Si bien en el presente contexto la mejor manera de traducir la palabra árabe Haqq es el sentido de “derecho”, también tiene una serie de significados estrechamente relacionados entre sí y que deberían ser considerados, tales como: justicia, verdad, realidad, corrección, adecuación, necesidad, incumbencia, obligación, decoro, aptitud, acatamiento y legitimidad.
Una ojeada al “Tratado sobre los Derechos” mostrará rápidamente que la palabra “derechos” podría haber sido traducida mejor como deberes, obligaciones o responsabilidades, dado que el tratado no concierne directamente a los derechos del individuo sino a los derechos de otros individuos, que se deben observar. De todos modos, es importante preservar el término derechos, aunque más no sea para mostrar que, principalmente en términos de responsabilidades respecto a los derechos humanos, el Islam diverge profundamente de los más modernos puntos de vista occidentales, aunque tiene un profundo parentesco con otras tradiciones religiosas orientales y occidentales.
El Islam ve al individuo en todo su contexto, lo cual significa que considera primero su relación con Dios y luego su relación con las criaturas de Dios. Lo importante para el individuo en su relación con Dios es que alcanza la salvación, o en otras palabras, que sigue la guía de Dios, la cual se basa en la Misericordia y se orienta hacia lo mejor de los intereses humanos. En resumen, el Islam le quita valor a la perspectiva individual dado que los seres humanos por sí mismos y mientras viven no pueden ver nada aparte de sus propios intereses inmediatos. Pero esta desvalorización del individualismo no es una devaluación del individuo, sino que, por el contrario, le da la máxima importancia dado que apunta a su felicidad en el otro mundo.
El camino de la salvación es obedecer a Dios, y he aquí que el derecho del alma tiene que ser empleado en Su obediencia. Por su misma naturaleza y dado que “Su Misericordia precede a Su Cólera”, Dios exhibe Compasión y Guía, y el siervo al obedecerle, se hace acreedor de todo el ámbito de Su Compasión. En otras palabras, participar de la Misericordia y Compasión de Dios depende de seguir Su Guía, lo cual significa seguir la Shari'ah (la ley islámica) como fue revelada a través del Corán y la sunnah o tradición del Profeta (BP). De aquí que el Imam habla de “ocuparse en la obediencia” como el derecho clave del ego, dado que solamente así puede realizar su liberación.
El “Tratado” ha sido transmitido en dos versiones, una por el Shaij As-Saduq en sus Libros Al-Jisal y Al-Faqih, con algunas diferencias respecto de la presente versión, la cual se remonta a Abu Hamzah Az-Zumali que fue un gran discípulo del Imam Zainul `Abidin(P) quien dice: : “Éste es el tratado de ‘Ali Ibn Al Husain(P) para uno de sus compañeros”. La presente versión está en Tuhaf ul-'Uqul de Ibn Shu'bah el cual está narrado de la misma manera que en Ar-Rasa'il de Muhammad Ibn Ia'qub Al Kulaini.
Introducción:
Debes saber -Dios sea Misericordioso contigo- que Dios tiene derechos frente a ti, que te abarcan y se te aplican en todo movimiento que realices, o que dejes de hacer, en cada situación en que te encuentres, en cada miembro (corporal) que emplees y en cada instrumento que utilices. Algunos de estos derechos son mayores que otros.
A: (1) El mayor de los derechos de Dios que debes observar es aquel que Él se ha adjudicado para Sí mismo y que es la raíz de todos los derechos de la cual se ramifican. (2) Luego lo dispuso frente a ti en ti mismo, desde la cabeza hasta los pies, pasando por tus diferentes extremidades. Dios ha dado (3)a tu vista un derecho que debes observar, (4)a tu oído un derecho que debes observar, (5)a tu lengua un derecho que debes observar, (6)a tu mano un derecho que debes observar, (7)a tu pierna un derecho que debes observar, (8)a tu estómago un derecho que debes observar, y (9) a tu sexo un derecho que debes observar. Estas siete partes del cuerpo son por medio de las cuales se llevan a cabo las acciones (af'al).
* B: Después Él, Poderoso e Imponente, dispuso para tus acciones derechos que debes observar: dio (10)a tus oraciones rituales un derecho que debes observar, (11)a tu ayuno un derecho que debes observar, (12)a tu caridad un derecho que debes observar, (13)a tu ofrenda un derecho que debes observar y, a tus acciones (en general) derechos que debes observar.
* C: Después esos derechos se extienden hacia otros, quienes tienen derechos que te es obligatorio que tú observes. Lo que para ti resulta una mayor obligación es que observes los derechos de los que tienen predominio sobre ti (a'immah), después los derechos de tus subordinados (ra'iiah), luego los derechos de tus parientes (rahim).
De estos derechos se desprenden otros derechos.
* C1: Los derechos de tus líderes son tres: el que te es más obligatorio es (14)el derecho de quien te rige por medio de la autoridad, después (15) el de quien te rige por medio del conocimiento, luego (16) el derecho de quien te rige por medio de los bienes.
Esto es así ya que, todo aquel que dirige (de alguna forma) se constituye dotado de autoridad.
* C2: Los derechos de tus subordinados son tres: el más obligatorio para ti es (17)el derecho de aquellos que te son subordinados por medio de la autoridad, después (18)el derecho de los que son tus subordinados por medio del conocimiento, ya que el (ser humano) ignorante está subordinado al (ser humano) que tiene conocimiento. Después el derecho de quienes son tus subordinados por medio de los bienes, como ser (19) las esposas y (20)aquellos (esclavos) que poseas.
* C3: Los derechos de tus parientes son muchos. Están relacionados (contigo) según el grado de cercanía en el parentesco. El que te es más obligatorio para ti es (21)el derecho de tu madre, luego (22)el derecho de tu padre, luego (23)el derecho de tu hijo, luego (24)el derecho de tu hermano, luego el pariente más cercano, luego el que le sigue en proximidad, y así sucesivamente.
