Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) - Pero... ¿quién era Zainab al Kubra?. Para quien no conozca a esta dama del Islam, decir simplemente que Zainab era hija de Fatima az Zahra (P) y de Imam ‘Ali (P), por tanto nieta del Profeta Muhammad (PBd) y hermana de Imam Hasan (P) e Imam Husein (P). Precisamente con este último mantuvo siempre una relación tan especial y estrecha que incluso en el momento de su matrimonio impuso una cláusula en el contrato, por la que quedaba libre de acudir junto a su hermano como y cuando la necesitara; y así ocurrió en Karbalá.
La epopeya de Karbalá, el sacrificio de Imam Husein (P), de su familia y de sus compañeros en pro de mantener viva la esencia del Islam sobre la tierra, hubiera quedado en nada sin la intervención de una mujer, de Sayyida Zainab.
Ningún sacrificio, ninguna gesta sirve para nada si esta no es transmitida, si su mensaje, si su enseñanza no llega a los demás, a quienes no estuvieron presentes. Y esta fue la ardua misión que le esperaba a Zainab al Kubra.
Fue una mujer la encargada de difundir el mensaje de Karbalá en una sociedad dominada por despóticas jerarquías masculinas. Y lo hizo desde una posición de humillación, de prisionera, de supuesta vulnerabilidad, que no le impidió alzar su voz ante el pueblo o ante el usurpador del califato para denunciar la mentira, la tiranía y hacer saber la verdad.
Fue una mujer, Sayyida Zainab, la que, aun cargada de cadenas y deshonrada, no dudó ni un instante en dirigirse a los traidores en Kufa, o al propio tirano y ante su corte en los durísimos términos que se recogen en su histórica alocución, pronunciada cuando fue llevada ante la presencia del maldito Yazid ibn Mu’awiya en Damasco.
Las palabras de Zainab dejaron mudos a los auditorios a los que se dirigía y la nobleza de su comportamiento trascendió de los muros de los palacios y se extendió por las ciudades a las que fue llevada en su cautiverio, y de ahí al mundo hasta nuestros días.
Las palabras de Zainab iniciaron el movimiento de los tawabin (los arrepentidos) que en poco tiempo vengó la muerte de los mártires de Karbalá. Pero sobre todo, las palabras de Zainab fueron las que paradójicamente dieron el triunfo, no a los vencedores de la batalla, sino a la lección dada por aquellos que encabezados por Imam Husein (P) dejaron sus cuerpos mutilados en la llanura de Karbalá. Las palabras de Zainab, de una mujer, son las que completaron la misión de Imam Husein (P) y salvaron al Islam de ser definitivamente destruido.
Zainab al Kubra reunía en sí la serenidad de su abuela Jadiya, el recato y pureza de su madre Fatima, la elocuencia de su padre Imam ‘Ali, la moderación y resistencia de su hermano Imam Hasan y el coraje de su hermano Imam Husein.
Aquellos que desde su ignorancia o perversión critican al Islam por una supuesta discriminación hacia la mujer, tal vez sin reparar en el verdadero rol histórico de la mujer en sus propias sociedades, debieran reparar en que el Islam, el inicio y la perduración del Islam, se fundamenta en mujeres.
Fue una mujer, Jadiya, la esposa del Profeta Muhammad (PBd), la primera musulmana, quien prestó su total apoyo y al Mensajero de Allah en los momentos más difíciles de los primeros años de la misión profética.
Fue una mujer, Fatima az Zahra (P), la hija del Profeta Muhammad (PBd), quien le dio la descendencia al Profeta y a través de la cual se genero su Casa.
Fue una mujer, Zainab al Kubra, la nieta del Profeta Muhammad (PBd), quien levantó la antorcha del verdadero Islam cuando ya sus enemigos pensaban que lo habían vencido para siempre.
Son mujeres las que hoy permiten la supervivencia del Islam resistiendo las tentaciones y trampas que, día a día, les son impuestas. Porque lo ideólogos de Occidente saben perfectamente que el núcleo de la sociedad islámica -aunque digan lo contrario- son las mujeres, y que vencidas estas, vencido el Islam.
Cuando pienso en todo esto y lo comparo con el verdadero papel que en nuestras sociedades occidentales se da a la mujer, no queda menos que pensar cuan hipócrita es esta sociedad con las propias mujeres. Porque la participación social de la mujer debe estar más allá que meramente en anular su esencia. Porque propiciar los avances de la mujer en la sociedad no es imponer ridículas paridades o cremalleras políticas, en vez de favorecer la capacitación que permita que a los cargos lleguen los mejores, independientemente de su sexo, sin tener que caer en la humillación de que la persona, la mujer, se convierta en un simple objeto decorativo, aunque sea con coche oficial. Porque favorecer a la mujer no es simplemente llenar textos con arrobas (@) como consecuencia de un complejo estúpido.
Los teóricos del seudofeminismo forzado rinden poco servicio a la mujer, cuando la reducen a un mero objeto político, como objetos lo son también en la publicidad, el cine o la sexualidad occidentales.
Habría que ver si los teóricos del seudofeminismo forzado y sus beneficiarias, tienen verdaderamente en cuenta a la mujer, a la asistenta inmigrante que tienen en sus casas porque es más fácil explotarlas que a las nacionales. Porque el mundo no se divide entre hombres y mujeres, sino entre opresores y oprimidos, entre explotados y explotadores, sean del sexo que sean.
Seamos sinceros, ni el hecho religioso tiene por que significar la conculcación de ningún derecho social de nadie, sea hombre o mujer, ni la soflamas políticas per se servirán jamás para restaurar derecho alguno usurpado a ninguno o ninguna.
El hecho religioso y el político, y en nuestro caso el Islam como aglutinador de estas las dos realidades, debe luchar por la emancipación social y espiritual de la persona, no del hombre ni de la mujer en particular. Y esto debe hacerse en base a realidades, no simplemente con huecas políticas cosméticas que no ayudan a nadie.
Mikail Alvarez Ruiz
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