Agencia de Noticias de Ahlul Bait (P) -ABNA- Las últimos acontecimientos, tensos y acelerados, que están teniendo lugar en varios países del mundo árabe, sobre todo en Túnez, pero también en Argelia y antes en Egipto, junto con la represión que han sufrido los manifestantes civiles, ha puesto en evidencia la magnitud del descontento popular y político por la crisis económica y los problemas para poder llevar una vida digna; una tensión que está llamada crecer y a extenderse a otros países si no se rectifica urgente y radicalmente el deterioro que se está extendiendo a distintos ámbitos en estos países.
Las bases de esta rectificación que el Congreso Nacional Árabe ha reclamado a lo largo de toda su trayectoria, de más de dos décadas, están definidas en el Proyecto de Renacimiento Árabe y pueden resumirse como sigue:
1- Reconocimiento claro e incuestionable por parte de los gobiernos de que las políticas adoptadas son erróneas, tanto en la gestión de las cuestiones vitales y sociales de los ciudadanos como en la apuesta por la represión y la violación de las libertades públicas y privadas, en especial de la libertad de expresión y de movilización popular, que se han convertido en las únicas formas de exigir las demandas legítimas, ya sean sociales o políticas. Los gobiernos pueden reprimir a sus países durante un tiempo, pero no lo pueden hacer toda la vida.
2- Que la elite gobernante y algunas elites intelectuales y políticas partidarias del gobierno reconozcan que el Estado ignora la necesidad de complementariedad árabe que tienen sus sociedades, tanto en lo económico, como en lo político y en lo tocante a la seguridad, lo que se ha convertido en una carga sobre estas sociedades por su demostrada incapacidad para garantizar la soberanía y la independencia, preservar la seguridad local y nacional, llevar a cabo un desarrollo económico y social equilibrado, concretar la justicia social y la democracia política, así como defender la identidad nacional y su histórico patrimonio espiritual y cultural.
3- Urgir a los gobiernos en el poder para que emprendan, a sabiendas de su dificultad, un diálogo serio con todas las fuerzas políticas, en especial con las fuerzas de la oposición patriótica, impermeables a las influencias externas, para elaborar un nuevo pacto social que saque al Estado del despotismo, la corrupción y la dependencia política y económica de las fuerzas coloniales y de sus instituciones.
4- Urgir a los gobiernos a que liberen urgentemente a todos los presos políticos y de opinión, en especial a los detenidos de las últimas protestas así como que permitan el regreso a sus países de todos los desterrados o exiliados por razones políticas para que participen en la misión de salvar, de una vez por todas, a dichos países de los peligros del colapso y la anarquía que se avecinan.
5- Hacer una revisión profesional y profunda de las actuales políticas económicas, financieras y sociales de Iraq, con la finalidad de poner en marcha un desarrollo sostenible entre los sectores productivos en las diferentes zonas del país, lejos de la dependencia y de la supremacía exterior y de sus instituciones internacionales, que los condena a servir al capitalismo y al imperialismo, ambos basados en el expolio de los recursos de este país y en el deterioro de sus estructuras económicas y sociales, para apostar por un desarrollo que se acompañe de justicia social y que sea inmune a cualquier clase de corrupción y al despilfarro que han hecho mella en todos los ámbitos y aspectos del país.
6- Trabajar urgentemente para celebrar elecciones libres y transparentes, de conformidad con las leyes electorales modernas y bajo una supervisión judicial independiente. Derogar todas las leyes de excepción y de todos los tribunales excepcionales que apoyan objetivos de seguridad, en detrimento de la justicia, y los intereses del poder, a costa de las aspiraciones de la sociedad.
Nos solidarizamos con todas las víctimas, heridos y detenidos de las protestas pacíficas populares en Túnez. Este movimiento popular envía más que un mensaje a todos los interesados en nuestra nación y el pueblo iraquí. Esperamos que su mensaje cale y los destinatarios actúen para garantizar la seguridad y la estabilidad, se promueva el desarrollo de las sociedades y se concrete una participación popular real, única fórmula que puede salvar a nuestros países de una anarquía total, ya que se han convertido en el proyecto colonial sionista integral que las potencias mundiales, en cooperación con los centros de poder de los regímenes en cuestión, han planificado.
Por último, exigimos a los gobernantes, tal como hiciera un califa ortodoxo en una célebre carta a uno de sus walíes: «Son muchos los que se quejan de ti y pocos los que te elogian: o rectificas o serás destituido».
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