Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) - En enero, fui por vacaciones a la Patagonia chilena, esperando así, estar lejos por algún tiempo de las malas noticias en los medios de comunicación. Encontré una tierra de una belleza natural casi imposible de describir, pero también encontré a mis viejos conocidos de Hebrón, los soldados del IDF (Fuerzas de Defensa de Israel). Fue como si las mismas personas que ocupan mi país (Palestina) se hubiesen trasplantado a la Patagonia después de su orgía genocida. La segunda cosa bastante extraña que llamó mi atención en la Patagonia es que “extranjeros” están comprando grandes paños de tierra en Chile y en Argentina.
Lejos, la figura más polémica entre los “extranjeros” es Douglas Tompkins un conservacionista que compró 330.000 hectáreas aproximadamente, al norte de Chaitén, y quien también posee tierras en otras localizaciones en Chile y Argentina a través de su Conservation Land Trust. Pero hay también otros, personas adineradas y corporaciones, comprando tierras a lo largo de la Patagonia. La controversia alrededor de muchos extranjeros que compran la tierra, es casi siempre un tema de conversación con los locales: “¿Ha escuchado usted acerca del gringo?” (“gringo” es una palabra de jerga, ampliamente usada en Latinoamérica para nombrar a los “norteamericanos”) era una pregunta de los locales que se repetía entre Chaitén y Villa O’Higgins.
En una zona donde la única industria de crecimiento es el turismo, escuché a varios chilenos que comentaban que los extranjeros siempre parecen recibir más indulgencia del gobierno que ellos mismos. Otros comentan la compra de la Patagonia por extranjeros como el preludio a la fundación de un nuevo estado. No es de extrañarse, están viendo al ejército israelita explorando su país desde principios de 1980 e incluso antes de esa fecha.
Vi a los IDF con mis propios ojos: primero en el barco de Puerto Montt a Chaitén, y luego por todas partes hasta Candelario Mansilla, 1.200 km al sur. Ellos siempre viajan en grupos de 5 a 7 personas, siempre con una o dos mujeres entre ellos, cada grupo tiene un oficial y ellos evitan el contacto con los locales y otras personas al mínimo necesario. Un chileno con un poco de conocimiento sobre estas materias nos dijo que ellos viajan en formaciones que corresponderían a misiones de “reconocimiento e inserción” en la terminología militar. Esta persona nos confirmó que la exploración de la Patagonia bajo la fachada de turismo ha sido llevada a cabo desde 1976, intensificándose posterior a 1982 aproximadamente.
LA OCUPACIÓN DE PALESTINA
Mientras la incesante incursión del IDF ha despertado la curiosidad de los chilenos, me recuerda lo que pasó en mi patria Palestina desde finales de 1920 y principios de los años treinta, cuando masivas olas de judíos inmigraron como “granjeros”. Los judíos comenzaron comprando grandes extensiones de tierra en Palestina a través de los hombres y compañías de exploración. En ese momento los palestinos poseían la mayoría de las tierras en Palestina. Me pregunto si el futuro de la Patagonia se parecerá a la historia de Palestina. Antes de estas olas de masiva inmigración judía, el británico Lord (Arthur James) Balfour emitió la fraudulenta “Balfour Declaration” en la que el agonizante Imperio británico entregaba la tierra de Palestina a los sionistas y les “permitía” a los judíos tomar las tierras árabes, probablemente en un mal aconsejado esfuerzo encaminado para librarse de los judíos de Europa. Antes de Balfour, uno de los últimos actos del Imperio otomano antes de su fallecimiento fue entregar Palestina que había ocupado durante mucho tiempo, a los británicos. Esta charada de infamia recuerda más a un par de mendigos que se sientan a la entrada de una iglesia, uno de ellos vendiendo la iglesia al otro, en lugar de honestos compañeros que hacen un trato de buena fe.
En 1947, la ONU aprobó una Resolución que demanda la division de Palestina en dos estados, Israel “la minoría” controlaría ahora el 56 por ciento de la tierra (en ese momento, los judíos sólo poseían aproximadamente el 6% de la tierra), la mayoría palestina controlaba el 44 por ciento de su patria. Poco después vino la guerra de 1948 en que los judíos declararon su independencia y el establecimiento de un estado judío, Israel, en el 78 por ciento de la tierra palestina. En ese momento el Banco Oriental y Jerusalen Oriental estaba bajo el control de Jordania, mientras que la Franja de Gaza estaba bajo el control de Egipto.
En 1948 mi familia se trasformaría en refugiados en nuestra propia patria. Mi madre me dijo que ella era una muchacha joven cuando dejó su pueblo en lo que ahora se llama Israel. Mi madre me contaba: “Mi familia dejaron todo en el pueblo; estábamos asustados de lo que el haganah judío había hecho en otros pueblos palestinos en la cercanía. Ellos destruyeron esos pueblos y llevaron a cabo matanzas colectivas contra las personas que habían vivido allí.