*D: Después viene (25)el derecho de tu amo que te favoreció (al liberarte de la esclavitud), después (26)el derecho del esclavo a quien le alcanza tu favor (al liberarlo), luego (27)el derecho de quien tiene contigo una acción bondadosa, luego (28)el derecho del Muecín que te llama al rezo ritual, luego (29)el derecho del Imam que conduce el rezo, luego (30)el derecho de quien se sienta a tu lado, luego (31)el derecho de tu vecino, luego (32)el derecho de tu compañero, luego (33)el derecho de tu socio, luego (34)el derecho de tus bienes, luego (35)el derecho de tu deudor, luego (36)el derecho de tu acreedor, luego (37)el derecho de (todo) aquel con quien relacionas, luego el (38)derecho de tu adversario que tiene una queja contra ti, luego (39)el derecho de tu adversario contra quien tú tienes una queja, luego (40)el derecho de aquel a quien guías, luego (41)el derecho de aquel a quien pides guía, luego (42)el derecho de aquel que te pide un consejo, luego (43)el derecho de quien te da consejo, luego (44)el derecho de quien es mayor que tu, luego (45)el derecho de quien es menor que tu, luego (46)el derecho de quien te pide, luego (47)el derecho de aquel a quien le pides, luego (48)el derecho de quien te ocasiona un mal por medio de la palabra o la acción, con o sin intención, luego (49)el derecho de quien te hace feliz por medio de la palabra o la acción, con o sin intención, luego (50)el derecho de la gente de tu religión en general, luego (51)el derecho de la gente del Libro que vive bajo protección (ahludh dhimmah), luego todos los derechos que rigen en la medida de las causas y tendencias de los acontecimientos.
Por lo tanto, ¡bienaventurado sea a quien Dios ayuda a cumplir lo que le prescribió de observar los derechos, aquel a quien Él concede el éxito y le pone en la dirección correcta!
A: Los Derechos de Dios
1- En cuanto al mayor de los derechos de Dios, es que le adores sin asociarle nada. Cuando haces eso con sinceridad (ijlas), Él se auto-prescribe darte suficiencia en los asuntos de este y del otro mundo y reserva para ti lo que desees del primero.
2- El derecho de tu “yo” (nafs) que debes observar, es que te empeñes en obedecer a Dios. Después das a tu lengua su derecho, a tu oído su derecho, a tu vista su derecho, a tu mano su derecho, a tu pierna su derecho, a tu estómago su derecho, a tu sexo su derecho, y buscas la ayuda de Dios en todo esto.
3- En cuanto al derecho de tu lengua, consiste en que la consideres demasiado noble para la obscenidad, la habitúes a lo bueno, le impongas educación así como reposo, salvo que sea necesario y beneficioso para la religión o la vida mundanal, la refrenes de cualquier injerencia o intromisión denigrante en la que no hay sino muy poco beneficio y de la que no se está a salvo de su perjuicio ni aún con su infrecuencia. Que los fundamentos e indicios lógicos sean considerados, ya que cuando el inteligente se engalana con su intelecto, ello resulta en un buen proceder de su lengua. No hay Fuerza sino en Dios, Altísimo y Majestuoso.
4- En cuanto al derecho del oído es que lo mantengas exento de ser convertido en un medio de lo que llega al corazón, a menos que sea una noble conversación sobre un ausente, que inspire lo bueno en tu corazón y produzca una noble virtud. Esta es la puerta que tienen las palabras hacia el corazón, que le brinda las diferentes cualidades, buenas o malas. No hay fuerza sino en Dios.
5- En cuanto al derecho de tu vista es que bajes la mirada frente a cualquier cosa que te sea ilícita, que no abuses de ella sino en aquello que dé lugar a una enseñanza tal que adquieras perspicacia o aproveches un conocimiento, ya que ciertamente que la vista es la puerta para la reflexión.
6- En cuanto al derecho de tus piernas es que no las uses para caminar hacia lo que te está vedado, que no las conviertas en tu montura para el camino que, para la gente que marcha por éste, es inestable, ya que ellas son las que te transportan y (sólo) por tu medio marchan por el sendero de la religión, y tú eres quien decide. No hay fuerza sino en Dios.
7- En cuanto al derecho de tu mano es que no la tiendas hacia lo que es ilícito para ti, no sea cosa que al extenderla tomes lo que te asegure a la larga el castigo de Dios, y a la corta la reprobación de la gente, que no la alejes de aquello que Dios prescribió, sino que debes honrarla absteniéndote (incluso) de la mayoría de lo que le es lícito y tendiéndola hacia la mayoría de lo que no le afecte. Si la mano es refrenada y ennoblecida a la corta, se hace acreedora a la larga de la mejor de las recompensas.
8- En cuanto al derecho de tu estómago es que no lo hagas un recipiente de lo que para ti es ilícito, ya sea en mucha o poca cantidad; que le procures lo lícito y que aún así no te sobrepases del límite del (consumo para el) fortalecimiento llegando a la indolencia y la pérdida de la dignidad; que lo controles cuando sienta el hambre y la sed. Ciertamente que el saciarse de una forma que lleva a la persona hasta el hartazgo es en realidad holgazanería, torpeza y un obstáculo para la bondad y la nobleza. Beber hasta hartarse de una forma que lleva a la persona hasta la saturación, es en realidad causa de estupidez, ignorancia y perdida de la dignidad .
9- En cuanto al derecho de tu sexo es que lo resguardes de lo que es ilícito y que lo ayudes mediante el recato en la mirada, y en verdad que ésta es la mejor de las ayudas. También mediante el incremento del recuerdo de la muerte, del compromiso de tu alma para con Dios e infundiéndole el temor a Él. A Dios corresponde la impecabilidad y la protección. No hay poder ni fuerza sino en Él.
