Sin duda la aprehensión de la familia de Imam Husain (P) jugó un papel muy importante para que el levantamiento de éste obtuviese el fin propuesto; ya que, durante el viaje de su captura, si no hubiesen contado a la gente, con toda valentía, la tragedia de Karbala, y también si la gente no los hubiese visto de cerca, el martirio de Imam Husain(P) nunca hubiese encontrado el eco que obtuvo, y los Omeyas, especialmente Yazid, no hubiesen sido desenmascarados.
La familia de Imam Husain(P), contrariamente a la reacción de cualquier otro prisionero y contrario a lo que imaginaba la mayoría de la gente de esa época que los consideraba derrotados, a cualquier lugar que llegaban declaraban su victoria y la derrota del enemigo, presentándose como victoriosos y triunfantes y al ejército de Yazid como los vencidos y desgraciados.
Entre los supervivientes de la tragedia de Karbala, se encontraban el Imam Zain ul `Abidin y su tía, la hermana de su padre, Zainab Kubra (P), quienes jugaron el papel de portavoces para despertar la conciencia de la gente.
Imam Zainul ‘Abidín (P), a pesar de que en el momento del martirio de su padre se hallaba enfermo (y es natural que hasta un tiempo después los síntomas de la enfermedad permanecían en su cuerpo) y a pesar de que se encontraba inmensamente acongojado por el martirio de su padre, hermanos y compañeros, esto no fue un impedimento para que llevase a cabo su tarea, y aprovechó cualquier oportunidad para concientizar a la gente.
Las gentes de Kufa al escuchar los sermones, ardientes como el fuego, de Zainab, de su hermana Umm Kulzum y de Fatimah Sughra, se sintieron avergonzados; lloraron y se lamentaron; entonces Imam Zainul ‘Abidín (P) hizo una señal y todos guardaron silencio. Después de alabar a Dios, Glorificado sea, y saludar al Mensajero de Dios dijo:
“¡Oh gente!... yo soy ‘Ali Ibn Al Husain, hijo de `Ali Ibn Abi Talib. Yo soy hijo de aquel hombre justo a quien saquearon sus pertenencias y tomaron prisionera a su familia. Yo soy hijo de aquel hombre que fue asesinado sediento, en las orillas del río Eúfrates, sin que hubiese derramado sangre o tuviese culpa alguna.
¡Oh gente! ¡Juro por Dios!, ¿es que acaso no fuisteis vosotros quienes con vuestras cartas invitasteis a mi padre a que viniese a Kufa y luego lo matasteis?
¡Oh gente! ¿Con qué cara vais a presentaros frente a Muhammad(BP) el Día de la Resurrección, y qué contestaréis cuando os diga: -Vosotros matasteis a mi familia y no me respetasteis pues vosotros no sois de mi comunidad.”
Las palabras del Imam, al igual que una tormenta disturbaron y agitaron a la gente de Kufa. Repentinamente se escucharon gritos y lamentos aquí y allá. La gente lloraba, unos a otros se reprochaban: “que despreciables y desafortunados sois y no lo comprendéis”.
Así fue como el Imam despertó sus conciencias adormecidas, haciéndolos conscientes de sus actos, personificando para ellos la inmensidad de la tragedia.
Llevaron a la familia de Imam Husain (P) al castillo de Ibn Ziyad. Cuando Ibn Ziyad vio al Imam Zainul ‘Abidín (P) preguntó: “¿Quién es éste?”
“‘Ali Ibn Al Husain” -contestó uno de sus oficiales.
“¡Es que ¿Dios no mató a ‘Ali Ibn Al Husain?!” interrogó Ziyad sorprendido
Esta vez el Imam respondió: “Tuve un hermano de nombre `Ali, a quien tu gente mató”.
“¡No, Dios lo mató!” -exclamó Ibn Ziyad.
Entonces el Imam pronunció la siguiente aleya:
“Dios llama a las almas cuando mueren y...” (Az-Zumar 39:42)
Ibn Ziyad enfureció y gritó: “¡Como te atreves a contradecirme!” -y con altivez y engreimiento ordenó a sus oficiales que mataran al Imam.
Zainab Kubra (P) se levantó para protestar: “Tú no dejaste vivo a nadie de nosotros, si decidiste matar a ‘Ali Ibn Al Husain (P), pues matadme a mí también”.
El Imam pidió a Zainab que guardase silencio, entonces dijo:
“¡Oh, hijo de Ziyad! ¡Tratas de amenazarme? Es que no sabes que ya estamos acostumbrados a que nos maten y el martirio es un honor para nosotros...”.
Al Final / 112