Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) — Anisa Shahghasi, en lo que se ha convertido ya en un ritual diario, se despidió de su hijo, Nawab, musitando una plegaria y haciendo un leve movimiento con la mano.
El mundo exterior que rodea su precario hogar en Kabul está plagado de peligros. Y como el resto de madres de la capital afgana –que siguen soportando a diario bombardeos y ataques letales- Anisa anhelaba que su hijo volviera a casa sano y salvo.
Nawab Shahghasi murió en un atentado de un suicida en el exterior de los cuarteles de la ISAF en Kabul. Anisa, su madre, se refería a Nawab como el hijo “que conseguía el sustento de todos”. Nawab ganaba entre 200 y 4000 afganis al día, de 4 a 6 dólares (Foto Al-Jazeera)
Pero la mañana de ese 8 de septiembre, sus plegarias quedaron sin respuesta.
Nawab, de 17 años, había salido con un amigo para vender pañuelos y brazaletes cerca de los cuarteles de la ISAF, como venía haciendo cada día durante los últimos seis años.
Esa barriada es uno de los lugares más vigilados de Afganistán. Pero ese día, los altos muros de hormigón no sirvieron para protegerle. Un niño, al parecer más joven que Nawab, detonó una bomba, matando a varias de las personas que le rodeaban.
Entre los muertos estaban Nawab y otros cuatro niños, incorporados de inmediato a la larga lista de niños que son víctimas de la incesante violencia en Afganistán.
“Lo vemos cada día”, dice Emanuele Nannini, coordinadora del programa del hospital de la ONG Emergency en Kabul.
En un país donde más del 42% de la población vive con menos de un dólar al día, los niños se ven a menudo obligados a aventurarse por las calles para poder ganar el sustento. En cuanto salen fuera se ven expuestos a innumerables peligros pagando a menudo un alto precio.
Tendencia preocupante
Según estimaciones de las Naciones Unidas, más de 578 niños han muerto o han resultado heridos como consecuencia directa del actual conflicto en los seis primeros meses de 2012: eso equivale a 4,8 casos al día.
En el hospital de Emergency de Kabul, de los 278 pacientes tratados en agosto de este año, 82 eran menores. De los 82, 33 fueron tratados por heridas de bala, 34 por heridas punzantes o a causa de los bombardeos y otros 11 por heridas relacionadas con las minas antipersonas.
El mes de agosto de este año, con 374 civiles muertos y 581 heridos, fue el mes más letal en Afganistán desde que la Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán, UNAMA, empezó a contabilizar las víctimas civiles.
“Me lo encontré destrozado”, le dijo la madre de Nawab a un amigo de su hijo que acudió a su casa para decirle “Tía, Nawab está un poco herido” (Foto: Al-Jazeera)
Como Nawab, muchos se han convertido víctimas por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Nawab y sus jóvenes amigos fueron especialmente desafortunados cuando se encontraban fuera del almacén de alfombras de Shash Darak, en los alrededores de los cuarteles de la ISAF.
Candace Rondeaux, un importante analista del International Crisis Group en Afganistán, dice que las instalaciones militares, tales como los cuarteles de la ISAF, frecuentados por extranjeros y por los ricos, son una “enorme atracción” para los niños desesperados por conseguir algún dinero.
Quizá son también el mayor peligro debido a la inesperada naturaleza de muchos de los ataques en Kabul.
Illyas, un vendedor de brazaletes de quince años y amigo de Nawab, sufrió tres heridas de metralla en ambas piernas durante el ataque. Tiene las piernas escayoladas y nos relata cómo los amigos estaban observando los coches que pasaban para conmemorar el asesinato de Ahmad Shah Masud, un líder muyahaidin, el 11 de septiembre de 2001. Entonces alguien se unió a la muchedumbre y a continuación se produjo una fuerte explosión.
“Hubo una explosión. Eso es todo lo que recuerdo”, dice Illyas, confinado ahora en una silla de ruedas. “El suicida-bomba estaba justo allí. Ni siquiera recuerdo qué aspecto tenía”.
