'Abdul.lah Ibn Nafi, que fue uno de los enemigos de 'Ali Ibn Abi Talib(P), dijo: “Si alguien me puede convencer que 'Ali (P) tenía la razón al matar a los Jauaray en Nahrauan, lo consideraré mi guía, sin importarme donde se encuentre, en el este o en el oeste “.
Preguntaron a 'Abdul.lah: “¿Es que crees que los hijos de 'Ali (P) no pueden comprobarlo?”
“¿Acaso entre sus familiares existe algún sabio?” –inquirió asombrado 'Abdul.lah.
“Tu respuesta prueba tu ignorancia! –le dijeron–¿Cómo te puedes imaginar que entre los descendientes de 'Ali (P) no haya sabio alguno? “
“¿Quién es el erudito de esta época?” –preguntó nuevamente 'Abdul.lah. Entonces le hablaron de Imam Al-Baqir (P). 'Abdul.lah y sus amigos se dirigieron a Medina para entrevistarse con él (P).
El Imam ordenó a uno de sus sirvientes que les ayudase a descargar el equipaje y luego les informara que los esperaba al día siguiente.
A la mañana siguiente 'Abdul.lah y sus amigos se presentaron ante el Imam quien se encontraba acompañado por sus hijos, así como de varios de los Muhayir y Ánsar que se encontraban aún con vida. Una vez todos reunidos, el Imam, que vestía una túnica roja, la cual hacía resaltar aún más su persona, dijo:
“El agradecimiento es sólo para Él, Dios, que creó el tiempo y el espacio y todo lo visible e invisible. Las alabanzas son sólo para Él que no siente cansancio ni duerme y es dueño de todo lo que existe en los cielos y la tierra... Testifico que no hay divinidad más que Dios y que Muhammad es Su siervo y Su enviado, y doy gracias a Él que nos consideró merecedores de la Profecía y nos otorgó, especialmente a nosotros, el Imamato sobre la Tierra.
¡Oh, grupo de descendientes de los Muhayir y Ánsar! Cada uno de vosotros que recuerde alguna de las virtudes de 'Ali Ibn Abi Talib(P), que lo declare en voz alta. “
Los presentes, uno por uno, recordaron las cualidades de 'Ali (P) hasta que se tocó el tema de la fortaleza de Jaibar, entonces declararon:
“El Mensajero de Dios (BP), en la batalla contra los judíos de Jaibar dijo: –Mañana entregaré la bandera en manos del hombre que ama a Dios y a su Enviado, y a quien Dios y su Enviado también aman. Es un guerrero que nunca huye de la batalla y mañana no regresará hasta que Dios ponga en sus manos la conquista de la fortaleza de los judíos.
Al día siguiente el Profeta (BP) entregó la bandera a Amir ul Mu 'minin, 'Ali Ibn Abi Talib (P), quién, en una magnífica batalla, derrotó a los judíos conquistando la Fortaleza de Jaibar”.
Imam Al-Baqir (P), volviendo su rostro hacia 'Abdul.lah Ibn Nafi', le dijo: “¿Qué opinas acerca de esta narración?”
“Es cierta, pero 'Ali (P) después se volvió incrédulo y mató a los Jauaray injustamente” –contestó 'Abdul.lah.
El Imam expresó: “¡Tu madre se vista de luto por ti! ¿Es que Dios, el Sapiente, entonces cuando amaba a ‘Ali (P) no sabía que ‘Ali (P) un día mataría a los Jauaray? Si lo niegas, entonces eres un incrédulo”.
'Abdul.lah contestó: “¡Lo Sabía!”
”¿Dios lo quería porque obedecía Sus órdenes o porque desobedecía y pecaba? “
Contestó: “Dios lo quería porque obedecía Sus órdenes, ¡por ello lo quería!” –enfatizó–. Con esto ‘Abdul.lah aceptaba que en caso de que ‘Ali (P) se hubiese después vuelto un incrédulo, Dios lo hubiese entendido de antemano y nunca entonces lo hubiese amado, quedando así claro que matar a los Jauaray fue una orden del Todopoderoso.
“¡Levántate!, estás vencido” –le ordenó el Imam. 'Abdul.lah se puso de pie y pronunció la siguiente aleya:
“...hasta que, en la alborada, pueda distinguirse un hilo blanco de un negro” (2:187)
o sea: que la verdad siempre se muestra clara como un amanecer, y continuó diciendo:
“...pero Dios sabe bien a quien confiar su mensaje...” (6:124)
* * *
IMAM AL-BAQIR (P) Y LA ACUÑACÓN DE MONEDAS ISLAMICAS
Durante el primer siglo del calendario hegírico, la industria del papel era monopolio de los romanos. Los cristianos de Egipto, que también producían papel utilizando el mismo método que los romanos, escribían en la parte superior de éste: “En el nombre de el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo”.
