Agencia de Noticias de Ahlul Bait (P) -ABNA- Las imágenes que nos llegan desde Túnez y Argelia y desde el resto de los países árabes del Magreb son realmente dolorosas, pero también abren una ventana a un verdadero cambio en estos dos países, un cambio que no está impuesto desde el exterior ni inspirado en él, a diferencia de los cambios en Oriente que a menudo han necesitado de guerras e invasiones extranjeras u operaciones quirúrgicas hasta convertirse en sinónimo de proyectos de división y conflictos civiles. Las escenas tunecinas y argelinas son muy naturales y muy modernas, son como una reminiscencia de las escenas de un pasado lejano desaparecido por los conflictos y las divisiones sectarias que han hecho mella en la mayoría de los países árabes: pobres que solo poseen la identidad de la pobreza arremeten contra una autoridad corrupta e injusta y reciben una respuesta violenta y sangrienta lo que les lleva a unirse bajo una posición política que va más allá de la demanda de la justicia social, haciendo un llamamiento a destituir la familia-mafia que les gobierna y cuya fuerza deriva de sus alianzas con mafias árabes y extranjeras que gobiernan en más de un lugar.Es un gran paso al frente el hecho de que los tunecinos y los argelinos, y mañana los mauritanos, salgan sin sus identidades religiosas, sectarias o políticas a la calle en protestas similares a las que se ven a menudo en las calles de las grandes capitales y ciudades occidentales, para expresar su indignación por la subida de precios y el desempleo y en protesta por la corrupción, el despilfarro, la mala gestión de la economía nacional y el injusto reparto de los ingresos generados por las riquezas nacionales, reiterando cánticos casi universales y levantando con timidez algunas pancartas y banderas rojas comunistas que fueron rápidamente eliminadas de la memoria de la humanidad.Es un fenómeno positivo, porque es muy honesto y muy espontáneo, ya que abre una trayectoria firme y estable hacia el cambio tan esperadoLa calle es toda suya. No hay entre ellos ningún personaje político o religioso de esos fabricados a base de seducción o represión por las instituciones de seguridad gobernantes. La policía les hace frente cumpliendo órdenes desesperadas de un poder a la que el terrorismo le cayó del cielo para ofrecerle una excusa ideal que le diera algo de credibilidad de cara al exterior, y un poco de legitimidad de cara al interior, un interior que estaba y está mucho más interesado en la seguridad, la estabilidad y la prosperidad que sus gobernantes y sus servicios de inteligencia que golpean a los islamistas con una mano y recogen el fruto de esta situación con la otra.En realidad, es un fenómeno positivo, porque es muy honesto y muy espontáneo, ya que abre una trayectoria firme y estable hacia el cambio tan esperado. Ya no vale apostar por que Occidente contribuya a él, como tampoco valía apostar por los islamistas que solo conocen las peores formas de cambio que inevitablemente llevan al infierno, un infierno al que ya llegaron los tunecinos y los argelinos varias veces, y que sus hermanos de Oriente siguen viviendo como una realidad cotidiana reflejada en los llamamientos al cisma sectario o en otras denominaciones de guerra civil que ahora constituyen la única respuesta a la invasión extranjera o su único heredero.Las imágenes a día de hoy son tunecinas y argelinas, pero mañana podrían ser mauritanas o marroquíes. Tal vez estas imágenes se queden dentro de las fronteras del Magreb limítrofes con el sur del viejo continente europeo en ruinas por la crisis económica heredada de Estados Unidos. Sin embargo, pueden calar muy profundamente en las mentes de los libaneses, egipcios, sirios, iraquíes, yemeníes, sudaneses, que se enfrentan a problemas políticos y económicos similares, y no pueden seguir pegados a las pantallas de la televisión a la espera de que la inspiración les caiga del cielo.---------------------Al Final / 112
Fuentes : Al-Fanar
viernes
14 enero 2011
20:30:00
221312
Pobres que solo poseen la identidad de la pobreza arremeten contra una autoridad corrupta e injusta y reciben una respuesta violenta y sangrienta lo que les lleva a unirse bajo una posición política.