B: Los Derechos de las Acciones
10- En cuanto al derecho del rezo (salat) es que sepas que es un llegar ante Dios y que a través del mismo estás frente a Él. Si supieras esto serías digno de realizarlo en la situación de quien sabe que es bajo, anhelante, trémulo, temeroso, esperanzado, humillado, despreciable, suplicante; que engrandece a quien se está dirigiendo estando calmo, cabizbajo, con sus miembros en estado de sometimiento, relajado, realizándole en su interior las mejores confidencias de su corazón, pidiéndole la liberación de su alma la cual esta asediada por sus errores y consumida por sus pecados. No hay fuerza sino en Dios.
11- En cuanto al derecho del ayuno (saum) es que sepas que se trata de un velo que Dios ha puesto sobre tu lengua, tu oído, tu vista, tu sexo y tu estómago para protegerte del Fuego. En relación a esto está el hadiz que dice "El ayuno es protección contra el Fuego". Si aplacas (el fervor de) tus miembros bajo este velo, tendrás esperanza de que estén cubiertos y protegidos (en el más allá), y si tú las dejas a un lado, te desesperaras por cubrirlos y levantarás los costados del velo descubriendo lo que no corresponde, como por ejemplo, la mirada que estimula la sensualidad y la fuerza que sobrepasa el límite del temor a Dios, y no estarás a salvo de rasgar el velo y salirte de Él. No hay fuerza sino en Dios.
12- En cuanto al derecho de la caridad (sadaqah) es que sepas que es tu provisión ante tu Señor y un depósito para el cual no necesitarás testigo. Si supieras esto, lo depositarías en secreto y estarías más seguro del mismo que si lo depositaras manifiestamente, ya que eres más digno cuando lo realizas como algo secreto que si lo realizas en forma manifiesta. Que el asunto quede en cualquier caso en secreto entre este (depósito) y tú. No busques manifestar lo que depositas procurando quien testimonie haber oído y visto (eso), como si de esa forma fuera más seguro para tu alma, y como si no confiaras que la misma caridad te devolverá lo que depositaste. No eches en cara a nadie el haberla realizado, que si lo haces no estarás a salvo de que por su causa parezcas despreciable para quien se lo hayas echado en cara. Eso sería un indicio de que tú no procurabas tu alma mediante la caridad, ya que si lo hubieras hecho así, no se lo habrías echado en cara a nadie. No hay fuerza sino en Dios.
13- En cuanto al derecho de la ofrenda (hadii – es decir el animal sacrificado durante la peregrinación) es que por su medio sinceres tu deseo hacia Dios y tu procura de Su Misericordia y Aceptación, y no busques (que se te dirijan) las miradas de la gente en lugar de la de tu Señor. Si logras esto, no serás un falso ni un simulador. Debes saber que Dios es procurado mediante lo fácil y no mediante lo difícil, ya que es eso precisamente lo que Dios pide, lo fácil y no lo dificultoso. De la misma forma, el estado de humildad o sumisión es para ti prioritario por sobre el de la arrogancia y el señorío, ya que tanto la pena como la fatiga afectan a los que alcanzan alguna jefatura. En cuanto a la humildad y al servilismo, estos no presentan pena alguna ni fatiga, ya que son innatas y están presentes en la naturaleza. No hay fuerza sino en Dios.
C1: Los Derechos de los Dotados de Autoridad.
14- En cuanto al derecho de quien te rige por medio de la autoridad (sa'isika bis sultán), es que sepas que fuiste dispuesto como una prueba para él, que él es probado en tu persona por medio de la autoridad que Dios le dispuso sobre ti, que le aconsejes sinceramente y no le enfrentes en forma que levante su mano contra ti y eso sea la causa de tu ruina y la suya propia. Que muestres humildad y amabilidad mostrando satisfacción por aquello que te impide realizar y no te perjudica en tu religión, y que le pidas socorro a Dios contra él. No le desafíes ni te le opongas. Haciendo eso le desobedecerías, te dañarías a ti mismo, ya que te expondrías a su desagrado y le expondrías a aniquilarte, y te convertirías en su ayudante contra ti mismo y en su socio en el mal que te acarrea. No hay fuerza sino en Dios.
15- En cuanto al derecho de quien te rige por medio del conocimiento (sa'isika bil 'ilm) es que le honres y le respetes en su presencia, le prestes total atención, le atiendas con real interés y le ayudes en relación a ti mismo en aquel conocimiento para el cual te es imprescindible, de forma tal que le dediques enteramente tu intelecto y le dispongas tu comprensión. Que purifiques tu corazón y hagas brillar tus ojos para él, abandonando los placeres mundanales y controlando tus pasiones. Debes saber que tú representas aquello que su enviado hace llegar a aquel que te encuentre de entre los ignorantes, ante quienes no debes dejar de representarle de la mejor manera, sin traicionarlo al hacer llegar su mensaje y de actuar según él lo haría. No hay poder ni fuerza sino en Dios.
16- En cuanto al derecho de quien te rige por medio de los bienes (sa'isika bil mulk), es semejante al de quien te rige por medio de la autoridad, sólo que éste posee lo que aquel no, por lo que es necesario que le obedezcas tanto en lo que te parezca insignificante como importante, salvo en el caso que sea algo que implique que abandones la prescripción de observar los derechos de Dios, ya que entonces estos se interpondrían entre tú y sus derechos y los de toda la Creación. Cuando ya se haya cumplimentado (el derecho de Dios), vuelve bajo su autoridad ocupándote de sus derechos. No hay fuerza sino en Dios.
C2: Los Derechos de los Subordinados
17- En cuanto a los derechos de quienes te son subordinados por medio de la autoridad (ra'iatuka bis sultán), consisten en que sepas que tu asumiste su control en virtud de tu poder sobre ellos, ya que lo que los ha colocado en posición de subordinado ante ti es su debilidad y sumisión. Lo más conveniente para aquel a quien su propia debilidad y sumisión te han hecho (indispensable y) suficiente para él, hasta llegar a convertirlo en tu subordinado y a tornar efectivo tu mandato sobre él, es que no se te resista mediante algún poder o fuerza y que no pida amparo en aquello que considere mayor que tú, salvo en Dios por medio de Su Misericordia, Protección e Indulgencia. Lo más conveniente para ti es que cuando reconozcas la virtud de ese poder y fuerza que Dios te concedió, seas agradecido con Dios, que quien agradece a Dios, El le otorga Sus bendiciones. No hay fuerza sino en Dios.
