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lunes

10 enero 2011

20:30:00
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El Imam al-Kadzim (P) y la Desgracia de "Faj"

Husain Ibn ‘Ali, uno de los alíes de Medina a quien como resultado del hostigamiento se le había terminado la paciencia, se reveló en contra de Mahdi tal y como lo acordó con el Imam Al-Kadzim (P); y acompañado de un grupo de alrededor de trescientos hombres se dirigió de Medina a La Meca.

El ejército de Al-Mahdi en un lugar de nombre Faj sitió a Husain Ibn ‘Ali y a sus adeptos, y ahí fue donde sucedió una desgracia similar a la de Karbalá: cortaron las cabezas de todos los mártires y las trajeron a Medina, las pusieron a la exposición de la gente en una reunión dónde se encontraba un grupo de los descendientes del Imam ‘Ali (P), tales como el Imam Al-Kadzim(P). Nadie se atrevió a pronunciar palabra alguna, a excepción del Imam Al-Kadzim (P) cuando vio la cabeza de Husain Ibn ‘Ali, líder del movimiento de Faj, manifestó:
"Somos de Dios y regresaremos a Él; juro por Dios que alcanzó el martirio siendo un musulmán y un hombre honesto; ayunaba en demasía y las noches las pasaba en vela, ordenaba el bien y vedaba el mal, en su familia no había alguien que se le asemejara".
Al-Hadi, además de su perversión política, era un hombre corrupto y bebedor que vivía disfrutando de los deleites mundanales.
En una ocasión entregó a Yusuf Saiqal, por haber dicho unos poemas con buen tono, tal cantidad de dirhams que podía ser comparada con la carga de un camello.
"Ibn Dab Nami" relata: "En una ocasión fui a ver a Al-Hadi; sus ojos estaban rojos a raíz del vino que había bebido y de lo que se había desvelado. Me pidió que le contara un cuento respecto al vino, se lo dije en forma de poema, y después de anotarlo me entregó cuarenta mil dirhams".
"Ishaq Al-Mausili" un conocido músico árabe dijo: "Si Hadi no hubiese muerto, nosotros hubiésemos construido de oro, las paredes de nuestras viviendas".
Hadi murió el año 170/786. y Harun se convirtió en ¡el Rey del Islam! En ese entonces, Imam Musa Al-Kadzim(P) contaba con cuarenta y dos años de edad.
Durante el gobierno de Harun (170-193/786-809), el poder, dominio, hurtos y deleites de los 'Abbásidas llegaron a su culminación. Harun, al final de la ceremonia del juramento de lealtad nombró a "Yahia bar Maki" –uno de los iraníes que pretendía ese puesto– como su ministro, dándole poder completo y absoluto en todos los asuntos, inclusive en otorgar y quitar el puesto a quien él considerase conveniente; y siguiendo la costumbre de esa época, Harun le entregó su anillo como muestra de apoyo. Harun se dedicó a malgastar el tesoro público en bebidas, mujeres, compra de joyas y juegos.
La utilidad anual del tesoro público era de quinientos millones y doscientos cuarenta dirhams, mientras que en esa época, el costo de una oveja era de un dirham, y Harun derrochaba ese dinero.
Entregó un millón de dirhams a un poeta de nombre "Asya‘", por pronunciar una poesía. Al poeta "Abu Al-‘Atahiah" y al compositor "Ibrahim Al-Mausili", por algunos versos, cantos y melodías les obsequió a cada uno, cien mil dirhams y cien trajes.
En el castillo de Harun vivía un gran grupo de mujeres cantantes que poseían bellas voces, ellas tocaban música de esa época utilizando diferentes instrumentos musicales. Harun sentía una atracción especial por las joyas; en una ocasión pagó cien mil dinares por un anillo.
Gastaba diez mil dirhams en comida por día, y a veces preparaban hasta treinta platillos diferentes. En una ocasión Harun pidió un guiso con carne de camello; cuando lo trajeron, Ya‘far bar Maki le preguntó: "¿Acaso el califa sabe cuanto costó preparar este manjar?"
"Tres dirhams". Le respondió.
"No, juro por Dios que hasta el día de hoy se han gastado cuatro mil dirhams; ya que desde hace tiempo todos los días matan a un camello, para que esté preparado por si acaso el califa apetece ese día comer, carne de camello".
Harun era adicto al juego y a la apuesta, bebía en demasía, inclusive algunas veces invitaba a los que se encontraban presentes en la corte; a pesar de todo, para engañar a la gente, disimulaba en algunos asuntos islámicos: participaba en la peregrinación, solicitaba a algún predicador que lo aconsejara e inclusive lloraba.

Al Final / 112