EL IMAM DURANTE EL CALIFATO DE HARUN
Después del martirio del Imam Al-Kadzim (P), el Imam Ar-Rida (P) hizo público su imamato y su invitación, y sin temor comenzó a dirigir a los musulmanes. La sofocante situación política en la que atravesaba la sociedad durante el gobierno de Harun había ocasionado que algunos de los más cercanos al Imam, por la franqueza y claridad de éste, temiesen por su vida.
“Safwan Ibn Yahia” argumenta: Después de la muerte de su padre, el Imam Ar-Rida (P) dio un discurso por el cuál nosotros temimos por su vida y le dijimos: “Habéis declarado un asunto delicado, nosotros tememos por ti, —y señalando a Harun añadimos— por ese insurrecto”.
El Imam respondió: “Que se esfuerce lo que quiera, ya que de ninguna manera puede herirme”.
“Muhammad Ibn Sanan” relata: En el tiempo del califato de Harun dije al Imam Ar-Rida (P): “¡Vos habéis anunciado vuestro imamato, y habéis ocupado el lugar de vuestro padre, mientras que la espada de Harun está sedienta de vuestra sangre!”
Él dijo: “Aquello que me hizo anunciar mi imamato sin temor fueron las palabras del Mensajero de Dios que dicen: “Si Abu Yahl pudiese arrancarme un pelo de la cabeza (hacerme el menor daño), sean testigos que yo no soy Profeta”. Y yo digo: “Si Harun pudiese arrancarme un pelo de la cabeza, sean testigos que yo no soy Imam”.
Y sucedió tal y como el Imam lo había predicho ya que Harun nunca encontró la ocasión para molestar al Imam, y por fin, a raíz de las revueltas llevadas a cabo en el este de Irán, Harun se vio obligado a trasladarse con su ejército a Jurasán. Durante el viaje enfermó y el año 193 d.H. (809 d.C.) murió en la ciudad de Tus y el Islam y los musulmanes se vieron librados de su pérfida existencia.
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EL IMAM EN LA ÉPOCA DE AMIN
Después de la muerte de Harun comenzaron las controversias entre Amin y Al-Ma’mun. Harun había nombrado a su hijo Amin sucesor, y había tomado su promesa de que después de él (Amin), su hermano Al-Ma’mun sería el califa, y la región de Jurasán, durante el califato de Amin, debería ser gobernada por Al-Ma’mun. Pero Amin, después de la muerte de Harun, en el año 194 d.H. (810 d.C.) nombró a su hijo Musa sucesor, privando a su hermano Al-Ma’mun de esta posición. Finalmente, después del sangriento enfrentamiento entre Amin y Al-Ma’mun, Amin fue asesinado el año 198 d.H./813 d.C., y Al-Ma’mun tomó el califato en sus manos. El Imam Ar-Rida (P) durante todo este tiempo, aprovechando las diferencias existentes en el gobierno del califa, tranquilamente se dedicó a guiar, enseñar y preparar a sus seguidores.
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EL IMAM EN LA ÉPOCA DE AL-MA’MUN
Entre los califas de los Bani ‘Abbas Al-Ma’mun fue el más inteligente y engañoso. Había estudiado y conocía otras ciencias, al grado que se sentaba a debatir con algunos sabios de su época. Claro está, en esa época su adquisición fue también un medio político utilizado en contra de la gente, ya que nunca estuvo interesado en la religión ni en el Islam; tampoco era menos corrupto y perverso, ni se divertía menos que los califas anteriores. Lo único que lo diferenciaba de los otros era que actuaba cuidadosamente y con ello engañaba a la mayoría de la gente. Inclusive para solidificar los pilares de su gobierno a veces se sentaba a discutir con los eruditos y debatía con ellos cuestiones religiosas.
En la época de Al-Ma’mun aparentemente era libre la instrucción, y los eruditos eran invitados al palacio del Califa. Las recompensas que Al-Ma’mun entregaba a los sabios y estudiantes, ocasionó que los instruidos lo respaldaran. Él organizaba reuniones en las cuales se argumentaba, debatía y aprendía y, durante su califato, las discusiones y polémicas científicas habían llegado a su esplendor. Además de todo esto, Al-Ma’mun se esforzaba por medio de algunos actos, de atraer la atención de determinados shiíes y seguidores del Imam.
