Agencia Noticiosa Ahlul-Bait (P)

Fuentes : ABNA
domingo

28 octubre 2012

20:26:00
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El Imam Al Hadi (P) es Invitado a Samarra

Al-Mutawakkil el año 243 d.H., desterró en secreto al Imam Al Hadi, de Medina a Samarra, y lo hizo hospedarse en una casa cerca de su campo militar, en donde, tanto él como los demás califas después de él, uno tras otro, lo tuvieron rigurosamente vigilado. El Imam vivió ahí hasta que fue martirizado el año 254 d.H.

Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA)  — Es claro que con el temor que sentían los tiranos califas por la influencia de los Imames en la sociedad, así como por la atención y amor de la gente hacia éstos, era imposible que dejaran en paz a nuestros generosos Inmaculados. Además de este temor que se había apoderado de Al-Mutawakkil y de todos sus antepasados, el odio y enemistad personal que sentía él mismo hacia la familia de 'Alí el Príncipe de los Creyentes (P) incrementaba su oposición y rigurosidad hacia ellos, y a razón de esto decidió trasladar al Imam Al-Hadi (P) de Medina a Samarra, para poder vigilarlo de cerca.

Al-Mutawakkil el año 243 d.H., desterró en secreto al Imam de Medina a Samarra, y lo hizo hospedarse en una casa cerca de su campo militar, en donde, tanto él como los demás califas después de él, uno tras otro, lo tuvieron rigurosamente vigilado. El Imam vivió ahí hasta que fue martirizado el año 254 d.H.

El asunto del destierro del Imam fue así que durante la época de Al-Mutawakkil un hombre llamado "‘Abdullah Ibn Muhammad" se encargaba de los asuntos militares y la oración colectiva en Medina, constantemente molestaba al Imam y por otra parte siempre hablaba mal del Imam ante Al-Mutawakkil. El Imam se enteró de esto y a través de una carta notificó a Al-Mutawakkil de las mentiras y enemistades de ‘Abdullah Ibn Muhammad. Al-Mutawakkil ordenó que respondieran la carta del Imam y lo invitaran en forma reservada a Samarra. El texto de la contestación a la carta enviada por el Imam es el siguiente:

                         "En el nombre de Dios el Clemente, el Misericordioso"

"En verdad que el Amir reconoce vuestra jerarquía, considera vuestro parentesco y acepta vuestro derecho… Amir, destituyó de su puesto en Medina a ‘Abul.lah Ibn Muhammad por haber ignorado vuestro derecho y por haberos insultado y acusado. El Amir sabe que vos sois inocente, y que vuestras buenas palabras y actos tienen un verdadero deseo, y que vos no os habéis dispuesto para lo que os acusa. En lugar de él ha colocado a Muhammad Ibn Fadl, y le ha ordenado que respete y obedezca vuestras opiniones y órdenes.

Sin embargo, el Amir desea veros y le gustaría volver a pactar con vos, entonces si vos también deseáis visitar y quedaros junto a él, elija a cualquier otra persona de vuestros familiares, amistades y servidumbre que deseéis, y con tiempo y en el momento conveniente venid hacia nosotros. La época para viajar, las paradas durante el viaje y el camino a escoger, todo queda a vuestro criterio, y si desea os puede acompañar el amigo del Amir "Yahia Ibn Harzamah" y su ejército. Que sea lo que vos consideréis conveniente, y a él le hemos ordenado que os obedezca en todo.
Entonces pedid a Dios que os de bienestar para que os permita visitar al Amir, ninguno de sus hermanos e hijos ni los de su casa y parientes son tan querido para el Amir como vos.


Wa salam"


Evidentemente el Imam estaba enterado de las malas intenciones de Al-Mutawakkil, no obstante no le quedaba otro remedio más que trasladarse a Samarra ya que rechazar la invitación de Al-Mutawakkil era un argumento para comprobar las palabras de los espías, hecho que incitaría más a Al-Mutawakkil y con esto ponía un pretexto apropiado en las manos de éste. Una prueba de que el Imam estaba enterado de los planes de Al-Mutawakkil y se vio obligado a realizar este viaje, es donde tiempo después y estando ya en Samarra dijo:
"Me llevaron de Medina a Samarra disgustado".

De cualquier forma, el Imam recibió la carta y se preparó para viajar a Samarra, y Yahia Ibn Harzamah lo acompañó. Cuando llegaron a Samarra, Al-Mutawakkil no permitió que el Imam entrara a la ciudad ese mismo día, y ordenó que lo hospedaran en un lugar inapropiado llamado "Jan As-Sa'Alík", lugar donde se refugiaban los mendigos e indigentes. Ese día el Imam permaneció en ese lugar, al día siguiente Al-Mutawakkil le dio una casa aparte a la cuál se trasladó el Imam. Aparentemente lo respetaba, pero en secreto trataba de debilitarlo y desprestigiarlo, sin embargo, carecía del poder suficiente para hacerlo.

"Salih Ibn Sa‘id" relata: El día en que el Imam llegó a "Jan As-Sa'Alík" fui a visitarlo y le dije: "¡Ofrezco mi vida por vos! Estos opresores quieren apagar vuestra luminosidad en cualquier campo y quitaros vuestro derecho, al grado que os han traído a esta posada baja, que es una posada de los pobres".

