Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) - Se trató de un fallido intento de deportación de nivel IV, según la clasificación de las autoridades suizas, en el que se emplean las máximas medidas de control sobre el repatriado para evitar que se resista.
Ibrahim Moses, nombre falso, también pasó cerca de un año en una prisión especial para personas que van a ser deportadas. Cuenta que se ponía nervioso cada vez que había rumores de inminentes vuelos especiales. “Sientes miedo, porque allí adentro no tienes a nadie que luche por ti”, explicó este solicitante de asilo originario de África occidental. Moses fue testigo de varias deportaciones forzadas. “Por lo general, los guardias de la prisión te piden que vayas al segundo piso, sin decirte por qué. Allí te hacen esperar. De pronto y sin previo aviso, te maniatan”, contó. Lo habitual es que la víctima sea amarrada y colocada en una celda separada, dijo Moses. “Luego vienen por ti. Seis o siete policías por una persona. Te obligan a vestirte con ropas especiales, te esposan y te llevan a otro edificio… Allí te atan como si fueras un paquete antes de cargarte en el avión”.
Moses sufrió un intento de deportación de nivel II. En este caso, el detenido es esposado y escoltado por dos policías en un vuelo regular. “Me resistí cuando me llevaban al avión”, contó.
Hace unos años se realizaban también repatriaciones de nivel III, en las que la persona era trasladada en un vuelo regular pero totalmente encadenada. Estas ya no se practican, y por tanto Moses fue llevado de regreso a la prisión. “Si te niegas a ser deportado en un vuelo regular, entonces te pueden poner como un paquete en un vuelo especial la próxima vez”, explicó este solicitante de asilo.
En 2011, Suiza deportó a 6.439 personas por avión. De todas estas deportaciones, 165 fueron de nivel IV, en vuelos especiales.
En comparación con años anteriores, el número de expulsiones disminuyó, pero la coordinadora para refugiados de Amnistía Internacional, Denise Graf, dijo que aún había muchos procedimientos nivel IV que podían ser evitados. “Deben ser absolutamente excepcionales”, subrayó. “En la mayoría de los casos, el encadenamiento total de los deportados es una medida absolutamente desproporcionada“, dijo Graf. Explicó que los procedimientos de nivel IV conllevaban riesgos y daños a la dignidad humana de los repatriados. Amnistía exige que antes de cualquier procedimiento se realice una larga y completa conversación con la persona que vaya a ser deportada. “Las razones que hacen que alguien se resista a la repatriación son muchas, y por lo general el problema puede ser solucionado fácilmente”, dijo Graf. “La policía está obligada siempre a elegir la opción menos dañina. Sin embargo, observamos que se aplican las medidas más duras posibles”, añadió.
Tras la muerte de Joseph Chiakwa en 2010, el gobierno suizo pagó 55.000 dólares a la familia de la víctima, pero aclaró que se trataba de un “gesto humanitario”, y “no una compensación o admisión de culpa”. Los familiares, sin embargo, están especialmente interesados en que se lleve a cabo una seria investigación de la muerte. Dos evaluaciones forenses ordenadas por la fiscalía del cantón de Zurich identificaron una falla en el corazón de la víctima. “No lo veo plausible”, comentó Viktor Gyorffy, abogado de la familia Chiakwa. “Cuando se intenta definir la exacta enfermedad cardiaca que provoca la muerte, las evaluaciones son contradictorias”, indicó. Basándose en un estudio independiente realizado por un cardiólogo, Gyorffy señaló que las causas más relevantes fueron ignoradas por la fiscalía.
“Según el cardiólogo, la muerte de Chiakwa fue causada por (los efectos de) una huelga de hambre en combinación con el inmenso estrés que sufrió durante el intento de deportación de nivel IV”, dijo el abogado. Además, señaló que, aun si el detenido tuviera una enfermedad cardiaca, las autoridades eran responsables de su muerte. “Nadie que pierda a un familiar de esta manera aceptaría la desestimación del caso”, dijo Gyorffy, quien presentó una apelación.
El abogado es apoyado por la organización de derechos humanos Augenauf. Su portavoz, Rolf Zopfi, opinó que la investigación de la fiscalía estaba sesgada. “¿No llama la atención que el joven de 29 años muriera en manos de la policía y que una enfermedad cardiaca sea la única causa, mientras que otros factores son considerados azarosos e irrelevantes?”, preguntó.
Tras la muerte de Chiakwa en marzo de 2010, Suiza detuvo temporalmente los vuelos especiales de deportación. Pero, para junio de ese año, todos fueron reanudados, excepto los destinados a Nigeria. Estos últimos se rehabilitaron en enero de 2011, luego de que se solucionaran algunos problemas bilaterales. Pronto las autoridades suizas comenzaron a ser duramente criticadas. La televisión local documentó cómo policías golpearon a un solicitante de asilo nigeriano durante un intento de repatriación, aunque las fuerzas de seguridad aseguraban que el operativo había sido realizado “sin ningún incidente”.
Pero no solo las organizaciones de derechos humanos critican al gobierno de Suiza. Desde enero de 2011, este país europeo está obligado por la “Directiva de retorno”, de la Unión Europea, a brindar “un efectivo sistema de supervisión de las repatriaciones forzadas”.
Todavía no ha sido implementada la directiva. Actualmente, solo algunos vuelos de deportación son supervisados por observadores que participan de un proyecto piloto de la Oficina Federal para las Migraciones. Denise Graf, de Amnistía, dijo que la transparencia e independencia eran fundamentales para un sistema de vigilancia.
Por su parte, Rolf Zopfi, de Augenauf, señaló que el proyecto de vigilancia piloto no iba al fondo del problema. Su organización considera que las expulsiones de nivel IV son fundamentalmente peligrosas, inhumanas y desproporcionadas, por lo que las rechaza categóricamente.
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