Esta sencilla frase, plena de sentido pronunciada por el Imam, provocó que los ojos de los presentes se llenasen de lágrimas.
Cuenta uno de los musulmanes que ese día se encontraba presente en Sham cuando llevaron a los presos: “Estaba yo en el bazar de Sham, frente a la puerta de la mezquita, exactamente donde, por lo general, solían detener a los prisioneros. La caravana se detuvo y un anciano sirio se les acercó y dijo: -Adorado sea Dios que terminó con vosotros y apagó esta conspiración-, añadiendo muchas otras insolentes palabras.
Cuando terminó de hablar, el Imam Zain ul `Abidin(P) le dijo: “He escuchado lo que habéis dicho. Expresasteis toda aquella enemistad y odio que guardabais en vuestro corazón. Ahora al igual que yo escuché vuestras palabras, escuchad las mías”.
“¡Habla!” -replicó el anciano.
El Imam le preguntó: “¿Acaso habéis leído el Sagrado Corán?”
“Lo he leído” -afirmó el viejo.
“Habéis leído la aleya que dice: “Di (Muhammad): Yo no os pido recompensa a cambio, salvo el afecto a mis parientes” (Ash-Shura 42:23)”.
“Sí, la he leído” -declaró el anciano.
“Los parientes del Profeta (BP) somos nosotros. Dime ¿habéis leído esta otra aleya? “Da a tus parientes lo que es su derecho”. (Al-Asra’ 17:26).
El Imam continuó diciendo: -Nosotros somos los parientes a los que se refiere el Todopoderoso cuando dice a su Enviado (BP) dales lo que es su derecho”.
“¿Es que realmente son ustedes los parientes?” -preguntó sorprendido el anciano.
“¡Así es! -afirmó el Imam; entonces le preguntó si había leído la siguiente aleya que habla del quinto (jums):“Sabed que, si obtenéis algún botín, un quinto corresponde a Dios, al Enviado y a sus parientes”. (Al-Infal 8:41)”.
“¡Sí, la he leído!” -exclamó agitado el anciano.
“Nosotros somos los parientes... ¿habéis leído en la Sura La Coalición donde Dios Todopoderoso dice?: “Dios sólo quiere libraros de la mancha, gente de la casa y purificaras por completo”. (Al-A’hzab 33:33)”.
El anciano levantando sus manos al cielo exclamó: “¡Dios mío, estoy arrepentido! ¡Dios mío, me arrepiento de haber enemistado con la familia del Profeta (BP) y aborrezco a aquellos que los asesinaron! Anteriormente ya había yo leído estas aleyas, pero no entendía su verdadero significado”.
IMAM ZAIN UL `ABIDIN EN LA MEZQUITA DE SHAM.
Un día que Yazid se encontraba en la mezquita principal de la ciudad de Sham, ordenó a uno de los oradores que subiese al púlpito y recordase -groseramente- a Imam `Ali Ibn Abi Talib y a Imam Husain(P). El orador se sentó en el púlpito e inició su sermón elogiando a Yazid y Mu’awiyah, e insultando a estos dos Imames.
Imam Zainul ‘Abidín (P) que se encontraba presente, silenció las palabras del orador diciendo: “¡Oh, pobre de ti! ¿Cambiaste la satisfacción de tu Dios por la de alguien que fue creado por Él, preparándote de esta forma un lugar en el infierno?” -El Imam volvió su luminoso rostro hacia Yazid y exclamó: “¡Permite que suba al púlpito y diga unas palabras que le agraden a Dios, las cuales sean premio y recompensa para los presentes!”.
Yazid se opuso, pero la muchedumbre insistía que aceptara, y sin tener otra alternativa, declaró: “Si él sube al púlpito sólo bajará cuando nos haya deshonrado a mi y a la familia de Abu-Sufian.”
Le preguntaban: “¿Que puede decir?”
“Él es de esa familia de aquellos que les fue transmitida la sabiduría por medio de la leche, cuando era un lactante” -contestó Yazid.
La gente insistió aún más. Yazid se vio obligado a aceptar, por ello Imam Zainul ‘Abidín (P) subió al púlpito y después de alabar a Dios, Todopoderoso, continuó diciendo:
“..., Él, que no tiene inicio y que su esencia es eterna e inmortal, el Primero y sin principio, el Último y sin final, y después de que se haya extinguido toda la creación Él permanecerá y quedará infinitamente.
¡Oh, gente!...el Todopoderoso nos dio sabiduría, paciencia, generosidad, elocuencia, valentía, llenando los corazones de nuestros creyentes de amor hacia nosotros... El Mensajero de Dios (BP) es de los nuestros y amigo sincero de esta gente; el Príncipe de los Creyentes, `Ali Ibn Abi Talib(P) es de los nuestros; Ya`far Taiiar es de los nuestros; Hamzah, Señor de los Mártires es de los nuestros; Imam Hasan e Imam Husain, que son dos de los grandiosos nietos del Profeta(BP), son de los nuestros...