Considerando la conducta que Harun había seguido, así como los asesinatos que había realizado y la mala influencia que habían dejado en la gente, Al-Ma’mun intentaba, con este proceder, terminar con cualquier revuelta o levantamiento, y trataba de mantener satisfecho al pueblo para poder continuar con su gobierno. Por ello debemos decir que la situación de esa época requería que comenzase a restituir lo que habían destruido, simulase que estaba modificando las irregularidades, y que era diferente a los demás califas que habían gobernado antes que él.
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Después de que Al-Ma’mun terminó con el gobierno de su hermano Amin y ocupó el trono, se vio en una situación muy delicada e inestable, ya que no era buena la postura que ocupaba sobre todo en la ciudad de Bagdad, que en esa época era el centro del gobierno Abbasí. En Bagdad se encontraban los seguidores de Amin que no veían beneficio alguno por parte del gobierno de Al-Ma’mun en Marv. Por otra parte, el levantamiento de los seguidores de 'Ali (P) era otra seria amenaza para el gobierno de Al-Ma’mun, ya que en el año 199/814 “Muhammad Ibn Ibrahim Taba Taba” —que era uno de los grandes personajes alíes— con la ayuda de “Abu As-Saraia” se reveló, imitándolo otro grupo de alíes en las ciudades de Irak y Hiyaz, quienes aprovechando la debilidad que habían ocasionado las diferencias existentes entre Al-Ma’mun y Amin tomaron algunas de estas ciudades ocasionando desórdenes desde Kufa hasta el Yemen. Pero Al-Ma’mun con gran esfuerzo dominó la situación.
Por otra parte existía también el peligro de que los iraníes se levantasen para secundar a los alíes, ya que los iraníes aceptaban que el califato pertenecía a los descendientes de Imam ‘Ali (P), y fue la simpatía que sentían los iraníes hacia ‘Ali el Príncipe de los Creyentes (P) y su familia, lo que ayudó a los 'Abbásidas para derrocar a los omeyas.
A Al-Ma’mun, que era un hombre talentoso y sagaz, se le ocurrió que con un plan como el de nombrar al Imam Ar-Rida (P) su sucesor, o entregar el califato a una personalidad como él, podría asegurar los pilares inestables de su gobierno. Guardaba la esperanza que con este acto podría detener el levantamiento de los alíes y conseguir la aprobación de su gobierno por parte de ellos y, por otra parte, preparar a los iraníes para que lo aceptasen. Es obvio que ceder el califato o nombrar al Imam como su heredero, era un procedimiento político bien calculado, ya que es inconcebible que alguien que mata a su propio hermano para apoderarse del poder y no teme realizar en su vida privada ninguna falta o perversión, súbitamente se vuelva tan amante de la religión al grado que esté dispuesto a entregar el califato a otro. El mejor testigo del engaño y trampa de Al-Ma’mun fue cuando el Imam rechazó la propuesta, ya que si Al-Ma’mun hubiese sido sincero en sus palabras y actos, el Imam nunca hubiese rechazado el califato que era derecho exclusivo de los Imames.
Otros testigos existentes en la historia muestran claramente las malas intenciones de Al-Ma’mun. A continuación mencionamos algunos de éstos ejemplos:
1.- Abu Salt respecto a la enemistad de Al-Ma’mun hacia el Imam argumenta: “Imam se sentaba a debatir con los sabios y los vencía, la gente decía: “¡Juro por Dios que él es más merecedor del califato que Al-Ma’mun!” Y los espías informaban a Al-Ma’mun de esto…”.
2.- Al-Ma’mun había colocado espías al Imam para que lo mantuviesen informado detalladamente de todo lo que acaeciese, siendo ésta una muestra de la enemistad, desconfianza y malas intenciones que sentía Al-Ma’mun hacia el Imam. En las narraciones islámicas encontramos: “Hisham Ibn Ibrahim Rashadi” era uno de los compañeros más cercanos al Imam y estaba encargado de las funciones diarias que llevaba éste a cabo. Cuando trasladaron al Imam a la ciudad de Marv, inició vínculos amistosos con Al-Ma’mun y con su ministro Fadl Ibn Sahl, llegando al grado que no les ocultaba nada. Al-Ma’mun lo nombró el encargado de los asuntos personales del Imam, y Hisham únicamente permitía visitar al Imam a quienes él consideraba conveniente, era inflexible hacia con él y lo mantenía en estrechas circunstancias, inclusive había prohibido a los amigos y seguidores del Imam que lo frecuentaran, e informaba a Al-Ma’mun y a Fadl Ibn Sahl hasta de lo que hablaba el Imam en su propia casa…
3.- Vemos también como Ya‘far Ibn Muhammad Ibn Al Ash‘az durante el tiempo que el Imam estuvo en Jurasán junto a Al-Ma’mun le dijo que quemase sus cartas después de leerlas, ya que corría el peligro de cayesen en manos de otros. El Imam para tranquilizarlo le envió un recado diciendo: “Quemo las cartas después de leerlas”.
