Uno de los discípulos del Imam Al-Baqir (P), llamado Yabir Ibn 'Abdul.lah, repetidas veces le dijo: “¡Oh, Baqir ul 'Ulum! soy testigo de que desde que eras pequeño, disfrutaste de la sabiduría de Dios”.
'Abdul.lah Ibn 'Ata' Maki solía decir: “Nunca vi a los sabios tan insignificantes y mezquinos como cuando se encontraban junto al Imam Al-Baqir (P). Hakam Ibn Utaibah, gran erudito reconocido por la gente de esa época, junto al Imam Al-Baqir (P) era como un alumno frente a su maestro”.
La idiosincrasia y eminencia de la sabiduría del Imam Al-Baqir (P) llamaban tanto la atención que Yabir Ibn Yazid ul–Yufa, cuando hablaba de éste Inmaculado decía: “Albacea de los albaceas y heredero de la sabiduría de los profetas, Muhammad Ibn ‘Ali Ibn Al-Husain nos lo aseguró...”.
En una de las narraciones acerca de Imam Muhammad Al-Baqir (P) se cuenta que en una ocasión un hombre preguntó a 'Abdul.lah 'Umar acerca de una cuestión y éste no pudo contestarle. Señalando al Imam, que en ese momento se encontraba presente en la reunión y era aún de corta edad, le dijo: “Pregúntale a aquél niño y después cuéntame de su respuesta”. El hombre, se dirigió hacia donde se encontraba el Imam y después de consultar su duda y recibir una respuesta lógica y complaciente, regresó hacia 'Abdul.lah 'Umar y lo puso al tanto de la respuesta. Entonces 'Abdul.lah dijo: “Ellos son de la familia que Dios, Glorificado sea; les ha otorgado la sabiduría”.
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Abu Basir cuenta: “En una ocasión entré acompañado de Imam Al-Baqir (P) a la Mezquita de Medina. Hombres y mujeres entraban y salían. Entonces el Imam me dijo: “Pregunta a la gente si me han visto”. A todo aquél que pregunté por Abu Ya'far, me dio una respuesta negativa, mientras que el Imam durante todo ese tiempo se encontraba a mi lado. Entonces entró a la mezquita uno de los verdaderos amigos del Imam, que carecía de vista, de nombre Abu Harun.
El Imam me dijo: “Pregúntale a él”.
“¿Has visto a Abu Yafar? –pregunté a Abu Harun– ¿Es que no se encuentra a tu lado? –me respondió– ¿Cómo lo sabes? –pregunté asombrado”.
“¡Cómo no saberlo, si es una luz luminosa!” –me contestó el invidente.
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Abu Basir relata el siguiente suceso: “Imam Al-Baqir (P) preguntó a un africano por Rashid, uno de sus seguidores. El hombre contestó: –Se encontraba bien, te envía saludos.
“Descanse en paz” Dijo el Imam.
“¿Es que ha fallecido?” Exclamó sorprendido el hombre.
Baqir Al-’Ulum (P) le respondió afirmativamente, entonces el hombre con curiosidad volvió a preguntarle: “¿Cuando murió?”
“Dos días después de que iniciaste tu viaje”. Le contestó el Imam.
“¡Juro por Dios, que gozaba de perfecta salud!” Exclamó el africano.
“¿Es que sólo aquél que está enfermo muere?” Continuó diciendo.
Entonces Abu Basir preguntó al Imam Al-Baqir (P) la causa del fallecimiento de Rashid.
“Él fue uno de mis amigos y seguidores Shi’ah –le contestó– ¿piensas que por no estar ante vosotros, mis ojos no ven y mis oídos no escuchan? ¡Oh, que equivocados estáis! ¡Juro por Dios! que ninguno de vuestros actos está oculto para nosotros, pues tened en cuenta que estamos siempre presente y acostumbraros a actuar con benevolencia, sed caritativos con vuestro prójimo para que seáis conocidos entre la gente por vuestras virtudes. Yo les ordeno a mis hijos y seguidores que actúen así”.
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Uno de los narradores cuenta: “En la ciudad de Kufah enseñaba yo el Sagrado Corán a una mujer. Un día bromee con ella y después de la lección fui a ver a Imam Al-Baqir (P), quién me dijo: “Quien peca en la oscuridad, Dios Todopoderoso le retira Su Ayuda. ¿Qué dijiste a esa mujer?”
Tapé mi rostro enrojecido por la vergüenza y me arrepentí. Entonces terminantemente me dijo: “¡No lo repitas!”
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Además de destacarse por su conocimiento, ha sobresalido por su nobleza, generosidad, carácter moderado y virtuoso, y por ayudar a los pobres y necesitados, tal como lo hicieron sus antecesores.
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Al Final / 112