Biografía del Imam al-Hussain (la paz sea con él)
Nombre: al-Hussain
Título: El Señor de los Mártires (Saiid Ash–Shahada)
Nació: El 3 del mes Sagrado de Sha’ban, del año 4 d.H..
Su padre: ‘Ali Ibn Abi Talib (P).
Su madre: Fátima Az–Zahra (P)
Murió: El día 10 del mes de Muharram, del año 61 d.H. (680 d.C).
Su Nacimiento
Al-Hussain Ibn `Ali, la paz sea con él fue el segundo valiente hijo de `Ali Ibn Abi Talib (P) y Fátima Zahra’ (P). Cuando dieron la noticia del nacimiento del pequeño al Mensajero de Dios, éste se dirigió a casa de su querida hija y pidió a Asma’ que le trajera al recién nacido. Asma’ envolvió al infante en un lienzo blanco y lo puso en los brazos de su abuelo, el Mensajero del Islam (BP), quien sin demora, pronunció el Adhan en el oído derecho de su amado nieto y el Iqamah en el oído izquierdo.
Fue en uno de los primeros siete días después de su nacimiento, que Gabriel –el honesto mensajero de Dios– se apareció y dijo a Muhammad (BP):
“Saludos de Dios para ti ¡oh, Mensajero del Islam! Llama a este pequeño como fue llamado el hijo de Aarón ‘Shubair’ o sea al-Hussain, ya que `Ali para ti es como Aarón fue para Moisés, con la única diferencia de que tú eres el último Profeta”.
Y así fue como el nombre de al-Hussain fue elegido para el segundo hijo de Fátimah Zahra’ (P). El séptimo día de su llegada al mundo, su madre Zahra’ (P) sacrificó un cordero para cumplir con el aqiqah –ofrecimiento (costumbre recomendada en muchas narraciones islámicas para la salud del infante); después cortó el cabello de al-Hussain, lo pesó y la misma cantidad en plata la entregó como sadaqah –limosna.
Al-Hussain en Compañía del Mensajero de Dios (Bpd)
Desde el día del nacimiento de al-Hussain Ibn `Ali (P), que tuvo lugar el cuarto año de la Hégira, hasta día en que murió su amado abuelo, el Mensajero del Islam (BP), aproximadamente seis años y algunos meses después, los musulmanes, a través del afecto y amor que expresaba el Profeta (BP) por al-Hussain (P), descubrieron la eminencia y grandeza de este tercer Imam.
Salmán el Farsi cuenta: “Ví un día que el Mensajero de Dios (BP) sentó a Husein en su regazo y mientras lo besaba decía: –Tú eres un eminente, hijo de un eminente y padre de los eminentes; tú eres un Imam, hijo de un Imam y padre de Imames; tú eres la prueba de Dios, hijo de la evidencia de Dios y padre de todas las evidencias del Todopoderoso que son nueve y la última de ellas, después de un período de estar ausente, se rebelará y terminará con la tiranía en el mundo –refiriéndose a Imam Mahdi (P)
Uns Ibn Malik narra: “Cierto día preguntaron al Mensajero de Dios (BP) por quién de su familia sentía más afecto, a lo cual respondió: –Por al-Hasan y al-Hussain.”
En reiteradas ocasiones tomó a sus dos nietos en su regazo, besándolos y apretándolos fuertemente contra su pecho.
Abu Hurairah, que fue uno de los mercenarios y seguidores de Mu’awiyah, y enemigo de la familia de los purificados Imames declaró: “Vi al Mensajero de Dios (BP) que sentaba a al-Hasan y al-Hussain sobre sus hombros mientras se me acercaba, entonces me dijo: Quién ame a éstos –refiriéndose a al-Hasan y al-Hussain– es como si me hubiese amado a mí, y quién sea su enemigo es como si se hubiese enemistado conmigo”.
La frase más eminente, pronunciada por el Enviado de Dios (BP), que demuestra la relación espiritual y trascendente entre el Profeta (BP) y al-Hussain (P) fue esta:
“al-Hussain es parte mía y yo soy parte de al-Hussain”.