Vulnerables
El ansia por conseguir algún dinero de los coches que pasan deja a los niños expuestos a las acciones de los suicidas-bomba que atacan a los extranjeros.
Mustafa Sahibzada, director adjunto de la organización de apoyo a los niños y mujeres afganos en situación de necesidad (SCAWNO, por sus siglas en inglés), dice que los niños de las calles de Kabul son especialmente vulnerables.
“Cuando un coche pasa cerca, especialmente si lleva extranjeros, los niños corren a lavar los neumáticos o a perfumar el coche con incienso”.
“Un minuto están lavando el coche, esperanzados ante la perspectiva de conseguir algo de dinero, y al siguiente se produce la explosión”, dice Sahibzada, cuya organización trabaja para reintegrar a los niños de la calle al sistema educativo afgano.
Como en el caso del suicida-bomba que mató a Nawab, los niños afganos no solo sufren el acto final de la incesante violencia, en ocasiones, son también el catalizador.
Zahir Tanin, el representante permanente de Afganistán ante las Naciones Unidas, señala la práctica alarmante de niños que están siendo utilizados por grupos armados como los talibanes.
Según dice él, el 74% de las víctimas infantiles en Afganistán las causan los talibanes, al-Qaida y “otros grupos terroristas”.
Por su parte, UNICEF ha pedido a “todas las partes presentes en el conflicto”, incluido el gobierno de Hamid Karzai, que “hagan de inmediato todo lo posible para proteger las vidas y los derechos básicos de los niños de Afganistán”.
Los informes iniciales dijeron que la explosión que mató a Nawab y sus amigos fue perpetrada por un suicida-bomba que no superaba los trece años.
“Dicen que tenía 13 años, pero pasan tantas personas por allí cada día. Solo era una persona más en medio de la multitud”, refiere Illyas.
Aunque los talibanes niegan que el autor fuera un adolescente, el grupo intentó utilizar en el pasado hasta a niños de diez años para llevar a cabo atentados. Desde 2011, las fuerzas afganas han interceptado a más de 100 niños suicidas-bomba.
En febrero, las autoridades afganas arrestaron a dos niños de diez años con chalecos cargados de explosivos.
Mantenerse alejados de la violencia es un desafío diario en un país asolado por la guerra como Afganistán. Algunos niños son víctimas de esa violencia incluso aunque se queden en casa.
“No solo ocurre en las calles. Sus familias, rodeadas también por el conflicto, están asimismo viviendo vidas violentas”, dice Nannini, del hospital de Emergency de Kabul. Hay ejemplos en que los niños resultan heridos accidentalmente tras encontrar armas en sus hogares.
La madre de Nawab, Anisa, está inconsolable desde el ataque. “Le mandé a trabajar pensando que podría aportarnos algo. Para que nuestras vidas pudieran mejorar…, pero ¿qué voy a hacer ahora? ¿Cómo voy a salir adelante sin la persona que ganaba nuestro sustento?”, dice.
Los cuatro o cinco dólares que Nawab ganaba cada día ayudaban enormemente a la familia. Pero el alto precio que tuvo que pagar ha dejado a la familia destrozada. Su padre, Ahmad Shah, añade: “Siempre le animamos para que fuera a la escuela… quizá podría haber llegado a ser contable o doctor”.
La abuela de Nawab, Zia Gul, compartía las esperanzas del padre: “Estaba haciendo trabajillos pero yo quería que tuviera su propia casa, para compartirla con su [futura] esposa y su familia”.
El muchacho no vivió lo suficiente como para cumplir las expectativas de su familia. En cambio, se ha convertido en uno de los más de 13.400 civiles afganos asesinados en los últimos cinco años de violencia, en un símbolo del alto coste que los niños tienen que pagar a menudo por un conflicto que ellos no empezaron.
© 2005-2012 AhlulBait News Agency (Agencia de Noticias de Ahlul Bait). Todos los derechos reservados. Se autoriza la reproducción, traducción o distribución de esta noticia sin modificar el contenido y citando la fuente ABNA.ir y el autor.
:::::::::112