Contexto
Tras la Guerra de los Seis Días, en la cual resultaron derrotados los Estados árabes, se inició una ofensiva diplomática en la ONU y en otras tribunas internacionales por parte de Egipto y Siria para recuperar los territorios perdidos, al tiempo que se aprovisionaban de armamento moderno proporcionado por la Unión Soviética. La Guerra de Yom Kipur fue el intento por recuperar esos territorios mediante el uso de la fuerza, ya que se negaban a toda negociación con la "entidad sionista". Israel logró conservar los territorios en disputa y, pese a ser el agredido en esa ocasión, no hizo sino agravar su aislamiento diplomático, mientras la causa palestina ganaba muchos enteros fuera también del área de influencia árabe, gracias a la presión petrolera que ejercían los países árabes [cita requerida] pero también a la imagen de Israel como potencia invasora.
La resolución 3379 de la ONU sólo puede entenderse en el contexto de la aritmética de bloques de la Guerra Fría, con los países árabes, socialistas y no alineados votando juntos, conformando una mayoría automática en la ONU que condenó sistemáticamente a Israel en repetidas ocasiones. Esa situación dio como resultado más de veinte resoluciones de la ONU contrarias a Israel (3089, 3210, la 3236, la 32/40, etc.), sumadas a las que adoptaron agencias dependientes como la Unesco, la Organización Internacional del Trabajo o la Organización Mundial de la Salud, que no sólo exigían la retirada israelí de los territorios ocupados, sino que pusieron directamente en duda la legitimidad del Estado de Israel y sus fundamentos ideológicos.[2] Es en ese contexto, como corolario a esa ofensiva diplomática, donde se produjo la resolución 3379, que deslegitimó de raíz una de las bases de la existencia de Israel, el sionismo, al equipararlo al racismo.
Aunque la resolución 3379 fue derogada en 1991 por iniciativa estadounidense, cumplió el objetivo de sus promotores de proscribir internacionalmente a Israel.
La resolución de 1975
La resolución, tras una serie de considerandos, llegaba a la conclusión de que "el sionismo es una forma de racismo y discriminación racial". Tomó nota de otras resoluciones similares de convenciones y encuentros internacionales:
Jaim Herzog, entonces embajador israelí ante las Naciones Unidas, condenó enérgicamente la resolución:
Para nosotros, el pueblo judío, esta resolución basada en el odio, la falsedad y la arrogancia, está desprovista de todo valor moral o legal. Para nosotros, el pueblo judío, esto no es más que una hoja de papel y la trataremos como tal.
Al finalizar su discurso, Herzog rasgó el documento por la mitad.
Resultado de la votación
Patrocinada por: (25 estados) Afganistán, Arabia Saudita, Argelia, Baréin, Cuba, Dahomey, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Guinea, Irak, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Mauritania, Marruecos, Omán, Qatar, República Árabe del Yemen, República Democrática Popular del Yemen, Somalía, Sudán, Siria y Túnez.
A favor: (72 estados, 47 más los 25 patrocinantes) Albania, Bangladesh, Brasil, Bulgaria, Burundi, Cabo Verde, Camboya, Camerún, Chad, Checoslovaquia,