La mayoría de los medios de prensa (des)informativos occidentales- al menos aquellos que responden al “statu quo” del imperialismo yanqui y sus socios sionistas- han destacado en sus titulares centrales en estos días la ejecución en la República islámica de Irán de un hombre culpable de violar a varias mujeres en la ciudad de Isfahan, intentando con ello rotular una vez más como “barbarie” a los preceptos de la justicia en este país. La fuente, que cita un comunicado de la judicatura local, no señaló cuando se produjo el ahorcamiento y se limitó a identificar al reo como Husein M. La información original proviene de la Agencia de noticias estudiantil ISNA de Irán, y luego el cúmulo de “asombros” y “condenas” editoriales, son simples agregados de los mercenarios de la (in) comunicación social multinacional.
Recurren estos medios, a la fuente de la organización Amnistía Internacional que dice defender los derechos humanos- y en cierta medida lo hace aunque aplicando criterios muy selectivos- para agregar a la nota que “En Irán rige una interpretación de la ley islámica o Sharía que condena a la pena capital a los asesinos, a los violadores, a los narcotraficantes y a aquellos que atenten contra la ley de Alá y la República Islámica”. Y luego se explayan con estadísticas y cifras de ejecutados en Irán, China y otros países integrantes del llamado “Eje del Mal” por la corrosiva inventiva de George Bush en medio del frenesí caótico de su delirio genocida.
Reconoce el informe sin embargo que también en Arabia Saudí y en los Estados Unidos de Norteamérica abundan las ejecuciones de sentencias de muerte, aunque al parecer ninguna de ellas parece ser tan feroz como las sentencias de muerte que se ejecutan en Irán, ya que generalmente no se fomentan campañas mediáticas condenándolas.
Una realidad social que debería tomar ejemplo
Uno de los problemas sociales que más preocupa en la mayoría de los países del Cono Sur latinoamericano ( léase Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay, Paraguay, etc.) es el de la inseguridad social, en buena medida provocada por adicciones incontrolables como las del alcohol y las drogas, que devastan a los jóvenes convirtiéndolos en es clavos de ellas. Robos, homicidios, prostitución, trata de blancas, violencia doméstica, violaciones, pedofilia, corrupción, son hechos cotidianos ante los qué, los gobiernos aparecen como impotentes. Los erarios de cada país deben dedicar más que importantes partes de sus presupuestos para sostener poblaciones carcelarias sumergidas en establecimientos precarios donde conviven con total promiscuidad, y de los que de una forma u otra, los narcotraficantes se “adueñan” sosteniendo sus sucios negocios desde las entrañas mismo de los celdarios.
La “Pena de Muerte”, tan cuestionada principalmente en Occidente, aparece ahora sin embargo como una alternativa sugerida por la mayoría de los encuestados en trabajos de investigación frecuentes sobre el tema. Mientras no se termine con los “popes” del narcotráfico, y se logre reducir o terminar con los altos niveles de consumo alcohólico, pretender una estabilidad social sin riesgos de convivencia, aparece como una verdadera utopía.
Quienes ubican a la República Islámica de Irán como supuesta “abanderada” de la pena capital en el mundo (datos estadísticos que nos parecen sobredimensionados por la intencionalidad política del trasfondo), no dicen sin embargo que a pesar de ser un país con casi 80 millones de habitantes, multirracial y multicultural, y con una ciudad capital que supera los 12 millones de pobladores, es también quizás el país con menores índices de violencia doméstica, hurtos, homicidios, violaciones , narcotráfico y consumo alcohólico.
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