imam Jomeini viajó a Neauphle-le-Chateau en Francia, donde permaneció durante cuatro meses.
El Imam Jomeini se convirtió en el líder más influyente de la oposición al Shah y era percibido por muchos iraníes como el líder espiritual, y también político, de la Revolución.
Según crecieron las protestas contra el Shah también creció su figura e importancia. Aunque se hallaba a miles de kilómetros de Irán, en París, el Imam fijó el curso de la Revolución, pidiendo a los iraníes que no aceptaran compromisos con el régimen y ordenando huelgas.
El Imam Jomeini se había negado a volver a Irán hasta el día en que el Shah hubiera salido del país. El 16 de enero de 1979, el Shah partió del país para nunca volver. Dos semanas más tarde, el 1 de febrero de 1979, el Imam Jomeini volvió triunfante a Irán y fue recibido por una multitud estimada en más de tres millones.
Temiendo una extensión de la Revolución Islámica a los estados árabes, la mayor parte de los cuales estaban dirigidos por regímenes pro-americanos, Saddam Hussein, el líder baasista de Iraq, lanzó una invasión en gran escala de Irán, que dio lugar a una guerra de ocho años entre Iraq e Irán. Saddam recibió el apoyo de EEUU y de varios regímenesárabes.
A principios de 1982, Irán había recuperado casi todo el territorio perdido ante los invasores. Tras este giro en la guerra, el Imam Jomeini rechazó una oferta de tregua de los iraquíes, demandando en lugar de ello una reparación y el derrocamiento de Saddam Hussein. La guerra continuó durante otros seis años.
En 1988, el Imam Jomeini, según sus palabras, “bebió una taza de veneno” y aceptó una tregua mediada por las Naciones Unidas.
Al final de la guerra, la salud del Imam Jomeini comenzó a declinar.
Después de 11 días en un hospital para una operación dirigida a detener una hemorragia interna, el Imam Jomeini falleció a causa de un cáncer el sábado 3 de junio de 1989, a la edad de 89 años.
Millones de iraníes llenaron las calles para llorar la muerte del Imam. Responsables iraníes decidieron abortar el primer funeral de Jomeini después de que una gran multitud irrumpiera en la procesión y casi destrozara el ataúd de madera del Imam con el fin de obtener una última imagen de su cuerpo. En un punto, el cadáver del Imam Jomeini casi cayó al suelo y la multitud intentó conseguir algunos trozos de su mortaja.
El segundo funeral fue celebrado bajo estrictas medidas de seguridad. El ataúd del Imam Jomeini fue hecho de acero y guardias de seguridad fuertemente armados rodeaban el cuerpo. Según la tradición islámica, el ataúd fue utilizado sólo para llevar el cadáver hasta el lugar de enterramiento. El funeral del Imam Jomeini fue el mayor de la historia, con más de 12 millones de personas acudiendo a la procesión.
El Imam Jomeini fue un abierto defensor de la causa palestina. Él calificó a EEUU y su aliado israelí como el Gran y el Pequeño Satán debido a la opresión que ellos ejercen sobre el mundo. El régimen de Israel, según la concepción del Imam Jomeini, era un tumor canceroso en Oriente Medio, que debería ser removido.
La invasión israelí de Líbano en 1982 llevó al ascenso de la Resistencia Islámica, que sería más tarde conocida con el nombre de Hezbollah. El Imam Jomeini despachaba con los oficiales de los Guardias Revolucionarios iraníes que entrenaban a los combatientes libaneses que luchaban contra la ocupación israelí.
La acción del Imam Jomeini cosechó un completo éxito 18 años más tarde cuando la entidad sionista sufrió su primer fracaso. En ese momento, miles de combatientes de Hezbollah obligaron al “ejército invencible” a retirarse de la mayor parte de los territorios libaneses. Y en 2006, esos mismos combatientes asestaron a Israel un segundo golpe mucho más duro que el primero.
Hoy en día, los hijos del Imam Jomeini que creen en su camino, que es el camino del Profeta Mohammad y su Casa (la Paz sea sobre ellos), llevaran a cabo dos deseos del Imam: remover el tumor cancerígeno de nuestra región y materializar el sueño de todos los profetas de Dios de establecer la justicia y equidad en todo el planeta
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