Agencia de Noticias de Ahlul Bait (ABNA) — En el mundo islámico en general, y en el sunni en particular, también hemos tenido a lo largo de la historia muchos casos de este tipo, siendo en la actualidad un ejemplo significativo de ello el auge de la ideología wahabo-sálafo-takfirí, verdadero Caballo de Troya en manos de los enemigos del Islam para intentar, desde dentro, conseguir lo que a lo largo de los siglos no han conseguido desde fuera, es decir, la destrucción del Islam.
Pero también en el mundo shi’a hemos tenido casos similares, de mayor o menor entidad, y seguimos teniéndolos en la actualidad a nivel teórico-religioso con el grupo de los que se ha dado en llamar shi’as sálafis, aunque también en el ámbito político con algunos grupúsculos.
Ejemplo de esto último es lo que está ocurriendo estos días en Iraq, especialmente en la zona de Karbalá, con los seguidores de Mahmud al-Sarji. Es curioso que generalmente en todos los casos de radicalismo exagerado, este surja de la mano de un líder carismático que confunde sus ambiciones personales y las de su ego con supuestos planteamientos políticos.
Mahmud al-Hasani al-Sarji es un Sheij iraquí nacido en 1964 que en su día fue uno de los alumnos del Ayatolá Muhammad Sadiq al-Sadr, que a los cuarenta años ya se autoproclamó Ayatolá y que en la actualidad se reivindica como la figura de mayor nivel en el mundo shi’a por encima de cualquiera de los más grandes maryas de nuestro tiempo conocidos por todos.
Políticamente se dio a conocer tras la ocupación estadounidense de Iraq, a la cual se opuso radicalmente, así como también lo hizo con los gobiernos de transición posteriores, y con todos los gobiernos surgidos tras la aprobación de la nueva Constitución iraquí.
A pesar de que al-Sarji es partidario de la teoría del Uilayat al-faqih, que es la doctrina de gobierno shi’a oficial iraní, él también se opone frontalmente a Irán y a cualquier partido iraquí, shi’a o no, que él considere que tiene relaciones con la República Islámica, como por ejemplo el Partido Al-Dawa, el Consejo Supremo Islámico de Iraq o el partido Al-Fadilah entre otros, así como a cualquier otra influencia, real o ficticia, iraní en Iraq, ya sea en cuestiones religiosas o políticas.
Esta fijación antiiraní de Mahmud al-Sarji, que parece ser el monotema de su argumentación desde hace algún tiempo, posiblemente se deba a que a pesar de compartir él la teoría política shi’a oficial en Irán, discrepa sin embargo en cuanto a la persona que debe ejercer la Uilayat, ya que él al considerarse por encima tanto del Seyed Sistani, la más alta autoridad islámica shi’a de Iraq y para muchos la más alta autoridad islámica shi’a en el mundo, como del Seyed Jamenei, el líder de la Revolución Islámica en Irán y quien encarna actualmente la figura de esa Uilayat, posiblemente piense que debe ser él personalmente sobre quien deba recaer la Uilayat al-faqih.
Durante los primeros años tras su irrupción en el panorama político iraquí fue aliado del hijo de su antiguo maestro, Muqtada al-Sadr, con quien también rompió cuando este decidió participar en el proceso político institucional iraquí, anunciando al-Sarji en abril de 2006 la creación de su propia milicia.
Sus seguidores ya han protagonizado acciones violentas y armadas anteriormente, como el enfrentamiento con los seguidores del Seyed Sistani en octubre de 2003 o el asalto al consulado iraní de Basora en junio de 2006, además de otros enfrentamientos con las fuerzas de seguridad iraquíes.
El trasfondo de lo que está ocurriendo estos días en Karbalá, que incluso ha obligado a las autoridades a decretar el toque de queda en esa ciudad siempre bulliciosa y que en estos días de Ramadán se tienen que ver sus calles extrañamente vacías, se remonta a los últimos meses, y no es otra cosa que la pretensión de Mahmud al-Sarji y sus seguidores de controlar el santuario de Imam Husein (P), que ellos dicen está en manos de “los iraníes”, habiendo ya previamente realizado varias manifestaciones en Karbalá exigiendo ese control, mediante la imposición de un imam próximo a al-Sarji para dirigir las oraciones diarias en el recinto del santuario, así como que se le otorgase a Mahmud al-Sarji la responsabilidad del jutba del salat al yumu’a en el santuario de Imam Husein (P).