El ejercito árabe (compuesto de tropas de todos los países que ahora tienen fronteras con Israel) recogió todas las armas particulares de los palestinos en ese momento. Ellos nos convencieron que eran lo suficientemente fuertes como para protegernos y luchar contra Israel, que nosotros deberíamos confiar en ellos y debemos entregarles nuestras armas. Los soldados árabes les dijeron a los palestinos que deberían dejar sus casas por un par de días que hasta que la guerra acabase, “no hay ninguna necesidad de llevar sus cosas personales”. Este mismo ejército árabe estaba dotado solamente de armas rotas para defender Palestina. Ellos tenían solo tapas de corcho y balas de salva en lugar de balas reales. Esta es la tercera traición de los árabes contra los palestinos después de que los turcos otomanos habían vendido Palestina a los británicos anteriormente.
El resultado de esta traición culminó en 1967 con la ocupación por los judíos de las tierras palestinas restantes y partes de los países árabes alrededor de ellos. De este tiempo es que yo recuerdo a un soldado jordano huyendo que le pidió un traje a mi madre para ponerse en lugar de su uniforme. También recuerdo los tanques jordanos que arrancaban de Hebrón sin siquiera luchar.Yo tenía 5 años.
Desde entonces, los ocupantes judíos se arrogaron el derecho para confiscar nuestras tierras agrícolas, demoler nuestras casas con el propósito de construir asentamientos judíos donde les agradase. La inmigración judía desde todo el mundo a Palestina que fue llamada ahora “Estado de Israel” aumentó considerablemente. El fenómeno de extranjeros comprando tierras palestinas no se detuvo después de la ocupación de la Franja Oriental y de Gaza en 1967. De hecho, compañías extranjeras de avanzada que compran la propiedad palestina aumentaron en gran forma sus actividades. Algunas personas que dejaron Palestina debido a la guerra de 1967 vendieron sus casas en las viejas ciudades de Jerusalén y Hebrón. Después de un rato quedó claro que estos extranjeros de avanzada servían a los intereses de la ocupación judía y los colonos.
El millonario norteamericano, Shlomo Moskovitch, compró en Ras al Amod en Jerusalen Oriental, a través de compañías extranjeras de avanzada, desde que estaba prohibido por ley vender las propiedades a los judíos. Otros extranjeros compraron algunas viejas casas en la antigua ciudad de Hebrón. Todos estos extranjeros estaban sirviendo a la ocupación israelita. La conclusión es: “Quien les dio el derecho a los sionistas judíos para construir un estado en Palestina, les dará el derecho para hacer lo mismo a otros pueblos en sus propias patrias”.
Las actividades de los “turistas” judíos y de los extranjeros que compran cualquier propiedad disponible es vista claramente por las personas chilenas y este asunto es cuestión de mucha controversia y discusión, pero lo que no está claro para los chilenos de la Patagonia es el futuro. ¿Qué pasará después? ¿Qué pasará con ellos si los judíos llegan a ser mayoría en la Patagonia y comienza a hablar sobre construir un nuevo estado judío allí?
Nadie sabe con seguridad por qué el alto mando militar israelita está enviando a sus soldados en misiones de exploración a la Patagonia. El gobierno israelita está evidentemente interesado en la Patagonia y ellos están gastando el dinero que les sirva a ese interés. Varios “hayalim” (Hayalim: en hebreo, el plural de “hayal”, soldado) le dijeron a mi amigo que el IDF financia su viaje después de que ellos completan el servicio militar y las personas con quienes él pudo hablar, todos habían tenido un rol en inteligencia, sea éste en un “trabajo de oficina” no especificado o viajando por diferentes partes, filmando con una cámara de video los combates en el sur del Líbano y la Franja Oriental.
La mayoría de los judíos cree que no hay ningún futuro seguro en Israel y Palestina. La guerra estallará en cualquier momento entre ambos pueblos aun cuando tengan acuerdos de paz. Muchos judíos ya han dejado Israel e incluso solicitaron pasaportes extranjeros. Muchos judíos han comprado tierras en Europa y en los Estados Unidos. En este contexto es interesante notar que los casos de corrupción contra el primer ministro Ariel Sharon involucra el intento de adquisición de una isla griega.
La última vez que me quedé en casa de mi amiga Anat Even en Tel Aviv mientras estábamos trabajando juntas, ella compró una nueva cerradura para la entrada de su casa. Estaba asustada y hablaba sobre un nuevo Holocausto en marcha. Dijo que Israel no era un país seguro para los judíos y que en su opinión, las prácticas del gobierno estaban preparando a los judíos para el nuevo Holocausto, y que era importante encontrar un lugar seguro para vivir. Ella estaba hablando con un profundo dolor, tal como si el nuevo Holocausto estuviera pasando en ese instante. Anat me dijo que muchos judíos se sentían de la misma manera.
“PATAGONIA ESTÁ LLENA DE SOLDADOS ISRAELITAS”
En la Patagonia, vi a muchos israelitas, en los coffee shop, restaurantes, en ciber cafés en donde ellos representaban a menudo el 90% de la clientela, en las calles, en los barcos, en los buses, en el campo y en el bosque, todos ellos eran unidades del IDF, soldados y oficiales, lo mismo que acostumbraba a ver en los territorios ocupados pero sin las armas y el uniforme del ejército. Durante algún tiempo pensé que no me encontraba en la Patagonia, sino de vuelta en las calles de Hebrón o en Israel.