Al-Hussain (P) en Compañía de su Padre (P), el Príncipe de los Creyentes
Los primeros seis años de su infancia los pasó junto a su honorable abuelo y después del fallecimiento del Profeta (BP) vivió treinta años junto a su padre. Padre ejemplar, que no gobernó excepto con justicia, que no vivió excepto con pureza y devoción, que no vio, no deseó ni encontró a nadie excepto a Dios. Hombre al cual molestaron constantemente durante su magisterio, tal y como cuando le negaron su derecho al califato, época en la cual Imam al-Hussain (P) obedecía las ordenes de su padre. Durante los años que Imam `Ali (P) ocupó el califato, al-Hussain (P), al igual que su hermano al-Hasan (P), se preocupaba por lograr los objetivos del Islam, participando también en las guerras de Yamal, Siffin y Nahravan.
Fue así como al-Husain Ibn `Ali (P) apoyaba a su padre, el Emir de los Creyentes, y a la religión de Dios; y en repetidas ocasiones protestó públicamente por la usurpación del califato.
Un día, durante el gobierno de `Umar, Imam Husein (P) entró en la mezquita mientras que el segundo califa se encontraba dando un sermón sobre el púlpito que había pertenecido al Mensajero de Dios (BP), entonces este honorable exclamó: “¡Baja del púlpito de mi padre…!
Al-Hussain (P) al Lado de su Hermano, el Segundo Imam (P)
Después del martirio de `Ali (P), por orden del Enviado de Dios y según el testamento del Emir de los Creyentes, `Ali Ibn Abi Talib (P), le fue transmitido el imamato y liderazgo de los musulmanes a su hijo mayor Hasan Ibn `Ali (P), siendo obligatorio y necesario para todos los musulmanes escuchar y obedecer las órdenes y mandatos de Imam Hasan (P). Imam Husain (P), que había sido educado por el Mensajero del Islam (BP) y por Imam `Ali (P), seguía el mismo camino que su hermano.
Cuando, por los intereses del Islam, la sociedad musulmana y por orden de Dios, Alabado sea, Imam Hasan (P) se vio obligado a pactar con Mu’awiyah y soportar todo tipo de inconveniencias; al-Hussain (P) sin rebelarse sufrió al igual que su hermano, ya que sabía que ese acuerdo se había realizado por el bien del Islam y de los musulmanes. Incluso un día que Mu’awiyah se encontraba frente a estos dos imames, comenzó a insultar a Imam Hasan (P) y a su valiente padre, entonces al-Hussain (P) se levantó para defenderlos, acallar las palabras que salían de la boca de Mu’awiyah y darle su merecido, pero Imam Hasan (P) le pidió que se calmara y guardara silencio. Husain (P) aceptó y regresó a su lugar; entonces él mismo–Imam Hasan (P)– con una declaración elocuente y rotunda hizo callar a Mu’awiyah.
Imam al-Hussain (P) Durante el Califato de Mu'awiyah
Después del fallecimiento del Imam Hasan (P), según lo dictado por el Mensajero de Dios (BP), por `Ali Ibn Abi Talib (P) y lo especificado en el testamento de Imam Hasan Ibn `Ali (P), el imamato y liderazgo de los musulmanes pasó a manos de Imam Husein (P) convirtiéndose en el representante de Dios para dirigir a la sociedad.
Imam al-Hussain (P) fue Imam por un período de diez años. Todos ellos, excepto los últimos 6 meses, coincidieron con el califato de Mu’awiyah. Imam al-Hussain (P) vivió bajo las más difíciles condiciones, sufriendo opresión y persecución. Esto fue debido al hecho de que: Primero de todo, las leyes y regulaciones religiosas habían perdido mucho de su peso y crédito, y los edictos de los gobernantes Omeyas habían ganado total autoridad y poder. Segundo, Mu’awiyah y sus ayudantes usaron todos los medios posibles para apartar a los miembros de la Casa del Profeta y los seguidores shiítas y hacer que se olvidaran los nombres de ‘Alí (P) y su familia. Y sobre todo, Mu’awiyah deseó fortalecer las bases del califato de su hijo Yazid quien, debido a carecer de principios y escrúpulos, era rechazado por gran cantidad de musulmanes. Por ello, para sofocar toda oposición, Mu’awiyah tomó nuevas y más severas medidas.
