“Muhammad Ibn ‘Ali Ibn Babiwayh, llamado el “Shaij As-Saduq” (descanse en paz), muy conocido jurista y transmisor de narraciones de la Escuela Shi‘ah, que falleció en (381 d.H./991 d.C.), registra: “Al-Ma’mun invitaba para debatir a integrantes de diversos grupos inclusive de grupos corrompidos, con la intención de que vencieran al Imam y esto era a causa de la envidia y celos que sentía dentro de sí mismo hacia el Imam; pero el Imam no se sentó a debatir con nadie a menos que al finalizar la discusión la otra parte aceptase la grandeza del Imam y sus razones…”.
“Nawfali” cuenta: Al-Ma’mun Al-‘Abbasí ordenó a Fadl Ibn Sahl que invitara a los dirigentes y superiores de las diferentes religiones tales como: al obispo superior de los católicos, al rabino superior de los judíos, a los jefes adoradores de los ángeles o estrellas, que no practicaban religión o creencia alguna, al guía de los zoroástricos, al juez de los adoradores de fuego, a médicos de la Antigua Roma y los oradores especializados en ciencias religiosas. Fadl los invitó. Al-Ma’mun por medio de Yasir, encargado de los asuntos generales del Imam, pidió al Imam, que en caso de que se encontrase dispuesto charlara con los jefes y dirigentes de las diferentes religiones. Imam Respondió:
“Mañana estaré listo”.Cuando Yasir salió el Imam me dijo: “¡Oh Nawfali! Tú eres iraquí y los iraquíes son inteligentes; ¿que opinas respecto a que Al-Ma’mun haya invitado a los incrédulos y creyentes?”“Quiere examinarlo a vos y medir vuestra sabiduría”.“¿Acaso temes que ellos triunfen?”“¡No, juro por Dios! Nunca he sentido ese temor. Estoy seguro que Dios os hará salir triunfante de entre ellos”.“¡Oh, Nawfali! Te gustaría saber en que momento Al-Ma’mun se verá arrepentido”.“¡Sí!” Le respondí.
“Cuando muestre pruebas a los judíos con su Libro Sagrado “La Tora”, a los cristianos con “La Biblia”, a los seguidores de David con “Los Salmos”, a los hebreos adoradores de estrellas y ángeles con su misma lengua, a los zoroástricos en su idioma el persa, a los romanos con su habla y a los oradores con sus palabras, y cuando triunfe sobre cada uno de estos grupos y anule sus causas y razones, y den uno por uno la espalda a sus creencias y acojan las mías, Al-Ma’mun entenderá que el trono en el que está sentado no es derecho de él. Entonces en ese momento se arrepentirá”.
Después el Imam dijo: “Wa la haula wala quwati il.la bil.lahi al ‘Aliiel ‘adzim” o sea, no existe fuerza alguna a menos que la fuerza de Dios Grande.
Al día siguiente el Imam se presentó en la reunión. El gran rabino dijo: “Nosotros únicamente aceptamos de ti aquello que esté registrado en la Torá, la Biblia, los Salmos de David y los Libros Sagrados de Abraham y Moisés (P)”. (El erudito judío a pesar de que no tenía credulidad en la Biblia, la conocía, y quería por este medio probar al Imam ante los cristianos, por ello pidió que el Imam trajese también pruebas de la Biblia).
El Imam aceptó y por medio de la Torá, la Biblia, los Salmos mostró en forma detallada la profecía de Muhammad (BP), el Enviado de Dios; y ellos aceptaron el imamato del Imam Ar-Rida (P). También discutió con los otros. Cuando no tuvieron más que decir manifestó: “¡Oh, grupo! Si entre vosotros se encuentra alguien que se oponga a lo que he dicho o tenga alguna pregunta que hacer, que lo diga sin temor”.
“‘Imran Sabi” que en los debates y la ciencia del Kalim o teología escolástica era único dijo: “¡Oh, hombre ilustre! Si tú no lo hubieses propuesto, no te interrogaría, ya que yo he viajado a Kufa, Basora, Sham y a la Península (Arábiga) y he discutido con los oradores, pero no encontré a ninguno que pudiese comprobarme la Unicidad de Dios…”.
El Imam explayándose en cada uno de los motivos y razones le confirmó la Unicidad de Dios. ‘Imran quedó convencido y dijo: “¡Mi Señor! Comprendí y atestiguo que Dios es tal y como vos habéis dicho, y que Muhammad es Su siervo, y fue escogido para dirigir a la gente con una religión verdadera”.
Entonces volteándose hacia la Ka‘bah se prosternó y abrazó el Islam.
Los oradores al escuchar las palabras de ‘Imran Sabi, no hicieron más preguntas. Al final del día Al-Ma’mun se levantó y acompañado del Imam Ar-Rida (P) se dirigió dentro de la casa y la gente se dispersó.
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