18- En cuanto al derecho de quien es tu subordinado por medio del conocimiento, (ra'iatuka bil 'ilm), es que sepas que Dios te ha dispuesto como depositario para ellos (o sea, "te ha dispuesto para ellos como depositario o responsable". Es probable que alguna de estas expresiones se haya omitido durante las transcripciones del manuscrito) en relación al conocimiento que te ha otorgado y a la sabiduría que te ha conferido. Si actúas en buena forma en aquello que Dios te ha conferido y te desempeñas como un depositario benevolente, que aconseja con desinterés a su siervo en su servilismo, que es paciente, reflexivo, que cuando ve a alguien necesitado le ayuda con los bienes que tiene, estarás bien encaminado, esperanzado y afianzado. Esto siempre que no traiciones a Dios, no seas opresor con Su creación, ni objetes Su Grandeza y Derecho a privar (de las cosas).
19- En cuanto al derecho de quien está subordinado a ti por medio del contrato matrimonial (milkun nikah), es que sepas que Dios la ha dispuesto como sosiego, tranquilidad, alegría y protección. De esa forma, ambos deben agradecer a Dios por su respectivo compañero y saber que es una bendición de Su parte. Se debe tratar de la mejor forma a esa compañía que Dios ha dado en gracia, honrarla y tratarla con ternura. Si bien tu derecho sobre ella es (de tono) más áspero e indefectible su obediencia a ti, debes saber que ella posee el derecho a la indulgencia y al cariño. Sentirse a gusto con ella está en consumar el placer, lo cual necesariamente debe ser acatado. Y eso, en verdad que es algo magnífico. No hay Fuerza sino en Dios.
20- En cuanto al derecho de quien está subordinado a ti por medio de tu posesión de él (como tu esclavo) (milkul iamin), es que sepas que es la criatura de tu Señor, tu carne y tu sangre (o sea igual que tú eres de carne y sangre), que tú lo posee y no lo creaste sino que fue Dios el que lo hizo. No creaste su oído, ni su vista, ni tampoco dispusiste los medios para su subsistencia, sino que Dios te ha abastecido con todo eso. Luego Él lo sometió a ti y te lo confió depositándolo (en tus manos) para que le protejas y procedas con él de la forma en que Él dispuso. Que le alimentes con aquello que tú mismo comes y le vistas con aquello que tú mismo vistes, no le impongas aquello que no pueda realizar. Si le aborreces, aléjale dejándole en manos de Dios y reemplázale, pero no atormentes a una criatura de Dios. No hay fuerza sino en Dios.
C3: Los derechos de los Parientes
21- El derecho de tu madre es que tú seas consciente que te llevó donde nadie lleva a nadie, te dio el fruto de su corazón que nadie da a nadie, y te protegió con su oído, su vista, sus manos, sus pies, su pelo, su alegría, y con todos los miembros de su cuerpo, sintiéndose jubilosa y alegre por ello, poniendo total atención y cuidado, y tolerando molestias, sufrimientos, incomodidad y aflicción hasta que tu fuerza la apartó de ti y te dispuso sobre la tierra. Ella se sentía complacida si estabas saciado (de comida) aun teniendo ella hambre, si estabas vestido aunque ella estuviera desnuda, si estabas ahíto de bebida aún teniendo ella sed, si estabas a la sombra aún estando ella expuesta al sol. Te infundía bienestar aún en su desgracia. Te deleitaba procurándote un buen sueño aún en su desvelo. Sus entrañas fueron para ti un recipiente y su regazo un cobertor. Sus pechos fueron tu abrevadero, y todo su ser una protección para ti. Soportó y te protegió del calor y frío de este mundo. Debes agradecerle por todo eso, pero no serás capaz de hacerlo sino a través de la ayuda de Dios.
22- En cuanto al derecho de tu padre, es que sepas que es tu origen y tú su ramificación, y que si no fuera por él no estarías. Siempre que veas algo en ti que te agrade, sabe que tu padre es la raíz de esas bendiciones. Por lo tanto, alaba a Dios y agradécele en esa medida. No hay fuerza sino en Dios.
23- En cuanto al derecho de tu hijo, es que sepas que proviene de ti, y que te será añadido el bien o mal que realice en esta vida pasajera. Tu eres responsable por eso que se te ha confiado, respecto a su buena educación, la orientación hacia su Señor, y a ayudarle a obedecer a Dios, tanto por ti como por él mismo, ya que será tanto recompensado como castigado. Haz a su respecto como quien quiere engalanarse mediante su buena influencia sobre él en (el período de) esta vida pasajera, y como quien tiene la disculpa ante su Señor por el trato que con él tuviste al detenerle y sujetarle con buena forma y propósito. No hay fuerza sino en Dios.
24- En cuanto al derecho de tu hermano, es que sepas que él es tu mano la cual extiendes, tu espalda en la cual te refugias y confías, tu fuerza en la cual te apoyas, tu poder con el cual atacas. No lo tomes como un arma con la cual desobedecer a Dios, ni como un elemento con el cual oprimir a las criaturas de Dios. No dejes de auxiliarle aún contra si mismo, ni de ayudarle contra su enemigo, ni de interponerte entre él y sus demonios, ni de aconsejarle, ni de interesarte en su persona en el camino de Dios. Y esto, si obedece a su Señor, y le responde en buena forma, en caso contrario, ten en cuenta que es Dios a quien debes considerar más noble y a quien debes honrar más que a él.