Imam al-Hussain (P) veía como Mu’awiyah, respaldándose en el poder del gobierno islámico, que en forma ilegítima había obtenido, pretendía destruir los cimientos de la sociedad islámica y las leyes de Dios. Este Imam (P) sufría al ver el gobierno ficticio y destructivo que había creado Mu’awiyah, pero se encontraba imposibilitado para derrocarlo y tomar el poder en sus manos, hallándose en una situación similar a la que había soportado su hermano Hasan (P).
Imam al-Hussain (P) sabía perfectamente que si hacía pública su oposición y provocaba un cambio en la situación reinante, antes de que pudiese actuar lo matarían; por consiguiente, se vio obligado a callar y esperar, ya que con su muerte no se obtendría nada.
Mientras Mu’awiyah estuvo en vida, Imam al-Hussain (P), al igual que su hermano, se abstuvo de izar la bandera de la oposición, con la única diferencia de que a veces criticaba la situación, así como la forma de actuar y pensar de Mu’awiyah.
Cuando Mu’awiyah obligaba a la gente a realizar el juramento de fidelidad a su hijo Yazid, al-Hussain (P), por medio de sermones y cartas contundentes mostró su descontento, rechazando a Yazid como sucesor al califato.
Jurar fidelidad era una antigua tradición árabe que fue trasladada a asuntos importantes tales como el gobierno y el reinado. Aquellos que eran gobernados, y especialmente los más famosos entre ellos, debían darle la mano a su rey o príncipe en señal de acatamiento, fidelidad y obediencia, y de este modo mostrar su apoyo a sus actos. El disentir después de jurar fidelidad era considerado una desgracia y un deshonor para la persona, igual que romper un acuerdo después de haberlo firmado oficialmente era considerado un crimen. Siguiendo el ejemplo del Sagrado Profeta (BP), la gente creía que tal juramento cuando se daba libremente, y no a la fuerza, implicaba autoridad y peso.
Mu’awiyah pidió a los notables de entre su gente que dieran su fidelidad a Yazid, pero no le impuso esta obligación al Imam al-Hussain (P). El le dijo de forma especial a Yazid en sus últimos deseos, que si al-Hussain (P) rehusaba prestar juramento de fidelidad, él debía pasarlo por alto y no darle importancia, pues había entendido perfectamente las consecuencias desastrosas que podría tener el asunto si se presionaba. Por ello Mu’awiyah no insistió en que el Imam realizara el juramento a Yazid, postura que continuó así hasta la muerte de Mu’awiyah.
Por fuerza y necesidad Imam al-Hussain (P) tuvo que soportar estos días y tolerar toda clase de agonías y aflicciones mentales y espirituales de Mu’awiyah y sus agentes, hasta que a mediados del año 60 d.H. Mu’awiyah murió y su hijo Yazid ocupó su lugar.
Imam al-Hussain (P) Durante el Califato de Yazid
Después del fallecimiento de Mu’awiyah, su hijo Yazid tomó la guía del gobierno islámico en sus manos llamándose a si mismo Emir de los Creyentes; quién, para estabilizar su ilegal y opresivo gobierno, decidió enviar mensajes a los célebres y personalidades musulmanes, invitándoles a que realizasen el juramento de fidelidad –bai’at– con él; para lo cual escribió una carta al gobernador de Medina en la que le ordenaba: “Haz que al-Hussain me preste el juramento, si se opone ¡mátalo!” El gobernador puso a Imam Husein (P) al tanto de lo ordenado por Yazid y poco después recibió la contestación del Imam (P) que decía:
“Pertenecemos a Dios y regresaremos a Él”. Cuando alguien como Yazid (alcohólico, jugador, sin creencias y corrupto, que no se preocupa ni siquiera por la apariencia externa del Islam), gobierna al pueblo musulmán, tendremos que hacer sonar el toque de muerte para el Islam (ya que un dirigente como éste, utilizando la fuerza del Islam y bajo el nombre del Islam, terminará con el Islam)”.