...yo soy hijo de La Meca y Mina, hijo del manantial de Zam-Zam y el monte de Safa, yo soy hijo de aquel magnificente que levantó la Piedra Negra -Hayarul Asuad- con su capa.
Yo soy hijo del mejor peregrino, de aquél que realizó los ritos del hayy (peregrinación) en la mejor forma debida.
Yo soy hijo de aquel que en una noche fue llevado de la Mezquita Al-Haram a la Mezquita Al-Aqsa (en Jerusalén.
Yo soy hijo de aquél que Dios le hizo revelaciones.
Yo soy hijo de Husain que fue martirizado en Karbala.
Yo soy hijo de Muhammad Mustafa (el elegido).
Yo soy hijo de Fatimah Zahra’(P).
Yo soy hijo de Jadiyah Kubra (P).
Yo soy hijo de aquél que fue ahogado en su propia sangre.”
La muchedumbre miraba a Imam ‘Ali Ibn Al Husain (P) con excitación, evidenciando cada una de sus frases más y más para la gente la grandeza de su linaje y profundidad del martirio de Husain (P). Poco a poco los ojos de los presentes se llenaron de lágrimas y se dejaron escuchar leves sollozos ahogados en sus gargantas. Repentinamente se levantó, de todos los rincones, un bullicioso llanto, Yazid se atemorizó y para calmar a la gente y evitar que el Imam continuase hablando, ordenó al muecín que convocara a la oración.
Se levantó la voz del almuédano: “Allahu Akbar, Allahu Akbar, ... Allahu Akbar, Allahu Akbar,… Dios es el más Grande” -repitió cuatro veces. El Imam que aún se encontraba sobre el púlpito exclamó: “Así es, Dios es el más Grande y más Magnificente y más Glorioso y más Honorable que cualquier otro a quien yo tema.
Ash-hadu an la ilaha illal-lah
Testifico que no hay Dios sino Dios.
El Imam cortando una vez más las palabras del almuédano dijo: -Así es, juro por lo más eminente, que no existe Providencia ni Adorado más que Él.
Ash-hadu anna Muhammad ar Rasulul-lah
Testifico que Muhammad es el Enviado de Dios”.
Todos se encontraban con la cabeza inclinada hacia abajo, escuchando con atención la llamada a la oración y lo que decía el Imam. Cuando el almuédano pronunció “Muhammadar Rasulul-lah”, los presentes levantaron sus cabezas dirigiendo sus miradas hacia el Imam. Una cortina de lágrimas nublaba sus miradas; era como si observaran en el rostro del Imam al propio Profeta (BP).
El Imam quitó el turbante de su cabeza y entonces exclamó: “¡Oh, muecín! Por ese Muhammad que acabas de pronunciar, silencia un momento.” El almuédano calló, y la gente mucho más. Yazid, que había empalidecido, se encontraba muy preocupado ya que ni siquiera la llamada a la oración pudo sosegar al Imam.
El Imam volvió su brillante rostro hacia Yazid y dijo: “¡Oh, Yazid! ¿Este querido y grandioso Mensajero de Dios (BP) es tu antepasado o el mío? Si afirmas que es tuyo, todos saben perfectamente que mientes, y si dices que es mi, entonces ¡contesta!, ¿por qué mataste a mi padre y lo despojaste de sus pertenencias y tomaste prisionera a su familia?
¡Oh, Yazid!, ¿con este proceder, consideras a Muhammad, Mensajero de Dios (BP) y vuelves tu rostro en dirección hacia La Meca para llevar a cabo tu oración? ¡Pobre de ti! si mi padre y mis antecesores repudian tu comportamiento el Día del Juicio.”
Yazid ordenó al muecín que recitara el Iqamah para la oración, pero la gente había enfurecido tanto que algunos de ellos sin haber realizado ésta, salieron de la mezquita.
La historia es el mejor testigo del efecto que causaron las palabras y sermones de Imam Zainul `Abidin (P) ese día en la mezquita de Sham. Yazid que había planeado asesinar al Imam (P) se vio obligado a tratarlo con respeto, tanto a él (P) como a su familia y, sin molestarlos, enviarlos a Medina. Después de lo sucedido, no tardaron mucho en izarse las banderas de la revolución en oposición al régimen Omeya tanto en Irak como en Hiyaz (la antigua Arabia). Miles de musulmanes se sublevaron para vengar la sangre de Husain(P), Señor de los Mártires, y no hay duda que fue el apresamiento de la familia de este Imam, los discursos y diálogos que sostuvieron estos con la gente, y los eficaces sermones de Imam Sayyad (P) los que complementaron el mensaje del martirio de Husain Ibn `Ali(P).