Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) - Partimos, y en el camino mi padre me dijo: "Necesitamos que nos entregue 500 dirhames, 200 para ropa, 200 para harina y 100 para gastos". Yo pensé: "Me gustaría que él, además, me diese 300 dirhames, 100 para comprar un burro, 100 para gastos y 100 para ropa. Así yo podría ir a Al-Yabal.
Cuando llegamos a su puerta, un sirviente nos abrió y nos hizo pasar. El Imam nos saludó y le dijo a mi padre: "¿Qué es lo que te ha mantenido alejado de nosotros hasta ahora?" Mi padre le dijo: "¡Oh, mi señor! Me siento avergonzado de reunirme contigo en estas circunstancias".
Cuando la visita concluyó, su sirviente vino hacia nosotros y le dio a mi padre una bolsa, diciéndole: "Aquí hay 500 dirhames: 200 para ropa, 200 para harina y 100 para gastos". Luego me dio una bolsa a mí y me dijo: "Aquí hay 300 dirhames: 100 para comprar un burro, 100 para gastos y 100 para ropa, pero no vayas a Al-Yabal, sino a Swar.
Muhammad Ibn Ibrahim al Kurdi agregó sobre este relato: "Muhammad Ibn 'Alí fue a Swar. Allí se casó y sus ingresos actuales son de 2000 dinares. Sin embargo el aún sostiene el waqf (es decir, que Musa -P- fue el último Imam ). Yo le dije: ¡Qué vergüenza! ¿Acaso necesitas una prueba más clara que esta?" El me respondió: "Tienes razón. Pero aún así nosotros sostenemos una doctrina que ha pasado de generación en generación".
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2) Ahmad Ibn Al-Hariz ha transmitido: "Yo estaba con mi padre en Samarra. El era el cirujano veterinario del establo de Abu Muhammad Hasan Al-Askari (P). Al-Musta'in (el califa ) tenía una mula cuya belleza y estampa no tenían par. Pero ella se negaba a ser montada e incluso a soportar las riendas. Los cuidadores de los caballos habían tratado de domarla por todos los medios, pero sin tener éxito. Uno de los íntimos del califa le dijo: ¡Oh, Comandante de los creyentes! Llama Al-Hasan, el descendiente de Ar-Rida (P) para que la monte. El podrá hacerlo, o bien ella lo matará. El mandó a llamar a Hasan Al-Askari (P), y mi padre y yo lo acompañamos. Cuando el Imam ingresó al palacio, vio la mula en el patio y se dirigió hacia ella, poniéndole su mano en el anca. La mula comenzó a sudar de tal manera que su sudor mojaba el piso. Luego el Imam se dirigió hacia el califa y lo saludó. Este le dio la bienvenida y lo acercó hasta su asiento. Luego le dijo: "¡Oh, Abu Muhammad ! Colócale las riendas". El Imam le pidió a mi padre que lo hiciese, pero el califa le indicó que lo hiciera él mismo. Entonces el Imam se levantó, se puso su capa, se dirigió hacia la mula y le colocó las riendas. Luego volvió a sentarse. El califa le ordenó: "¡Oh, Abu Muhammad ! ¡Ensíllala! El Imam volvió a pedirle a mi padre que lo hiciera, y el califa volvió a insistirle que quería que él mismo lo hiciese. El Imam se levantó por segunda vez y la ensilló. Luego volvió a su asiento. El califa le preguntó:¿Piensas que la puedes montar? El Imam asintió y luego fue hacia la mula montándola sin que ésta mostrase el menor signo de resistencia. La hizo galopar a través de todo el patio y luego la trajo al paso, exhibiendo así su belleza de un modo deslumbrante. Después desmontó y regresó a su lugar. El califa le preguntó:"¡Oh, Abu Muhammad!, ¿cómo la encuentras?" El Imam respondió: "No he visto a ninguna que se le iguale en belleza y vivacidad". Al Muta'in le dijo: "El Comandante de los creyentes te la regala".
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3) Se narra que el Imam Al-Askari (P) fue detenido por 'Alí Ibn Awtamish, quien mostraba abiertamente su hostilidad contra la familia del Profeta, en especial contra los descendientes de Abu Talib. Se le ordenó que lo tratase de la manera más dura, y así se dispuso a hacerlo. Luego de haber pasado sólo un día con el Imam, comenzó a tratarlo con amabilidad, humildad y respeto. No levantaba sus ojos ante el Imam como signo de consideración y honra. Se convirtió en la persona que trataba con mejores modales al Imam y quien más lo elogiaba.
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4) Abu Hashim Al-Ya'fari (un descendiente de Ya'far Ibn Abi Talib) ha transmitido: "Le escribí a Abu Muhammad Hasan Al-Askari (P) quejándome de la opresiva prisión en la que me encontraba, y la dureza de las cadenas con las que solían sujetarme. El me envió un mensaje diciéndome: "La próxima plegaria del mediodía la rezarás en tu propia casa". Luego de recibir este mensaje, fui liberado y pude rezar la oración del mediodía en mi casa. Yo estaba angustiado por mi situación económica, y, le escribí al Imam pidiéndole ayuda, pero por vergüenza no le envié el mensaje. Cuando regresé a mi casa, encontré que él me había enviado una bolsa con 100 dinares y un mensaje que decía: "Cuando te encuentres en estado de necesidad, no te avergüences ni te refrenes, pide y se te dará lo que precises, si Dios quiere".