Imam al-Hussain (P) sabía que si permanecía en Medina sin reconocer al gobierno de Yazid, lo matarían; por ello, para obedecer lo ordenado por Dios, una noche, aprovechando la oscuridad, salió de esta ciudad rumbo a La Meca. La noticia del arribo de al-Hussain (P) a La Meca y su negativa a prestar juramento a Yazid, se expandió rápidamente, llegando ésta a los oídos de la gente de Kufah. Los kufis, sin demora, invitaron a al-Hussain (P), que en esos momentos se encontraba en La Meca, que viniese a esa ciudad y los gobernara. El Imam (P) envió a su primo Muslim Ibn `Aqil para que estudiase de cerca la reacción de los kufis y lo pusiese al tanto de la situación.
Cuando Muslim llegó a Kufah, se encontró con una inesperada y calurosa bienvenida. Miles de gentes hicieron el juramento de lealtad con el representante del Imam (P), entonces, Muslim escribió a Imam al-Hussain (P) que consideraba necesario que inmediatamente partiese hacia allá.
No obstante el Imam (P) conocía perfectamente a los habitantes de Kufah. Desde la época del gobierno de su padre y de su hermano sabía de su infidelidad y alevosía. Sabía que no debía confiar en el juramento que éstos habían hecho y en lo que habían prometido a Muslim, pero para completar su misión y cumplir con lo ordenado por Dios, Loado sea, decidió dirigirse hacia la ciudad de Kufah.
A pesar de que hasta el octavo día de Dhul–Hiyyah, día en que toda la gente que se encuentra en La Meca se prepara para dirigirse hacia la región de Mina y todo aquél que se encuentra en camino se apresura para llegar a La Meca, Imam al-Hussain (P) permaneció en esta santa ciudad. Cuando el Imam se enteró de que algunos seguidores de Yazid habían entrado en La Meca como peregrinos, con la misión de matarle durante los ritos de la peregrinación, con las armas que escondían bajo sus ropas, acortó los ritos de la peregrinación y en un día como éste, acompañado de su familia y seguidores, decidió partir en dirección a Irak, cumpliendo así con su deber y al mismo tiempo con este movimiento hizo saber a todos los musulmanes del mundo, que el hijo del último Profeta (BP), no sólo no reconocía al gobierno de Yazid y le rehusaba realizar el juramento de fidelidad, sino que se rebelaba en contra del corrupto hijo de Mu’awiyah. El Imam (P) puso de pie en medio de la multitud y en un corto discurso, anunció su marcha a Irak. En su discurso también declaró que podría ser martirizado, llamó a los musulmanes a ayudarle en la conquista de los objetivos que tenía en mente y a ofrecer sus vidas en el camino de Dios.
El Imam al-Hussain (P) estaba decidido a no dar juramento de fidelidad a Yazid y era plenamente consciente que podía ser matado. El era consciente de que su muerte era inevitable, dando el terrible poder militar de los Omeyas, apoyados como estaban en la corrupción de ciertos sectores, el declinar espiritual y la carencia de verdadero deseo entre la gente, especialmente en Iraq. Algunos de los prominentes hombres de La Meca salieron al paso de Imam Husein (P) y le previnieron del peligro que conllevaba la acción que estaba iniciando. Pero él les contestó que se negaba a dar juramento de fidelidad y aprobar un gobierno de injusticia y tiranía. Añadió que sabía que podía ser asesinado donde quiera que regresara o fuera. Y que abandonaba La Meca para proteger el respeto debido a la Casa de Dios y no permitir que este respecto fuera destruido, dejando que su sangre fuera derramada en ella.