El Imam indicando con su mano hacia un lado dijo: "¡Oh, Sa‘id, observa esto!"
Yo miré y observé bellos jardines llenos de fruta, arroyos por los cuáles corría agua cristalina, bellas mujeres y servidores del Paraíso que se asemejaban a las perlas puras que aun no han sido tocadas. Quedé atónito, y muy sorprendido. Me dijo: "Nosotros en cualquier lugar que nos encontremos es así, ¡oh, hijo de Sa‘id! Nosotros no nos encontramos en el Jan As-Sa'Alík".

El Imam Al-Hadi (P) sufrió mucho durante su estancia en Samarra, era amenazado y molestado especialmente por parte de Al-Mutawakkil, y su vida se encontraba siempre en peligro. Los ejemplos que mencionamos a continuación muestran la situación peligrosa en la que se encontraba el Imam en Samarra, y éstos mismos son testigo de su tolerancia, perseverancia e intransigencia ante esos tiranos:

"Saqr Ibn Abi Dalf" cuenta: "Cuando trasladaron al Imam Al-Hadi (P) a Samarra, fui a preguntar como se encontraba. "Zarrafi" el vigilante de Al-Mutawakkil me vio y ordenó que me dejasen entrar. Ya estando adentro me preguntó: "¿Para que has venido?"
Le respondí: "Para algo bueno…".
"¡Siéntate!"
Me dijo.
Me senté, pero temía. Me puse a pensar y quedé convencido de que me había equivocado (por haberme expuesto a un acto tan peligroso y querer ver al Imam).

Zarrafi alejó a la gente y cuando nos encontrábamos solos dijo: "¿Qué deseas y para que has venido?"
Le dije: "Para algo bueno".
Preguntó: "¿Parece que has venido para preguntar por la salud de tu Señor?"
Le respondí: "¿Quién es mi Señor? ¡Mi Señor es el califa!"
Dijo: "¡Calla! Tu Señor tiene el derecho, y no temas que yo también opino igual que tú y lo reconozco como Imam".
Agradecí a Dios, entonces él agregó: "¿Deseas visitarlo?"
Le respondí: "¡Sí!" E inmediatamente dijo: "Toma asiento hasta que salga el emisario".

Cuando salió ordenó a su esclavo: "Llévalo a la celda donde se encuentra el shi'ita encarcelado. Déjalo ahí y regresa".

Cuando llegué con el Imam, lo encontré sentado sobre una alfombra de pleitas y ante él una fosa preparada. Lo saludé y después de responder a mi saludo me dijo que tomara asiento. Lo hice. Entonces preguntó: "¿Para que has venido?"

Le respondí: "Para preguntar por vuestra salud". Cuando mis ojos vieron la fosa comencé a llorar.

El Imam me dijo: "No llores, que en estos momentos no me dañarán".

Luego de agradecer a Dios le pregunté por el significado de una narración, el Imam me respondió y a continuación me dijo: "Déjame y sal de inmediato que no hay seguridad para ti, y temo que te molesten".

"Ibn Al-Yawzi" uno de los grandes sabios de Ahl-Tasanun registra: En una ocasión denunciaron al Imam Al-Hadi (P) ante Al-Mutawakkil acusándolo de que en su casa guardaba armas, escritos y otros, enviadas por los shi'ítas de la Ciudad de Qom y que tenía planeado atacar al gobierno. Al-Mutawakkil envió a un grupo a casa del Imam el cuál atacó por la noche, sin embargo, no encontraron nada, y hallaron al Imam solo en una habitación y a puertas cerradas que vestía una camisa de lana y estaba sentado sobre el piso de arena, ocupado en adorar a Dios y leyendo el Corán.

Con esas mismas ropas llevaron al Imam ante Al-Mutawakkil, y después de informarle que no habían encontrado nada en su casa, dijeron: "Lo encontramos en dirección a la Ka‘bah leyendo el Corán".

Al-Mutawakkil aturdido y temeroso al ver la majestuosidad y grandeza del Imam, sin querer lo saludó y lo hizo sentar junto a él, entonces tomando la copa de vino que tenía en su mano la ofreció al Imam. El Imam juró: "¡Mi carne y sangre no se han mezclado con esas cosas! ¡Exéntame!".

Lo dejó en paz y dijo: "¡Recita un poema!"

El Imam dijo: "Yo se muy pocos poemas de memoria".

Insistió: "¡Debes recitar!"


"En la cúspide de las montañas, pasaron la noche hasta el amanecer, y hombres poderosos los vigilaban, sin embargo las montañas no pudieron salvarlos del peligro de la muerte"

"Después de que fueron queridos, fueron bajados de sus lugares seguros, y colocados dentro de su sepulcro, el sepulcro ¡que hogar y lugar de descanso desfavorable!"

"Después de que fueron sepultados, el anunciador gritó: ¿Dónde están esas pulseras y coronas y vestidos suntuosos?"

"¿Dónde están esos rostros que crecieron en las comodidades, que como muestra de respeto colgaban las cortinas para ellos?".

"La tumba le respondió en lugar de ellos: En estos momentos las lombrices también corren por sus caras".

Los efectos provocados por las palabras del Imam fueron tales que Al-Mutawakkil lloró intensamente al grado que sus lágrimas humedecieron su barba y los presentes también lo hicieron. En ese momento Al-Mutawakkil ordenó que recogieran la mesa de vino, entregó al Imam cuatro mil dirhams y luego ordenó que lo regresaran con respeto a su casa.

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El Imam recitó las siguientes estrofas: