Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) - Antes que nada, hagamos un poco de historia. El terrorista asesinado por fuerzas policiales en Toulouse dijo pertenecer al salafismo. ¿Y qué es esta escuela o corriente del islam?
Los salafitas-wahabis son uno de los grupos que se llaman a sí mismos musulmanes mientras, de hecho, se esfuerzan en demoler el Islam. Los heréticos principios del salafismo-wahabismo no se extendieron entre los musulmanes por la fuerza del razonamiento y la convicción sino mediante la crueldad y el derramamiento de sangre. El Emir de Dar’iyya, Muhammad ibn Sa’ud fue el más insensible ante toda la sangre derramada en ese camino. Ese hombre, antepasado de los actuales emires de Arabia llamada "Saudí" era del clan de los Banu Hanifa y uno de los descendientes de aquellos que creyeron en Musailamah al-Kaddab como profeta, tras la muerte de Mensajero de Dios.
El Wahabismo fue establecido por Muhammad ibn ‘Abdel Wahab. Nació en Huraimila, en el Nayd, Arabia, en 1111 (1699) y murió en 1206 (1791). Viajó a Basora, Bagdad, Irán, India y Damasco, por intereses comerciales y viajeros. En esos viajes conoció los heréticos libros escritos por Ahmad ibn Taimiiah de Harrán (661-728 (1263-1328), el contenido de los cuales es incompatible con las creencias de la Gente de la Sunnah (Ahl us-Sunnah).
Los salafistas, adeptos de una lectura literal del Corán, imitan la forma de vestirse de los “salaf” y llevan, al igual que ellos, una larga barba, con el bigote afeitado. Las mujeres visten el burka, que cubre totalmente su cuerpo y su rostro, mostrando únicamente los ojos.
Preconizan la aplicación integral de su versión funtamentalista de la sharia (ley islámica) con la separación estricta de los sexos.
Rechazan las cuatro escuelas tradicionales del derecho musulmán sunníta y al shiismo. Se inspiran únicamente en el Corán y la Suna, la tradición profética.
Son conservadores en su comportamiento, en las cuestiones sociales y las costumbres, pero relativamente liberales a nivel económico.
Talibanes en Afganistán; creados por la CIA, perseguidos por el FBI (Foto periodistadigital.com)
Y esta escuela religiosa, promovida por las monarquía petroleras del golfo pérsico, que acepta compartir negocios y recursos petrolíferos con Occidente pero no el estilo de vida made in USA, empezó su auge en la década de 1980 cuando en Afganistan los talibanes, o salafistas formados en mezquitas saudíes, fueron armados por los norteamericanos en su lucha contra el régimen comunista que apoyaban las tropas soviéticas.
Un pacto con el diablo que luego se reprodujo en varias partes del mundo y que no es tan contradictorio como parece pues el lobby sionista y los grupos evangélicos de EU prefieren que en el mundo islámico existan regímenes conservadores en las costumbres pero liberales en lo económico que no régimenes laicos pero nacionalistas, el llamado panarabismo, que surgieron de los movimientos de liberación nacional nacidos a partir de 1950.
Los Bush y la monarquía salafita-wahhabí saudí; una vieja y tenebrosa relación (Foto fullcomment.nationalpost.com)
Así pues, igual que Georges W. Bush en EU apoyó simultaneamente el extremismo judío y el extremismo salafi mientras perseguía el fantasma de Al Qaeda aplicando una totalitaria legislación antiterrorista, Nicolás Sarkozy sigue los mismos pasos: persigue el salafismo en suelo francés con brutalidad policial y leyes de excepción mientras en Libia y Siria apoya a estos mismos grupos extremistas que según el presidente amenazan Francia.
Sarkozy, ¿protector de terroristas islámicos en Libia y Siria?
Para empezar, conviene destacar la tradición imperial de Francia que considera Oriente Medio y África como territorios afines por ser viejas posesiones, colonias o protectorados consideradas extensiones naturales de la Francia Exterior. Actitud que supone la intervención militar francesa allá donde sea preciso y el apoyo a rebeliones, golpes de estado o formaciones politicas que el Quai d’Orsay, sede de la secretaría francesa de relaciones exteriores, considere necesarios para los intereses de esta poderosa nación europea.
Así sucedió en 2011. Aprovechando la primavera árabe en Túnez y Egipto, el presidente Sarkozy decidió apoyar con dinero, medios e influencia internaconal la rebelión armada del este de Libia, con capital en Bengasi, cuyas principales brigadas militares fueron formadas con islamistas radicales o veteranos de la guerra de Afganistán procedentes de los mismos grupos salafistas que en Francia promovieron la ideología extrema de Mohamed Merah.