4.- En esa misma época que el Imam se encontraba con Al-Ma’mun y después de haber sido nombrado sucesor del Califa, en respuesta a Ahmad Ibn Muhammad Ibn Bazanti escribe: “…y respecto a que solicitas permiso para visitarme, en estos momentos es difícil, ellos se han vuelto rigurosos conmigo, y por lo pronto no te será posible, si Dios quiere dentro de poco podrás hacerlo”.
5.- Más claro aún fue cuando Al-Ma’mun en repetidas ocasiones ante algunos de sus cercanos y familiares declaró sus verdaderas intenciones respecto al Imam y directamente hablaba respecto de sus malos propósitos:
Al-Ma’mun en respuesta a Hamid Ibn Mihran —uno de sus subalternos— y a un grupo de los 'Abbásidas que lo incomodaban por haber otorgado la sucesión del califato a Imam Ar-Rida (P) dijo: “Este hombre estaba escondido y lejos de nosotros, y para sí mismo invitaba. Yo quise nombrarlo mi sucesor para que su invitación la haga para nosotros, y acepte mi autoridad y califato, y sus enamorados comprendan que no es aquello que manifestaba ser. Y que este puesto —el del califato— es de nosotros, no de él. Nosotros temimos dejarlo libre, que provocase una revuelta que no pudiésemos detener y que crease una situación que no consiguiésemos controlar…”.
Por lo tanto, cuando Al-Ma’mun quiso entregar el califato al Imam o cuando lo nombró su sucesor, no tenía buenas intenciones y en este juego político sus objetivos eran otros. Por un lado pretendía transformar al Imam a su gusto, ensuciar y menospreciar las virtudes y pureza de este Inmaculado, y por otro trataba de que el Imam aceptase ya sea el califato o la sucesión tal y como Al-Ma’mun pretendía, que en tal caso terminaría siendo una ganancia para Al-Ma’mun, ya que si el Imam aceptaba el califato, Al-Ma’mun pondría como condición ser el sucesor y con este proceder Al-Ma’mun demostraría que el califato le pertenecía a él y después en secreto y con ardides quitaría al Imam de su camino; y en caso de que el Imam aceptase la sucesión, los pilares del gobierno de Al-Ma’mun se fortalecerían ya que hubiese sido como si el Imam hubiese firmado su aceptación… El Imam en realidad escogió el tercer camino y a pesar de que se vio obligado a aceptar ser el sucesor del Califa, con un método especial de sí mismo mostró, por un lado, que Al-Ma’mun había alcanzado sus propósitos de acercarse al Imam y, por otro, evitó la toma legal del califato, mostrando a la gente que el gobierno de Al-Ma’mun era un gobierno sedicioso.
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DE MEDINA HACIA MARV
Tal y como ya lo habíamos dicho, Al-Ma’mun para sacar lograr sus propósitos políticos, persuadir a los alíes que entre ellos siempre se encontraban personas valientes, sabias y devotas y convencer a la sociedad en especial a la de los iraníes que eran simpatizantes de Imam Ar-Rida (P), decidió trasladar al Imam a la ciudad de Marv y similar amistad con los alíes y con el Imam. Al-Ma’mun actuaba tan singular en su representación, que a veces engañaba a algunos de los shiíes que eran dóciles e humildes, por ello Imam Ar-Rida (P) a varios de sus seguidores que posiblemente se pudiesen ver atrapados por las mentiras de Al-Ma’mun, dijo: “¡No experimentéis la sensación de soberbia con las palabras de ese!, ¡que no los engañe!, ¡juro por Dios, que Al-Ma’mun me asesinará!, pero yo me veo obligado a esperar hasta que llegue el momento”.