'Abdul Malik Umaui, que era un hombre muy ingenioso, pidió que le tradujeran al árabe lo que estaba grabado en el papel. Cuando entendió su significado enfureció, ya que no podía aceptar que los productos industriales de Egipto, que era un país islámico, llevasen esa señal. Inmediatamente escribió al gobernador de Egipto que en adelante debían escribir el lema del monoteísmo:
“Shahidal–lahu annahu la ílaha illa hu” (3:18)
(Dios atestigua, y con Él los ángeles y los hombres dotados de ciencia)
Del mismo modo escribió a los demás gobernadores de los estados islámicos que destruyeran el papel membreteado de los cristianos y que en adelante utilizaran el nuevo papel.
Este nuevo papel rotulado por los musulmanes, encontró un buen mercado, llegando hasta la ciudad de Bizancio. Cuando el Emperador se enteró, escribió a 'Abdul Malik lo siguiente:
“El papel fue siempre titulado por los romanos, y si vuestra oposición tuviese razón, entonces los Califas del Islam, anteriores a vos, se encontraban en un error. Y si ellos estaban en lo cierto, en este caso sois vos el equivocado. Adjunto a esta carta os envío un presente, y me gustaría que ordenaseis que la mercancía marcada vuelva a su situación anterior. Espero aceptéis esta proposición, por lo cual os quedaremos agradecidos”.
'Abdul Malik rechazó el regalo y dijo al enviado del Emperador:
“Esta carta no tiene contestación”.
El Emperador por segunda vez envió un regalo, esta vez mayor al primero, acompañado de otra carta diciendo:
“Me imagino que considerasteis poco mi presente por ello lo rechazasteis, espero que esta vez sea digno de vos y lo aceptéis, e igualmente mi proposición”.
'Abdul Malik, por segunda vez, rechazó el obsequio, dejando la carta sin contestación.
El Emperador escribió una vez más a 'Abdul Malik diciendo:
“Por segunda vez habéis rechazado mi obsequio, así como mis deseos. Esta vez os envío un regalo, mucho mayor que los anteriores, y juro por el Profeta Jesús (P) que si rechazáis mi proposición ordenaré que acuñen monedas de oro y plata insultando al Profeta del Islam. Sabéis perfectamente que el acuñamiento de monedas es especialidad de los romanos, entonces, cuando veáis las monedas insultando a vuestro Profeta, correrá sobre vuestra frente el sudor de la ignominia. Es mejor que aceptéis mi envío y cumpláis mis deseos para que nuestra amistad continúe como antes”.
'Abdul Malik no sabiendo que contestación dar exclamó: “Creo que mi existencia es la vergüenza más grande del Islam, ya que por mi culpa el Mensajero de Dios(BP) será insultado”. Entonces consultó con sus allegados pero ninguno de ellos pudo encontrar una solución. Uno de los presentes dijo: “Vos mismo sabéis la solución, pero no queréis aceptarla”.
'Abdul Malik exclamó: “¡Qué estás diciendo! ¿Cuál es la solución que yo se? “
Le respondió: “Debemos encontrar una solución a este problema con Al-Baqir (P) que pertenece al Ahlul–Bait”.
'Abdul Malik aceptó y escribió él mismo una carta al gobernador de Medina diciendo que enviase al Imam Al-Baqir (P) con todo respeto a Damasco. Por su parte retuvo al enviado del Emperador hasta que el Imam llegó a la ciudad y lo puso al tanto de lo sucedido, entonces Baqir ul 'Ulum(P) dijo: “Las amenazas del Emperador acerca del Profeta (BP) no se llevarán a cabo y Dios, Glorificado sea, no permitirá que lo haga, siendo la solución a este problema algo muy sencillo. Reunid ahora mismo a los artesanos para que inicien el acuñamiento de monedas en las cuales, en una cara, deberá ser grabada la Sura Al–Ijlas (La Fe Pura - 112) y en la otra el nombre del Profeta (BP), independizándonos así de las monedas bizantinas”.
Después de que el Imam les dio las medidas y peso exacto de cada moneda, continuó diciendo que la suma del peso de las tres diferentes monedas debía ser de veintiún mizzqal de plata, y también añadió que debía ser grabado el nombre de la ciudad y la fecha en la cual fueron acuñadas éstas.
'Abdul Malik llevó a cabo lo ordenado por el Imam y escribió a todas las ciudades que cualquier transacción debía llevarse a cabo con monedas islámicas, entonces puso al mensajero del Emperador al tanto de lo sucedido y lo envió de vuelta a Bizancio.
El enviado informó al Emperador de lo ocurrido y los cortesanos insistieron que llevase a cabo inmediatamente su amenaza, a lo cual el Emperador contestó: “Yo quería enojar a 'AbdulMalik, pero ahora es inútil ya que en las ciudades islámicas ya no se efectuarán transacciones con monedas bizantinas”.
Al Final / 112