D: Los derechos de las demás Personas
25- En cuanto al derecho de quien te ha favorecido con la libertad, es que sepas que él ha gastado en ti de sus bienes, y te ha sacado, de la humillación de la servidumbre y su crueldad, hacia la grandeza de la libertad y su humanidad. Te liberó del cautiverio de estar bajo posesión. Te saco de los círculos de la esclavitud. Te hizo percibir el aroma de la grandeza. Te sacó de la prisión de la coerción. Alejó de ti la dificultad. Te hizo permisible el mundo en su totalidad. Te hizo dueño de ti mismo. Desató la correa que te sujetaba. Te dejó dedicado a la adoración de tu Señor. Hizo todo eso tolerando la disminución de su riqueza. Así que debes saber que él es para ti, en tu vida y en tu muerte, el que tiene prioridad entre las criaturas después de tus parientes, y más derecho a tu auxilio, ayuda y protección en el sendero de Dios. Así que no te prefieras a ti mismo en aquello que él necesite.
26- El derecho de tu siervo sobre quien ha recaído tu favor, es que sepas que Dios te ha dispuesto como su protector, guardián, auxiliador y fortaleza, y que lo ha dispuesto a él como un medio y un vínculo entre tú y Él. Entonces, lo más apropiado es que te proteja del fuego y ello resulte a la larga una recompensa para él (en el más allá). Dios ha decretado para ti su herencia, en el caso de que no tenga parientes, como retribución por aquello que gastaste en él y por haber observado sus derechos después de ello. Así que en el caso de que no hayas observado sus derechos, será de temer que te sea conveniente su herencia. No hay fuerza sino en Dios.
27- En cuanto al derecho de quien tiene un acto amable (dhul ma'ruf) para contigo, es que le agradezcas y hagas mención de su amabilidad, que divulgues a su favor bellas palabras, que suplique sinceramente por él en eso que está entre tú y Dios, Glorificado Sea. Si tú procedes así, le habrás agradecido tanto en secreto como abiertamente. Luego, si te es posible retribuirle (el favor), hazlo, y sino, debes estar preparado para ello y tener dispuesta la retribución.
28- En cuanto al derecho del Muecín, es que sepas que está recordándote a tu Señor, invocándote hacia tu dicha, y que es quien mejor te ayuda a cumplir lo que Dios te ha prescrito. Por lo tanto agradécele de la forma en que lo haces con quien te hace un bien. Si te encuentras en tu casa preocupado por esto, no serás objeto de acusación a su respecto ante Dios, y habrás comprendido que él es una indudable gracia de Dios para contigo. Entonces, hazte de buena compañía y amistad con esa gracia de Dios, alabándole por ella en cualquier caso. No hay fuerza sino en Dios.
29- En cuanto al derecho de tu Imam en la oración, es que sepas que él ha asumido la mediación entre tú y Dios, y la comparecencia ante tu Señor. Habla por ti, pero tú no hablas por él. Suplica por ti, pero tú no suplicas por él. Pide por ti, pero tú no pides por él. Te ha ahorrado la preocupación de ponerte frente a Dios y ha asumido la súplica por ti. Y como si esto no te bastara, si en algo de ello hubiera falta o defecto, a él le incumbe la responsabilidad y no a ti. Si en ello hubiera extralimitación, no serías copartícipe de eso, y no tiene (sólo por esto) ninguna virtud sobre ti. Así, ha preservado tu alma mediante la suya, y lo mismo ha hecho con tu oración mediante la suya. Debes agradecerle por ello. No hay Poder ni Fuerza sino en Dios.
30- En cuanto al derecho de quien se sienta junto a ti, es que lo trates con afabilidad y cordialidad, y que muestres imparcialidad hacia él mientras rivalizan en el habla. No apartes de él la vista en forma descomedida cuando ambos se estén mirando, y que cuando le hables te propongas hacerle comprender. Si eres tú el que fue a sentarse con él, puedes levantarte cuando lo desees, pero si es él el que fue a sentarse contigo, el tendrá tal opción, y no te levantes sino con su permiso. No hay fuerza sino en Dios.
31- En cuanto al derecho de tu vecino (yar), es que lo cuides cuando está ausente, lo honres cuando está presente, y que lo auxilies y ayudes en ambas situaciones. No persigas ningún defecto suyo, ni indagues para conocer algo malo de él, y si lo averiguas sin intención, no habrá responsabilidad (de tu parte). En este caso, resguarda lo que supiste como si fueras una impenetrable y bien oculta fortaleza, de forma tal que si las lanzas (de la maledicencia) lo procuran interiormente no le lleguen a tocar por estar protegido en ella. No le escuches a hurtadillas de forma que él no lo sepa. No lo desampares en la dificultad, ni le envidies por lo que fue agraciado. No des importancia a sus errores y perdona sus faltas. No escatimes paciencia con él cuando actúe contigo en forma ignorante, y no dejes de estar en paz con él. Aleja de él la injuria y contrarresta el ardid que pudiera tener algún consejo que se le dé. Trátale de manera distinguida. No hay Poder ni Fuerza sino en Dios.
32- En cuanto al derecho del compañero (sahib), es que lo acompañes con un motivo virtuoso y generoso mientras puedas hacerlo, y sino, por lo menos con equidad y honradez. Debes honrarlo así como él te honra y protegerlo como te protege. No permitas que en el trato que tienen te preceda en la acción generosa, y si lo hizo, retribúyesela. No seas negligente respecto al afecto que merece, e imponte a ti mismo el aconsejarle, custodiarle, ayudarle a obedecer a su Señor y auxiliarle en su alma en aquello en que no le importe desobedecer a su Señor. Luego, sé para él una misericordia y no un castigo. No hay fuerza sino en Dios.
33- En cuanto al derecho del socio (sharik), es que si él se ausentara, tú deberías bastarle en sus asuntos, y si estuviera presente, trátale con igualdad. Que no resuelvas sólo de acuerdo a tu juicio sin que él exponga el suyo, y no obres según tu opinión sin consultarle. Debes cuidar de su propiedad y no le traiciones ya sea en algo de importancia o insignificante, ya que “la mano de Dios está sobre las de ambos socios, en tanto no se traicionen el uno al otro”. No hay fuerza sino en Dios.