Tal cual lo contaba en noviembre de 2011 el portal de noticias ruso RT:
Sarkozy y Cameron en Libia; nuevo protecorado de Occidente (Foto mexico.cnn.com)
La fiebre bélica ha cundido en Francia durante los últimos meses. El presidente galo Nicolas Sarkozy fue el primero en exigir a la OTAN que impusiera la denominada zona de exclusión aérea sobre Libia y fueron las Fuerzas Armadas francesas las que empezaron la intervención militar tras abrir fuego sobre el país norafricano. También los franceses fueron los primeros en reconocer oficialmente al Consejo Nacional de Transición libio.
“Francia es un país donde la injerencia humanitaria es muy popular. Hay un acuerdo entre la mayoría de los derechistas y los izquierdistas”, asegura Jean Bricmont, autor del libro ‘Humanitarian Imperialism’.
En él, el autor afirma que Sarkozy tiene “esta ideología de intervención”. “Me parece que es más agresivo de lo que Obama puede ser, aunque Nicolas no cuenta con tanta fuerza militar para que Francia actúe por sí sola”, explicó Bricmont.
La intervención militar acabó con éxito según algunos países de Occidente: El coronel Muammar Gaddafi fue abatido y su régimen derrocado. Sin embargo, para los ciudadanos libios la ‘era post Gaddafi’ no parece tan positiva.
Entre las filas de la oposición se han registrado violentos enfrentamientos. El reciente informe de la ONU indica que en Libia unas 7.000 personas, entre ellas mujeres y niños, permanecen encarceladas en condiciones inhumanas, sometidas a torturas y sin acceso a una representación legal.
El infierno de facciones, grupos y fundaciones islámicas que ha convertido Libia en caos sectario es recordado por un ensayista que conoce bien la larga lucha del islamismo radical contra el régimen de Gaddafi cuya desaparición abrió las puertas para el salafismo en el Norte de África:
Rebeldes libios, ¿los islamistas de siempre? (Foto correodiplomatico.com)
De hecho, la tradición político-religiosa del noreste de Libia, de Cirenaica, ha hecho de esta región un terreno propicio para las sectas musulmanas más radicales. En ella, han florecido desde hace mucho escuelas islamistas extremistas en materia de religión y política que han dado origen a movimientos islámicos de lo más reaccionario, como los wahabitas y los salafitas, que son los que formaron el grupo Islámico Combatiente en Libia y que se unió luego a Al Qaeda en 2007. Un estudio realizado por el historiador norteamericano Webster G. Tarpley sobre el análisis que hizo la academia militar de West Point de EEUU de los archivos confiscados por las fuerzas estadounidenses en el otoño de 2007 al Emirato Islámico de Irak (brazo de Al Qaeda de este país), archivos conocidos como «expedientes de Sinjar», confirma que Libia -y concretamente Cirenaica y especialmente Derna y Benghazi- es el país que aporta más 'yihadistas' de Al Qaeda, tras Arabia Saudita. Asimismo, en esta zona radica la tribu Harabi, muy ligada a la antigua clase dirigente de la época de la monarquía y al linaje de la orden de Sanusi, de la que procedió el rey Idris y del que fue su líder.
La gigantesca matanza realizada en Libia y la destrucción del país no son responsabilidad exclusiva del imperialismo. Son también responsabilidad del CNT e salafistas ultras que han actuado como auténticos vendepatrias y testaferros de aquellos, colaborando con su intervención y jaleándola. Han preparado el terreno para el saqueo de sus recursos por las multinacionales -por algo el primer ministro del gobierno CNT, Mahmoud Jibail, es miembro del BP (British Petroleum), la tercera multinacional del petróleo del mundo- y para la entronización de la privatización de la economía y recursos, de la entrada a saco del capital internacional y del imperio de la propiedad privada y del negocio, en suma, del capitalismo. El brutal asesinato de Gadafi y su familia, la utilización masiva del terror y de la tortura, y la presencia incontrolada-controlada de cuatreros armados que campean a sus anchas en plan revanchista, contra negros y contra gadafistas, nos dan una clara idea de en qué consiste en realidad la «nueva Libia» y a qué ha conducido lo que algunos han llamado «revolución libia»
Sarkozy tiene, pues, mucho que ver con el auge del salafismo que tanto le preocupa en Francia y que usará para el gran recorte de las libertades civiles que se avecina en el segundo país más poderosos de Europa.
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