Durante un encuentro en mayo de 2008 con el embajador saudí en Iraq, David Satterfield, el ministro sauí de Exteriores, Saúd al Faisal, dijo que era necesaria una “respuesta de seguridad” al desafío “planteado por Hezbollah en Beirut”.
Según el documento de WikiLeaks, el príncipe saudí temía una victoria de Hezbollah contra el gobierno libanés liderado por el entonces primer ministro Fuad Saniora “combinada con acciones iraníes en Iraq y en el frente palestino, lo que sería un desastre para EEUU y toda la región”.
El ministro de Exteriores saudí dijo que la situación que existía en Beirut era “totalmente militar” y que la respuesta debía ser militar también.
Él dijo que había necesidad de una “fuerza árabe” compuesta por militares de estados “de la periferia árabe” que mantuviera el orden dentro y alrededor de Beirut y señaló que el Ejército libanés era “demasiado frágil para soportar más presión”, según el cable de la Embajada de EEUU en Riad.
Tal fuerza sería ayudada por las tropas de la UNIFIL desplegadas en el sur de Líbano, mientras que “EEUU y la OTAN necesitarían suministrar apoyo logístico así como cobertura aérea y naval”, añadió el cable. Saúd sostuvo que “de todos los frentes regionales en los que Irán está avanzando, la batalla de Líbano sería la más fácil de ganar”.
Él dijo a Satterfield que Siniora apoyaba con fuerza el plan y que solo Egipto, Jordania y la Liga Árabe eran conscientes de él.
Saúd acusó a las tropas de la ONU en el sur de Líbano de “sentarse sin hacer nada”.
Sin embargo, Satterfield dijo que había dudas reales acerca de si tal plan era “militar y políticamente” viable y dijo que obtener un nuevo mandato para la UNIFIL sería difícil.
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