Yazid, que se había enterado de la llegada de Muslim a Kufah y del juramento de lealtad que la gente de esta ciudad había hecho al Imam (P), envió a Ibn Ziyad (que era uno de los más corruptos seguidores de Yazid y uno de los más sucios partidarios del gobierno Omeya, a la ciudad de Kufah.
Ibn Ziyad, utilizando la poca fe, la hipocresía y el miedo de la gente de Kufah, con intimidaciones y amenazas los apartó de Muslim. Este fiel compañero de Husein (P) se enfrentó valientemente contra los agentes de Ibn Ziyad y finalmente fue martirizado como un valeroso guerrero (las bendiciones de Dios sean para él). Entonces –Ibn Ziyad–, incitó a la gente hipócrita y traicionera, así como a los incrédulos de Kufah, contra Imam al-Hussain (P), llegando al punto que aquéllos mismos que habían invitado al Imam (P) vistieran sus armas y esperaran la llegada de Husein Ibn `Ali (P) para matarlo.
Desde la noche en que el Imam (P) salió de Medina y mientras estuvo en La Meca, y durante el tiempo que empleó en trasladarse de La Meca hacia Karbala, hasta el momento en que fue martirizado, a veces insinuaba y otras abiertamente decía: “El motivo de este movimiento es para denunciar al gobierno de Yazid que se manifiesta en contra del Islam y para ordenar el bien –Amri bil Ma’ruf– y rechazar el mal –Nahi az Munkar–, y terminar con la opresión, la crueldad y la injusticia. Mi propósito es proteger el Sagrado Corán y revivir la religión de Muhammad (BP)”.
Esta era la tarea que Dios le había encargado y la cumpliría incluso si fuese necesario ofrecer su sangre, la de sus compañeros y la de sus hijos y familiares.
El Mensajero de Dios (BP), así como Emir de los Creyentes `Ali Ibn Abi Talib (P) y Hasan Ibn `Ali (P), anteriores guías del Islam, habían predicho en repetidas ocasiones el martirio de Imam al-Hussain (P); inclusive el día de su nacimiento, el Profeta (BP) habló de como sería martirizado, hasta él mismo, por el conocimiento (de lo oculto) que poseía como Imam, sabía que al final de ese viaje le esperaba el martirio. Sin embargo, él fue aquél quien al infortunio y a la calamidad los consideraba una generosidad de Dios, y al martirio la felicidad.
La noticia del martirio de al-Hussain en Karbala era tan conocida entre los musulmanes, que todos se mostraban temerosos por lo que sucedería al final de este viaje. Así fue como la emigración realizada por al-Hussain (P), con todos los infortunios y calamidades que tuvo que soportar, corroboró las opiniones generales acerca de su martirio. En el camino hacia Karbala dijo: “Aquél que esté listo para ofrecer su vida por el mismo motivo que yo ofrezco la mía, y esté preparado para encontrarse con su Señor, ¡que me acompañe!”.
Fue por eso que algunos de sus seguidores trataron de disuadirlo, pues ignoraban que el hijo de `Ali Ibn Abi Talib (P), el Imam (P) y sucesor del Profeta (BP), conocía perfectamente su deber y nunca desobedecería aquello que Dios le había encomendado.
Imam al-Hussain (P) a pesar de las muchas opiniones y presiones que le rodeaban, continuó su camino sin dudar en ningún momento respecto a la decisión que había tomado.
La partida del Imam no fue un acto apresurado y sin meditación. Un Imam Infalible no actúa de manera despreocupada e incauta. Por el contrario, el Imam sabia perfectamente cual era su destino y no estaba dispuesto a rechazarlo. Unas de las muestras de su conocimiento con respecto a la situación, es el hecho de haber dejado antes de marcharse a La Meca un escrito a Umm Salama, una de las esposas del Profeta (BP), especificando que el Imamato después de su muerte le correspondía a su hijo ‘Ali Zain ul ‘Abidin (P).
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