¿Acaso nos preocupamos de la población de Bahréin?

Agencia de Noticias de Ahlul Bait  (ABNA) —  Hace casi tres años que las personas de la pequeña isla nación de Bahréin vienen protestando y exigiendo reformas democráticas de forma no violenta. Hace casi tres años que el rey de Bahréin y sus matones reales han estado disparando, secuestrando, torturando, encarcelando y aterrorizando a los opositores no violentos. Un opositor significa cualquiera que hable de derechos humanos o incluso “insulte” al rey o su bandera, lo que conlleva una sentencia de 7 años de prisión y una multa considerable. Desde hace tres años, Arabia Saudí ha estado colaborando con el rey de Bahréin en la represión de su pueblo. Un jefe de la Policía de EE.UU., llamado John Timoney, quien se ganó a pulso su reputación de brutalidad en Miami y Filadelfia, fue contratado para ayudar al Gobierno bahreiní a intimidar y vejar a sus ciudadanos. Hace unos tres años que el Gobierno de EE.UU. ha hecho de la vista gorda ante los abusos cometidos por Bahréin y Arabia Saudí, continuando con su venta de armas a estos y empleando los muelles de Bahréin para atracar a la quinta flota de su Armada. De hecho, el Ejército de EE.UU. ha anunciado recientemente grandes y ambiciosos planes para expandir sus bases en Bahréin y añadir más barcos. Desde hace tres años, el Gobierno de EE.UU. ha estado tirando 150 mil millones de dólares anuales en su Armada, de los cuales una gran suma se destina al mantenimiento de la quinta flota en Bahréin. Su retirada y disolución evitarían enormes gastos. Mantener y reubicar al personal en actividades pacíficas costaría una fracción de los 150 mil millones de dólares. Suministrar ayuda a los activistas prodemocráticos pacíficos en Bahréin costaría una mínima fracción de una fracción. En el caso de este país, establecer una política de apoyo a los derechos humanos en contra de la dictadura brutal sería, como ellos dicen, de gran valor. Crearía un modelo muy útil para una transformación de la política norteamericana en numerosas naciones por igual. Información precisa y oportuna sobre los horrores ocurridos en los últimos tres años en Bahréin está disponible en línea, a través de los grupos de derechos humanos, y a través de pequeñas historias en los periódicos estadounidenses. Existen pocas discrepancias sobre los hechos generales. Además, hay poca indignación. Parece que no hay sondeos entre la población estadounidense sobre el tema de Bahréin, así que es imposible saber lo que piensan. Mi impresión es que muchas de las personas no han escuchado nunca nada del lugar. El Gobierno de EE.UU. no grita a los cuatro vientos la posibilidad de bombardear Bahréin para proteger a su pueblo. Los senadores no insisten en la aplicación de sanciones, sanciones y más sanciones. No parece haber crisis, ni necesidad de “intervención”, solo la necesidad de terminar con una injerencia de la que no se nos ha hablado. Esto despierta una pregunta espinosa para quienes no muestran preocupación alguna. ¿Somos capaces de rechazar una guerra contra Irán o Siria cuando se nos pregunta en la tele, pero no parece que podamos detener unos ataques con drones que nadie nos ha contado? ¿Cómo nos puede surgir una pregunta que nadie nos ha hecho, sobre un tema que nadie ha escuchado para luego contestarla de forma humana y sabia? Y, ¿cómo superamos una pretensión inevitable de que la quinta flota sirve solamente a propósitos útiles, y que estos objetivos justifican un poco de gases lacrimógenos, torturas y algunos muertos por aquí y por allá? La quinta flota proclama su responsabilidad sobre estas naciones: Afganistán, Bahréin, Egipto, Irán, Irak, Jordania, Kazajstán, El Líbano, Omán, Paquistán, Catar, Arabia Saudí, Siria, Tayikistán, Turkmenistán, Emiratos Árabes Unidos, Uzbekistán y Yemen. Ninguna de estas naciones tiene barcos en costas estadounidenses para ocuparse de ellas. Ninguno de los habitantes de estas naciones ha expresado un mayor apoyo por tener a la quinta flota que se encarga de ellos. Por más de una década, Afganistán ha sufrido el caos y la tiranía bajo la ocupación de Washington. Los matones en Egipto se están levantando nuevamente con el apoyo, dinero y armamento permanente de EE.UU. Irán no ha amenazado ni atacado a ninguna nación en el mundo, nunca ha tenido un programa de armas nucleares e invierte menos del 1 % de lo que Estados Unidos en su ejército. ¿Por qué no dejar en paz a Irán? Irak, Jordania, Catar, Arabia Saudí, Yemen y otras de estas naciones, incluyendo a Bahréin, sufren bajo el dominio de gobiernos apoyados por EE.UU. Se podría añadir de forma razonable al régimen de Israel y los territorios ocupados por este en la lista, aun cuando la Armada no puede mencionarlos. Yemen y Paquistán sufren por el constante zumbido y lanzamiento de misiles de los drones norteamericanos, que están creando más enemigos de los que pueden eliminar. De hecho, ninguna nación que haya estado bajo los 19 años de benevolente “responsabilidad” de la quinta flota se ha beneficiado de forma clara por esto. En la tercera conferencia anual celebrada recientemente en El Líbano, activistas bahreiníes trazaron un plan de acción. El mismo incluye establecer conexiones internacionales con personas interesadas y deseosas por ayudar. Ahí se tiene en cuenta el apoyo del Día Internacional para Acabar con la Impunidad el 23 de noviembre; presionar a Bahréin para que se una al Tribunal de Justicia Internacional (TJI), aunque eso puede ser de poca ayuda mientras no se convenza a los EE.UU. de hacer lo mismo y se puedan democratizar las Naciones Unidas. El plan incluye llamamientos a poner fin a la venta de armas y el inicio de sanciones contra el Gobierno de Bahréin, no contra su pueblo. Esto podría ser un buen paso. La primera pregunta que me viene a la mente es: ¿Nos importa?   © 2005-2014 AhlulBait News Agency (Agencia de Noticias de Ahlul Bait). Todos los derechos reservados. Se autoriza la reproducción, traducción o distribución de esta noticia sin modificar el contenido y citando la fuente ABNA.ir y el autor.