34- En cuanto al derecho de la riqueza (mal), es que no la obtengas sino a través de lo que es lícito, que no la gastes sino en aquello que está permitido, que no la desvíes cuando ya está destinada a una cosa (en particular), que no trastoques su sentido, y que si proviene de (algo relacionado a la religión de) Dios, no la dispongas sino en Su causa. No te prives de ella reservándola para quien tal vez no te agradezca, sino que incluso no use en buena forma lo que le hayas dejado como herencia, ni la utilice en obediencia a tu Señor, ya que entonces le habrías ayudado en ello; o bien, embellezca la opinión de sí mismo por cumplir obediencia a su Señor con el producto de tu riqueza, llevándose así honores sin esfuerzo. De esta manera, atraerías el pecado, el lamento y el arrepentimiento como consecuencia. No hay fuerza sino en Dios.
35- En cuanto al derecho de tu acreedor (al garim at talibu lak), es que si dispones de recursos le pagues, le satisfagas y le compenses y no le despaches ni te demores (más), ya que dijo el Mensajero de Dios(BP): “La demora (en pagar) de quien es rico, es en realidad opresión”. Y si estás en una situación difícil, debes dejarlo satisfecho con buenas palabras, requerirle (una prórroga) de la mejor manera y despedirlo con gentileza. De esta manera, no agregarás el mal trato a su disminución de riqueza, ya que eso sería actuar con vileza. No hay fuerza sino en Dios.
36- En cuanto al derecho de aquel con quien te relacionas (jalit), es que no le engañes, ni le ilusiones, ni le mientas, ni le desatiendas, ni le traiciones, ni hagas nada por arruinarle como un enemigo que no permanece con su compañero. Si él confía en ti, debes profundizar en tu alma a su respecto, y entonces sabrías que engañar a quien ha entregado su confianza es como realizar usura u obtener un lucro ilícito. No hay fuerza sino en Dios.
37- En cuanto al derecho de tu adversario que tiene una queja contra ti (al jasmil mudda'i 'alaik), es que si aquello que alega es cierto no invalides su argumento, y no hagas nada por anular su acusación. Tú mismo deberías ser adversario de tu alma a su favor. Debes ser tu propio juez y un testigo a favor de él por el solo derecho que le corresponde, sin que haga falta el testimonio de otros. Ciertamente que éste es un derecho de Dios contra ti. En el caso de que lo que reclama en tu contra sea falso, deberías tratarle con benevolencia, y le infundirías el ser temeroso de su religión y le exigirías jurar por ella, tratarías de quebrar su cólera contra ti mediante el recuerdo de Dios y de hacer que deje de lado la palabrería y el alboroto que le impide que se le aparte el enojo (que es propio) de quien es tu enemigo e incluso le hace insistir en su falta y afilar la espada de su enemistad, ya que la palabra mala acarrea el mal. Y el bien es reprimido por el mal. No hay fuerza sino en Dios.
38- En cuanto al derecho de tu adversario contra quien tú tienes una queja (al jasmil mudda'a 'alaih), es que si aquello que alegas contra él es cierto, te dirijas en la más amable forma durante la discusión al plantear la acusación, ya que el solo hecho de ser realizada ésta es algo grosero y rudo a los oídos del acusado. Debes referir tus pruebas con amabilidad, concediéndole la mayor de las oportunidades, argumentando de la forma más explícita y con la mayor benevolencia. No te desvíes de tus pruebas disputando en medio de habladuría y parloteo, ya que se disgregarían tus pruebas sin que te percates de ello. No hay fuerza sino en Dios.
39- En cuanto al derecho de aquel que solicita guía (mustashir), es que si se presenta ante ti para exponer una opinión, te esfuerces en aconsejarlo indicándole lo que sabes que harías tú mismo si estuvieras en su lugar. Que esto surja de ti con misericordia y afecto, ya que el afecto sociabiliza lo tosco, mientras que la rudeza retrae aquello que es objeto de sociabilidad. Si es que se presenta ante ti sin exponerte una opinión, y alguien en quien tú confías conoce su opinión y tu alma se siente satisfecha, lo guiarías y orientarías hacia él. Así, no le habrías abandonado sin hacerle un bien, ni habrás dejado de aconsejarle. No hay fuerza sino en Dios.
40- En cuanto al derecho de aquel a quien pides guía (al mushiru 'alaik), es que no lo acuses por dar una opinión que no te agrade cuando esté orientándote, ya que eso sólo estará señalando las diferencias de ideas y proceder de la gente. Si tienes alguna duda o sospecha de su opinión, debes ser tú el que tome una decisión y no él, pero no te es permitida tal sospecha si tienes ante ti a quien es digno y apto para consultar. No dejes de agradecerle como mejor te parezca por definir su opinión y su buena disposición para responder a sus consultas. Si estás conforme con su opinión, glorifica a Dios y acéptala de tu hermano con agradecimiento y retribuyéndole de igual forma cuando él requiera lo mismo de ti. No hay fuerza sino en Dios.
41- En cuanto al derecho de aquel que te pide un consejo (mustansih), es que se lo brindes de la manera que consideres más apropiado para aquello que está exponiéndote, y expresándoselo de la forma que sea más agradable a sus oídos. Debes hablarle de acuerdo a la capacidad de su intelecto, ya que toda mente tiene una aptitud para entender u obviar las palabras. En todo caso, que tu método esté basado en la misericordia. No hay fuerza sino en Dios.
42- En cuanto al derecho de quien te da consejo (nasih), es que te comportes amablemente con él, impregnes tu corazón de sus consejos y le prestes oído a lo que dice para así entenderlos. Luego reflexiona sobre ellos, y si ves que eran justos y atinados, alaba a Dios por ello, acéptaselos y reconoce su sinceridad. Si no son acertados, trátalo con misericordia, no sospeches de él y reconoce que no dejó de aconsejarte sólo que se equivocó, a menos que tengas alguna prueba que acredite tal sospecha. En ese caso, no le prestes atención de ningún modo. No hay fuerza sino en Dios.