En el barco entre Puerto Montt y Chaitén, me encontré viajando con un grupo del ejército israelita, cuatro soldados y una mujer. Durante todo el viaje del barco hablaron en inglés. Cuando la nave llegó a Chaitén en medio de la noche, había otro grupo de soldados judíos que esperaban por ellos y entonces, todos ellos, comenzaron a hablar en hebreo. Ellos me identificaron como palestina cuando hice una llamada telefónica. Estaba hablando con mi amigo, diciéndole que había un grupo de soldados israelitas caminando detras de mí. De repente uno de ellos me gritó y preguntó dónde iba a quedarme. Recuerdo que yo le contesté: “En el Infierno hecho por Israel”.
El proximo día, en la mañana, me encontré a más israelitas en la oficina de transporte. Decidí ignorarlos. Mi amigo me había recomendado que no hablara con los israelitas. El dijo que la “Patagonia está llena de soldados israelitas; es mejor que evites los problemas y no hables con ellos”.
Viajando más al sur, en un barco, entre Villa OHiggins y Candelario Mansilla, un oficial israelita estaba hablando con un grupo de turistas. Cuando él les dijo que era de Israel, un hombre escocés contestó de una extraña manera, “Ah, nunca hemos visto a un israelita viajando solo, ellos siempre van en grupos, probablemente hay alguien esperando por usted en el otro lado” (esto resulto ser verdad). El oficial dejo de hablar con los europeos rápidamente. Cuando este israelita me preguntó si yo era judía o si podía hablar hebreo, contesté que era palestina, pero mi amigo cortó nuestra conversación. Durante el resto del viaje, este oficial estaba visiblemente preocupado con su mochila, nunca la perdía de vista. Él no permitía a nadie que la tocara, incluso el personal del barco cuando las acomodaban. Si alguien bajaba al lugar para buscar algo, el oficial bajaría junto a él y se aseguraría que su mochila no se tocaría o se movería de su lugar.
En la rampa de Candelario Mansilla, habíaa dos unidades militares israelitas, una en cada lado, esperando al parecer por el oficial en la nave. Todos le rodearon e intercambiaron informacion entre ellos, los tres oficiales al parecer intercambian información sobre los dispositivos portátiles que ellos llevaban consigo. Después se retirarían a un lugar privado en los bosques cercanos, dejando a los soldados de sus unidades en la rampa. He visto a las unidades de inteligencias del IDF comportarse de la misma manera en el West Bank.
Intenté ignorar estas unidades del IDF, pero todos estábamos sentados en el mismo lugar en espera del regreso de la nave. Uno de los IDF me reconoció por mi película “Hebrón: la Ciudad sin Misericordia” que él había visto y él informó a sus amigos que yo era una periodista palestina.
Una mujer judía me ofreció sentarme al lado del fuego donde el grupo de IDF estaba cocinando. Me preguntó: “¿De dónde vienes?” Contesté: “De Austria”. La mujer se rió ruidosamente y me preguntó nuevamente. “¿De dónde usted es?”" De Palestina”, “¿Y de dónde es usted?”, le pregunté. Ella contestó de Palestina. Mi amigo le dijo que “eso es bullshit!” Le dije, usted es de Israel. La hayalet (en hebreo, soldado hembra) estaba llevando una koffiya palestina. Su novio hablaba algo de árabe. Él dijo: “Nosotros somos los judíos, los kuffar!” (Nota: “Kuffar” es la palabra árabe para “infiel”) y continuó lanzando delirantes insultos en su bastante limitado árabe.
De los soldados que sirven en los territorios ocupados, sólo los oficiales de inteligencia aprenden el árabe. Mi amigo comprendió la manera insolente en que ellos estaban hablando conmigo y me instó que dejara de hablar con los IDF. Esto los hizo enfadar. La mujer empezó a hablar sobre ello con mi amigo, pero el decidió cortar el contacto debido a la postura evidentemente agresiva de los soldados.
Yo estaba disfrutando sola, de estar sentada a orillas del lago jugando con el agua, recordando mi patria cuando el ejército judío me causó el trauma y me lanzó de mi país, cuando fui sorprendida por la mujer judía que me trajo una taza de menta para beber. Ella empezó una conversación en que me dice que un hombre de su grupo me haba identificado. El había visto mi película “Hebrón: la Ciudad sin Misericordia”. Ella se sentó a mi lado, comenzamos a hablar. Ella me preguntó si quería volver a casa, si me sentía bien, y se contestó a si misma. Ella dijo que yo no parecía feliz, seguro que esto era porque no veía a mi madre.
Le dije que volvería pero después de interponer una queja contra Israel en la Corte Europea de Derechos Humanos. Nunca olvidaré de lo que me hicieron los soldados del IDF. Le pregunté si había servido en el West Bank. Ella contestó que sí. Le pregunté qué tipo de trabajo había hecho allí. Ella contestó, “solo un estúpido trabajo, es todo