Así es, Al-Ma’mun para designar al Imam como su sucesor, el año 200 d.H. (815 d.C.) ordenó que trasladasen al Imam Ar-Rida (P) de Medina a Marv.
“Riya’ Ibn Abu Ad Dahak” enviado especial de Al-Ma’mun argumenta: “Al-Ma’mun me comisionó para que fuese a Medina y trasladase al Imam Ar-Rida (P). Me ordenó que día y noche lo vigilase y no lo confiase a otro.
Para obedecer lo ordenado por Al-Ma’mun, acompañé todo momento al Imam desde Medina a Marv. ¡Juro por Dios, que en mi vida he visto a alguien más abstinente, más temeroso y que recuerde más a Dios, que él!…”.
Y también argumenta: “Desde Medina hasta Marv, a cualquier ciudad que llegamos, los habitantes de ésta lo visitaban y preguntaban cuestiones de la religión. El Imam les daba respuestas completas, y les transmitía muchas y diferentes narraciones de su padre hasta el Profeta…”.
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EL IMAM EN LA CIUDAD DE NISHAPUR
Una mujer, nieta del dueño de la casa en donde el Imam se hospedó durante su estancia en la ciudad de Nishapur, narra: “El Imam Ar-Rida (P) llegó a Nishapur y se alojó en la parte oeste de esta ciudad, en una región llamada “Lash Abad” en casa de mi abuelo Pasandi y mi abuelo fue llamado con este nombre ya que el Imam aceptó su invitación de hospedarse en su casa.
En una esquina del jardín de la casa el Imam plantó con sus propias manos un árbol de almendras. Un año más tarde como resultado de la generosidad que tenían las manos del Imam, el árbol creció y dio fruto. La gente que comía de éste se aliviaba, y aquél que ingería su fruto con la intención de sanar, se curaba”.
“Aba Salt Hirawi” que era uno de los compañeros cercanos del Imam argumenta: “Yo acompañaba a Imam ‘Ali Ibn Musa Ar-Rida (P) cuando quería irse de Nishapur, él montó un corcel gris, entonces Muhammad Ibn Rafi‘, Ahmad Ibn Al-Haraz, Yahia Ibn Yahia, Is.haq Ibn Rahwiah y un grupo de eruditos lo rodearon y tomando las riendas de su caballo dijeron: “¡Por respeto a vuestros purificados antepasados, transmítenos una narración que hayas escuchado de vuestro padre!”
El Imam volteándose hacia ellos dijo:“Mi padre, siervo benévolo de Dios, Musa Ibn Ya‘far(P) me aseguró que su padre Ya‘far Ibn Muhammad As-Sadiq(P), escuchó de su padre Muhammad Ibn ‘Ali Al-Baqir (P) que él a su vez había oído de su padre ‘Ali Ibn Al-Husain Zainul ‘Abidin(P), y él de su padre el Señor de los Jóvenes del Paraíso Husain (P) que ‘Ali Ibn Abi Talib (P) su padre, había dicho:
—Escuché al Mensajero del Islam decir que el Arcángel Gabriel manifestó: Dios Todopoderoso indicó: “Yo soy Dios Único, que fuera de Mí no existe otro igual. ¡Adoradme! Aquél que con sinceridad atestigüe que no existe divinidad fuera de Dios, se encontrará en Mi fortaleza, y aquél que se encuentre en Mi fortaleza se salvará de Mi castigo”.
El Imam dio unos pasos, detuvo su montura y nos dijo: “La fe en la unicidad de Dios que origina la salvación del castigo de Dios tiene sus condiciones, y aceptar el wilaiat (gobierno) y el imamat (la guía) de los Inmaculados Imames (P) es una de estas condiciones”.
En otra obra de historia está registrado que cuando el Imam pronunciaba esta narración, la gente de Nishapur, que se había reunido para verlo, impedía —con sus gritos y sollozos que por mucho tiempo se dejaron escuchar— que el Imam hablase, hasta que se acercó el medio día, y los dirigentes y consejeros gritaron: “¡Oh, gente! Escuchad al Imam y no molestéis al Mensajero de Dios por medio de su familia. ¡Callad!…”.
Por fin el Imam entre los gritos de júbilo de la gente pronunció la narración, y veinticuatro mil escritores estaban preparados para anotarlo.
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Abu Salt relata: “El Imam salió de Nishapur. En un lugar llamado Dehe Sorj —ciudad que se encuentra cerca de Meshed— informaron al Imam: “Es hora de la oración del medio día ¿deseáis realizarla?”