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5) Cuenta Abu Hamza Nasir Al-Hadim, un sirviente del Imam Al-Askari: "En más de una ocasión lo escuché hablando a sus sirvientes en sus propias lenguas, mientras que entre ellos había turcos, bizantinos y caucáseos. Yo estaba sorprendido por eso y pensaba: Este hombre nació en Medina y nunca salió de allí ni se reunió con nadie hasta que su padre, Abu Hasan Al-Hadi (P), falleció. Nadie lo conocía antes de eso. ¿Cómo posee este conocimiento? Yo estaba pensando en el momento que vino hacia mí y me dijo: "Dios Ha separado a Su prueba del resto de Sus criaturas y le Ha dado el conocimiento de todo. Es por eso que él conoce los idiomas, las genealogías y los eventos. Si no fuese por esto, no habría diferencia entre la prueba de Dios y aquellos que la reciben".
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6) Al Husain (P) Ibn Zarif, un seguidor del Imam Al-Askari (P), reporta lo siguiente: "Dos temas ocupaban mi mente y quise escribirle al Imam para preguntarle por ellos. El primero era referente a cómo juzgaría aquel que dirigiese a la comunidad por el resto del tiempo (el Imam Al-Mahdi -P-). Por otro lado, quería pedirle algún remedio para la fiebre intensa. El me respondió diciéndome: "Tú has preguntado sobre aquel que dirigirá a la comunidad por el resto del tiempo después de mí. Cuando él asuma su puesto, juzgará entre la gente en base a su conocimiento, de la misma forma que lo hacía David (P), sin pedir evidencias al respecto (pues no necesitará de las pruebas para emitir sus sentencias). Por otro lado, tú querías pedirme un remedio para la fiebre, pero te has olvidado de mencionarlo. Debes escribir en un papel la siguiente aleya: "¡Oh, fuego! sé frío y un lugar de seguridad para Abraham" (21:69), y colgárselo en el cuello a la persona afiebrada. Yo hice esto, y la persona se recuperó".
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7) Narra Ismail Ibn Muhammad, un descendiente del Abbas: "Estaba sentado a la vera del camino esperando a Abu Muhammad (P). Cuando él pasó, me quejé de mi necesidad, diciéndole que no poseía ni siquiera un dirham, ni nada para comer. El me dijo: "Tú juras por Dios en falso. Has enterrado 200 dinares en un lugar. Pero esto no te lo digo como excusa para no darte nada". Luego se dirigió hacia su sirviente y le ordenó: "Entrégale lo que lleves contigo". El sirviente me dio 100 dinares. Luego el Imam se acercó y me dijo: "Los dinares que has enterrado te serán negados en un momento de necesidad mayor que el presente". El habló con la verdad. Yo gasté lo que me había dado, y luego tuve una necesidad más dura que la anterior. Me reclamaron el pago de unas deudas, y los medios para obtener recursos de las autoridades me fueron cerrados. Entonces cavé para buscar los dinares que había enterrado, y no pude hallarlos. Uno de mis hijos que sabía donde estaban, los había tomado y había huido. Yo no pude hacer nada".
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8) 'Alí Ibn Zaid, un descendiente de Zaid Ibn 'Alí Ibn Husain, cuenta: "Yo tenía un caballo por el cual era frecuentemente mencionado en las reuniones, con el que estaba sumamente complacido. Un día fui a visitar a Abu Muhammad Hasan Al-Askari (P) y me preguntó: "¿Qué está haciendo tu caballo?" Yo le respondí: "Está conmigo. Acabo de dejarlo ante tu puerta". Luego me dijo:"Debes venderlo antes del atardecer, si puedes encontrar algún comprador. No te retrases". En ese momento entró otro visitante, y no hablamos más sobre el tema. Me fui pensativo a mi casa y le comenté a mi hermano lo ocurrido. El me dijo: "No sé qué pensar al respecto". Pero yo estaba muy orgulloso de mi caballo, y consideraba al resto de la gente indigna de él. Cayó la noche, y luego de la plegaria el cuidador de los caballos vino hacia mí y me informó: "¡Oh, señor mío!, tu caballo acaba de morir". Yo me sentí muy apenado y comprendí lo que el Imam había querido decirme. Unos días después fui a visitar a Abu Muhammad Hasan Al-Askari (P) pensando: Desearía que él lo reemplazase por otro animal. Me senté delante suyo y antes que pudiese hablar, me dijo: "Sí, muchacho. Nosotros te lo reemplazaremos". Entonces le ordenó a su sirviente: ¡Tráele mi caballo bayo oscuro! Luego me dijo: "Este es mejor, de paso más firme que el tuyo, y será más longevo".
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9) Transmitido por Ahmad Ibn Muhammad, un shi'íta proveniente de Qom: "Le escribí al Imam en el momento que Al-Muhtadi (el califa) comenzó a matar a los esclavos: ¡Oh, señor mío! Alabado sea Dios por Haberlo distraído al califa de nosotros. He escuchado que él te amenazaba. Por Dios, que voy a eliminarlos de la faz de la tierra. Entonces Abu Muhammad Hasan Al-Askari (P) me escribió una carta escrita con su propio puño y letra, diciéndome: "Al-Muhtadi no vivirá mucho tiempo más. Cuenta cinco días a partir del momento en que recibas esta carta, y verás que al sexto día él será ejecutado, después de ser humillado y degradado de su rango". Sucedió tal como él anunció.
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10) Transmitido por Kamil: "En cierta ocasión ingresé a donde se encontraba mi señor, Abu Muhammad Al-Askari (P) y mi vista cayó sobre las ropas resplandecientes y blandas que llevaba puestas. Me dije a mí mismo: Una prueba de Dios, ¿cómo viste esta ropa suave, mientras nos ordena compartir con nuestros hermanos y nos veda vestirnos así?
Entonces el Imam me miró sonriendo y me dijo: "¡Oh, Kamil!", y levantándose la manga me mostró un fieltro de lana muy gruesa y de color negro, que llevaba sobre su piel. Agregó: "Este es para Dios. El otro es para vosotros".
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