43- En cuanto al derecho de quien es mayor que tú (kabir), es que le muestres deferencia por su edad y le honres por su Islam, si es que se cuenta entre los virtuosos, anteponiéndole en lo que respecta al Islam y no enfrentándole en una discusión. No te le adelantes ni te le coloques al frente de un camino. No le consideres un ignorante, y si actúa contigo como tal, tolérale y hónrale por el derecho que le concierne por su edad en el Islam, ya que, ciertamente que el derecho de la edad está en la medida de su Islam. No ha y fuerza sino en Dios.
44- En cuanto al derecho de quien es menor que tú (saguir), es que seas compasivo con él, le eduques, le enseñes, le perdones, le protejas, seas amable, le ayudes, disimules sus errores ocasionados por su juventud, ya que estos son motivo de arrepentimiento, le halagues y no le seas hostil. Ciertamente que esto hará más próximo su desarrollo.
45- En cuanto al derecho de quien te pide (sa'il), es que le otorgues mientras tengas certeza de su veracidad y puedas satisfacer sus necesidades, que supliques por él por lo que le acontece y que le ayudes en lo que requiera. Si dudaras de su veracidad, se antepusiera la sospecha, y no te decides que hacer, no estarás a salvo de que eso sea una artimaña de Satanás que quiere alejarte de tu dicha e interponerse entre tú y tu acercamiento a tu Señor, por lo que lo dejarías y despedirías en buena forma. Y si vences a tu propia alma en el asunto, dale lo que te sugiera tu interior, ya que ciertamente que ello forma parte de los asuntos en que uno mismo da muestras de resolución.
46- En cuanto al derecho de aquel a quien le pides (mas'ul), es que cuando dé algo le sea aceptado con agradecimiento, reconociendo su virtud, aceptando la excusa en lo que se rehúse a dar y pensando bien de él. Debes saber que si él se rehúsa (a darte algo) nada le prohíbe hacerlo y no se reprocha respecto a su propia riqueza. Si es que es opresor, en verdad que “el ser humano es tirano y desagradecido”.
47- En cuanto al derecho de quien te hace feliz por medio de sí mismo o por sus acciones, es que si obra con intención, alabes a Dios como primera medida y luego agradezcas a esa persona por eso en la medida de lo que merece, le retribuyas por la virtud de anticiparse y estés preparado para compensárselo. Si no obró con intención, alaba a Dios y luego agradécele a Él mismo, ya que habrás entendido que provino de Él, y te distinguió con eso. A ti te habrá complacido eso, al ser causa de las gracias de Dios sobre ti y por esperar después algo mejor. Por cierto que las causas de las gracias son bendiciones provengan de donde provienen, aunque no se realicen con intención. No hay fuerza sino en Dios.
48- En cuanto al derecho de quien te ocasiona un mal por medio de la palabra o la acción, es que si lo realiza intencionalmente, el perdón será lo principal para ti, porque en ello está lo óptimo, la elevada educación y otras bondades semejantes de la moral. Dice Dios en el Corán: “…A quienes se defiendan después de haber sido tratados injustamente, no serán objeto de reproche. Sólo se harán acreedores al reproche quienes oprimen a la gente y tiranicen en la tierra injustamente. Éstos sufrirán un severo castigo. En cambio, quien sea paciente y perdone, (que sepa) que está en esas situaciones donde se realiza una gran determinación”. También dice, Poderoso e Imponente: “Si castigáis, hacedlo del mismo modo que fueseis castigados, pero si tenéis paciencia, ello será mejor para los perseverantes”. Esto cuando se ha obrado con premeditación, pero si no ha sido así, no le oprimas procurando vengarte de él, ya que le devolverías con premeditación lo que te hizo por error. Debes tratarle gentilmente y despedirle lo más amable que puedas. No hay fuerza sino en Dios.
49- En cuanto al derecho de la gente de tu religión en general, (ahlu mil-latika 'ammah), es que les infundas seguridad, les difundas la misericordia y seas amable con quien de entre ellos actúe mal, unas a las personas, que las corrijas, que agradezcas a quien actúa bien consigo mismo y por lo tanto para contigo, ya que su buena acción para consigo es también para contigo si es que con ello te ahorra de tener que sustentarle, y te pone a salvo (de sí mismo) al aprisionar su ego. Incluye a todos al invocarles. Auxíliales a todos con tu ayuda. Debes dar a todos su posición en relación a ti: al mayor de entre ellos la posición de padre, al menor la posición de hijo, y al del medio la posición de hermano. Si alguien se te presenta, trátale con bondad y misericordia, y da a tu hermano lo que a un hermano es obligación dar.
50- En cuanto al derecho de la gente del Libro que vive bajo protección (ahludh dhimmah), el juicio es que aceptes de ellos lo que Dios ha aceptado de ellos y cumplas con lo que Dios ha dispuesto como parte de Su protección y pacto. Encomiéndale a Él, en lo que requieran de sí mismos y a lo que se vean compelidos. Debes juzgarles de acuerdo a lo mismo que Dios ha dispuesto para juzgarte, en cualquier transacción que pueda mediar entre tú y ellos. Que entre tú y tu opresión de ellos se interponga la observancia de la protección que Dios les ha dado y el cumplir con Su pacto. Lo pactado por el Mensajero de Dios será un impedimento para ello, ya que él dijo: “Quien oprima después de haber pactado me tendrá como adversario”, por lo tanto, teme a Dios. No hay poder ni fuerza sino en Dios.
Estos son cincuenta derechos que te circundan. No los transgredas en ningún caso en que te sea obligatorio observarlos y cumplimentarlos. Pide ayuda en esto a Dios, Exaltado Sea en Su alabanza. No hay poder ni fuerza sino en Dios. Que la alabanza sea para Dios. Señor del Universo.
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A continuación mencionamos una traducción libre del poema de Farazdaq que mencionamos al principio de este libro:
¡Oh cuestionador que me preguntas de la generosidad y magnanimidad de éste!