El Imam se bajo de su montura. Pidió que le trajesen agua. Carecíamos de ésta. El Imam se agachó y retiró la tierra con sus propias manos, no tardó en brotar agua del suelo y él y todos los que lo acompañábamos hicimos la ablución”. Este manantial existe aun hoy día.
El Imam no prestaba gran importancia a lo que comía y se saciaba con poco alimento.
Llegamos a la ciudad de Tus y el Imam se dirigió a casa de Hamid Ibn Qahtabah Ta’i. Entonces fue a donde se encontraba la tumba de Harun Ar-Rashid y en una esquina del mausoleo de éste marcó con su dedo una raya y dijo: “Ésta es mi tierra y muy pronto seré enterrado aquí y dentro de muy pronto Dios Todopoderoso hará de este lugar, un lugar al cual los seguidores de la Shi‘ah y mis devotos viajarán por devoción a mi santuario…”.
Al fin el Imam llegó a la ciudad de Marv y Al-Ma’mun lo hospedó en una casa especial, lejos de los demás, tratándolo con mucho respeto.
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LA PROPUESTA DE AL-MA’MUN Y LA OPOSICIÓN DEL IMAM
Después de que el Imam llegó a la ciudad de Marv, Al-Ma’mun le envió un mensaje informándole: “Quiero retirarme del califato y entregarlo a vos. ¿Qué opináis?”
El Imam lo rechazó. Al-Ma’mun nuevamente le mandó un aviso diciendo: “Ya que rechazasteis mi primera proposición, ahora forzosamente debéis aceptar ser el sucesor del califato”.
El Imam nuevamente se negó a aceptar su proposición. Al-Ma’mun hizo que trajeran al Imam ante él y en una junta privada en donde se encontraban ellos dos y su ministro Fadl Ibn Sahl, Al-Ma’mun dijo: “Mi intención es entregaros el califato y todos los asuntos referentes a los musulmanes”.
El Imam lo rechazó. Entonces Al-Ma’mun nuevamente le propuso la sucesión del califato, y el Imam nuevamente se negó.
Al-Ma’mun argumentó: “‘Umar Ibn Al-Jatab para determinar al sucesor del califato realizó una Asamblea con seis participantes y uno de ellos fue vuestro antepasado ‘Ali Ibn Abi Talib. Luego ordenó que aquél que se opusiese, le cortasen la cabeza. Ahora no os queda otro camino más que aceptar lo que os he propuesto. Y no existe otra alternativa más que ésta”.
Las palabras de Al-Ma’mun eran amenazantes, y el Imam se vio obligado a aceptar la sucesión del califato.
El Imam aparentemente de palabra había aceptado la sucesión del califato, pero en realidad la había rechazado, ya que había puesto como condición no aceptar ninguna responsabilidad y no intervenir en ninguna función. Al-Ma’mun había admitido las condiciones puestas por el Imam pero a veces se esforzaba para dar a la fuerza algunas tareas a este Inmaculado, y utilizarlo como medio para llegar a realizar sus propósitos, a lo que el Imam se oponía fuertemente y nunca cooperaba con él.
“Mu‘mir Ibn Jalad” manifiesta: “El Imam Ar-Rida (P) me platicó que Al-Ma’mun le dijo: “Presenta a varios de tus compañeros que son de confianza para que yo les entregue el gobierno de las ciudades que se han levantado en mi contra”.
Le respondí: “Si eres fiel a las condiciones que puse, yo también cumpliré con mi promesa; yo acepté con la condición de que no ordenaría ni prohibiría, ni otorgaría ni quitaría el puesto a nadie, ni tampoco actuaría como consejero de nadie hasta que muera ante ti. ¡Juro por Dios que no pretendo el Califato! Cuando me encontraba en Medina, me subía a mi caballo y paseaba, y los ciudadanos de ésta y otras ciudades, me preguntaban, solicitaban y yo les ayudaba.
Nosotros éramos como parientes cercanos (nos teníamos confianza y amor tal y como existe entre los familiares) y mis cartas eran aceptadas y las respetaban. Tú no me has otorgado más gracia de la que Dios me otorgó y cada gracia que desees agregar, es gracia que Dios me otorga”.
“Soy fiel de lo acordado”. Dijo Al-Ma‘mun.
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