Agencia Noticiosa Ahlul-Bait (P)

Fuentes : webislam
lunes

10 diciembre 2001

20:30:00
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Decir 'No a la Islamofobia'

Contra todo pronóstico, la Europa del humanismo, la ilustración, la libertad y el derecho, se erige en la actualidad como un territorio donde proliferan los fanatismos y extremismos de toda índole, desde los políticos a los religiosos.

A pesar de los impetuosos esfuerzos históricos por hacer de este continente un ejemplo de la civilización, de lo que podría ser una sociedad del progreso y la modernidad, vemos como una mancha oscura pretende teñir de negro el esfuerzo de una mayoría social, que aún se muestra impertérrita hacia un fénomeno que, precisamente, es ya conocido en el hilo conductor de nuestra historia, a saber: la persecución de las minorías.

Aún hay indicios que hacen pensar que es posible aplacar el germen de un virus muy contagioso y agresivo que podría denominarse “islamofobius vacilus” que en estos días parece haberse instalado en el seno de nuestro tejido social. No obstante, esos indicios se tornan progresivamente más y más borrosos en el horizonte febril del contorno urbano europeo, al tiempo que los acontecimientos se precipitan como una flecha sobre su objetivo.

Emergen sin ton ni son en nuestras ciudades y pueblos, actitudes de desprecio humano hacia nuestros convecinos por motivos ideológicos, étnicos o religiosos. Y aunque parecen ser pocos los que dirigen esta orquesta de la xenofobia y el racismo, cuyo principal objetivo son las minorías sociales que, dificultosamente, intentan por todos los medios adaptarse e integrarse en una sociedad que las vilipendia y discrimina en función de criterios subversivos y demagógicos, el ruido que generan es estridente y altamente contaminante.

Lamentablemente, esa efusiva orquesta no solamente hace sonar sus perversos instrumentos en las apartadas y marginales lindes del subsuelo, al modo de la música underground más revulsiva, sino en las altas y visibles esferas de nuestra orgánica estructura gubernamental, donde presumiblemente se construyen las políticas y se defienden las libertades y derechos de los ciudadanos.

Forma parte de nuestra responsabilidad social combatir por todos los medios pacíficos que nos ofrece el derecho cualesquiera sean las formas y expresiones de violencia, extremismo y discriminación que pretendan encontrar sustancia en los engranajes del sistema, de lo contrario estaremos admitiendo el origen de la descomposición temprana de una civilización que se quiere postular modélica en su fondo y en su forma. Y no tan extrañamente, entre ese tipo de actitudes, se cuenta la islamofobia como una de las expresiones más comunmente aceptadas en el contexto social y político europeo.

Resulta bastante particular el caso de los musulmanes en Europa, quienes parecen encontrarse en una decisiva encrucijada por su definitiva normalización en el seno de los Estados en los que residen, justamente cuando emergen en la manera más visible y evidente conductas y comportamientos flagrantes que buscan el perjuicio y el sesgo hacia quienes se identifican con el islam.

Mientras que los musulmanes se ciñen férreamente a los principios y normas establecidas por las legislaciones europeas y aducen sucesivamente a las claraboyas de los diversos órdenes jurídicos que conforman los distintos Estados europeos con el fin de reducir en lo posible las infundadas sospechas y temores de quienes les ven como una terrible amenaza para el sistema, las propias instituciones y organismos veladores de dichos marcos de derecho hacen la vista gorda frente a quienes ostentan, en su discurso y en sus actos, posturas que menosprecian la justicia y fomentan el agravio hacia nuestro marco jurídico por el simple temor de estar asistiendo a una necesaria transformación del entramado cultural, el cual tiende hacia una mayor diversidad e interculturalidad.

Rápidamente se olvidan el laicismo, la libertad religiosa, la diversidad cultural y otros principios básicos del modelo europeo cuando las minorías religiosas o étnicas tratan de incorporarse a la sociedad y desempeñar un papel participativo. Se vincula islam y terrorismo, islam y extremismo, se percibe el islam como una religión extraña y ajena y se dibuja como una amenaza al desarrollo de nuestras sociedades y, para ello, se emplean todos los mecanismos políticos y mediáticos al alcance. Si aparentemente son pocos los que pretende inocular el virus nocivo de la islamofobia en la trastienda del poder, no hay duda de que cada vez son más y cuentan con apoyos y soportes suficientes como para proliferar de forma masiva.

Los musulmanes alzamos la voz y denunciamos severamente la irresponsabilidad de nuestros gobiernos al hacer del fenómeno de la islamofobia un juego político con el que obtener votos en sus campañas electorales, así como la amplia e indignante cobertura mediática que se ofrece a los portadores del discurso de la discriminación y la dilapidación gratuita de un sector de los ciudadanos de pleno derecho. La indeferencia de las administraciones ante esta comparsa de la injusticia y la ofensa hacia los musulmanes nos obliga a manifestar abierta y decididamente nuestro más profundo rechazo y a hacer un extenso llamamiento al conjunto de las sociedades europeas a combatir la discriminación de los musulmanes.

¡Digamos no a la islamofobia!


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