La clara respuesta a ésta, se encuentra en mis manos, cuando aparezcan sus buscadores.
Él es aquél que la tierra de La Meca sintió sus pisadas.
Y la casa de la Ka`bah, el Haram de Dios y sus alrededores lo conocen.
Él es hijo de los mejores servidores de Dios.
Es virtuoso y casto, puro y bien conocido.
Él es aquél cuyo padre es Ahmad, el Enviado de Dios.
Las bendiciones de Dios, Todopoderoso, sean siempre para él.
Si el pilar (se refiere al pilar de la casa de Dios, de la Ka`bah) supiese quién vino a besarlo,
Gritaría a la tierra para que ésta besase las plantas de sus pies.
Su nombre es `Ali y el Mensajero de Dios es su padre.
Y los pueblos serán dirigidos por su luminosa guía.
Él es aquél quién uno de sus tíos es Ya’far Taiiar y otro, el mártir.
Ese valiente hombre que por su amistad juran.
Hijo de la gran Señora Fatimah.
Hijo del albacea del Profeta, aquél en cuya espada se ocultaba la muerte de los paganos e idólatras.
Cuando el Quraish lo ve, admite que no hay excelsitud superior a la de él.
Ni tampoco puede imaginar a alguien más eminente que él.
Él está relacionado con la Suprema Gloria.
Que ni la mano del árabe y el no árabe la podrá alcanzar.
¡Oh, Hisham! Por qué finges no conocerlo y preguntas ¿quién es?, sabes muy bien que con ello no perjudicas su persona.
Ya que el árabe y el no árabe saben perfectamente lo que tu niegas.
Por modestia baja su vista frente a los demás, y la vista de los demás baja cuando ven su majestuosidad.
Y nadie es capaz de dirigirse a él sin sonreír.
La luminosidad de su frente rompe el velo de la obscuridad.
Tal y como lo hace el sol que con su brillo termina con la obscuridad.
Es tan generoso que nunca ha negado nada, a menos que testifique.
Y si no fuese para afirmar que LA ILAHA ILLAL-LAH, no hay Dios más que Uno, entonces no negaría sino que afirmaría.
Su origen viene del Mensajero Divino(BP).
El lugar donde se creo fue inmaculado, su desarrollo puro y noble carácter.
Se hace responsable de los problemas de otros,
Cuando estos no encuentran solución para ellos.
Si dice algo, es una orden para todos,
Y sus palabras son su propio ornamento.
Si no lo conoces, él es hijo de Fatimah,
Y su padre fue el último enviado de Dios.
Dios lo creó desde la antigüedad, supremo y magno,
Y con la pluma milagrosa lo había grabado así en la Tabla Protegida -Lauh Mahfuz- (Libro Divino en el cual está escrito desde el principio hasta el final de la creación).
Él es aquél que las virtudes de los profetas, son incomparables a las de su antepasado (BP),
Y su (BP) comunidad superior a las otras comunidades.
Su generosidad cubrió toda la creación,
Y se han alejado por él la perversión, el hambre y la oscuridad.
Sus manos son como nubes de bondad que hacen llegar a todos sus beneficios.
Da obsequios que nunca se consumen.
Es ternura y delicadeza y no existe en él rudeza ni aspereza.
Dos cualidades lo embellecen, la paciencia y la generosidad.
Nunca actúa en contra de lo que promete y su existencia es bendita.
El umbral de su casa es muy amplio (las puertas de su casa están abiertas para todos).
Él pertenece a aquéllos que son amigos de la religión y enemigos de la incredulidad.
Y acercarse a él es obtener la salvación y la liberación.
Sus virtudes disuelven cualquier sedición y conspiración.
Y su benevolencia y bondad se incrementan.
Al iniciar o finalizar cualquier plática,
Después del nombre de Dios su nombre es mencionado.
Si recordásemos a los devotos, él es el líder de ellos.
Y si preguntásemos quiénes son los mejores hombres sobre la tierra, en respuesta escucharíamos sus nombres.
Ningún misericordioso después de verlos puede considerarse misericordioso,
Y nadie les puede igualar en generosidad y valentía.
Ellos son beneficioso al igual que el agua después de una sequía.
Y pelean como un león salvaje cuando se encienden las llamas de la guerra.
Nunca se reprochan nada.
Tienen una moral magnificente y sus manos son como una lluvia perseverante de dádiva.
La carestía nunca disminuye la dádiva de sus manos.
Para ellos es igual tener que carecer.
Cuál de las tribus no agradece a sus generosos ancestros.
O a él mismo por sus favores.
Aquél que conoce a Dios, conoce el linaje de éste magnánimo.
La gente tomó de las manos de este excelente la religión y la guía.
Los quraishitas, sólo van a su casa en busca de ayuda para resolver sus problemas.
Así también para obtener un dictamen.
Su ascendiente es el Mensajero Divino(BP) del Quraish,
Y otro de sus antepasados es el Príncipe de los Creyentes, `Ali, que quedó como albacea y guía de la gente después de Muhammad(BP).
La guerra de Badr fue testigo suyo,
Y el valle de Uhud, la guerra de Jandaq y el día de la conquista de La Meca, todos ellos lo presenciaron.
Y Jaibar y Hunain atestiguan por él.
Y también la peligrosa guerra de Bani Quraizah en aquel día tan difícil.
Por último enviamos sinceros saludos al alma de Farazdaq pues creemos necesario recordar que este poema elocuente y valiente, fue pronunciado en el momento preciso, ocasionando un gran conflicto y un gran peligro para él, pero a cambio defendió la verdad y la justicia valientemente. Sin embargo, aquello que Farazdaq dijo fue sólo una parte de las virtudes del Imam y sus excelentes antepasados, ya que sabemos perfectamente que es imposible medir el cielo a pasos y el mar con una copa, pues aquello que el poeta declaró no fue un puño de un costal sino un grano de un silo de trigo.
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