La gestión de los santuarios de Karbalá, tanto el de Imam Husein (P) como el de su hermano Abu Fadl al-Abbas, y la designación de las personas que deben cumplir las funciones que al-Sarji reclama para sí, está a cargo de un comité el cual está encabezado por dos representantes del Seyed Sistani; Ahmad al-Safi y Abd al-Mahdi al-Karbala'i. Este comité también es el responsable de la seguridad de los santuarios, siendo esta atendida por shi’as de diversas inclinaciones políticas.
Las pretensiones de Mahmud al-Sarji dieron lugar, ya el verano pasado, a que sus seguidores se enfrentaran con los guardianes de los santuarios, los cuales se vieron obligados a recurrir a las fuerzas de seguridad iraquíes, resultando finalmente un balance de varios muertos y casi 300 detenidos, entre los seguidores de al-Sarji.
Tras esto, el portavoz de al-Sarji, Mustafa al-Thabiti, hizo unas declaraciones en las que llamaba nuevamente a sus partidarios a estar unidos contra la “influencia iraní”, acusando a todos los miembros del Consejo de Gobernación de Karbalá de ser “iraníes” y de seguir las órdenes que les mandan desde Qom. Asimismo al-Thabiti añadió que el movimiento de al-Sarji contaba con más de 500 "buscadores del martirio" a su disposición en 10 provincias diferentes listos para morir por su causa.
Si bien es cierto que Mahmud al-Hasani al-Sarji ha contado con cierto apoyo popular en Karbala y otros lugares como Nasiriya y Hilla, sobre todo debido a su discurso populista contra la ocupación estadounidense y su postura anti iraní, también lo es que este apoyo nunca ha sido mayoritario, y que el mismo se vio menguado a raíz de algunas acciones o manifestaciones del propio al-Sarji, como el de autoproclamarse máxima autoridad religiosa o decir que él tiene trato directo con Imam Mahdi (que Allah SWT apresure su retorno).
La situación que actualmente está atravesando Iraq parece haber dado nuevo aliento a Mahmud al-Sarji para intentar conseguir su objetivo de controlar Karbala, aprovechando que las energías de todo tipo tanto del país como de la comunidad shi’a en general están centradas en la lucha contra la sublevación takfiríes-baazista y todo el complot que la rodea. El pistoletazo para este nuevo intento lo dio al-Sarji cuando recientemente publicó una carta en su página web en la que criticaba el fatua del Seyed Sistani por el que este llamó a todos los iraquíes a luchar junto a las fuerzas de seguridad contra los sublevados takfiríes -baazistias.
A partir de ahí los acontecimientos se sucedieron llegando a principios de esta semana a registrarse los primeros enfrentamientos armados entre seguidores de al-Sarji y las fuerzas de seguridad iraquíes, los cuales ocasionaron varias muertes. Tras esto los seguidores de al-Sarji comenzaron a bloquear las calles y establecer puestos de control en los accesos al distrito donde este reside, y en el que también se encuentra el santuario de Imam Husein (P), motivo por el cual en el martes se ordenó la detención del propio Mahmud al-Sarji.
Cuando las fuerzas de seguridad iraquíes pretendieron ejecutar esa orden e intentaron su detención en la medianoche del martes, fueron recibidas a tiros por los partidarios de al-Sarji, entablándose una batalla que duró 6 horas y que provocó la muerte de 45 personas, 5 de ellas entre las fuerzas de seguridad, dándose el caso de que cuando estas consiguieron llegar a la casa de Mahmud al-Sarji, él ya había huido.
Pero más allá de la legitimidad o no de la pretensiones de Mahmud al-Hasani al-Sarji, de la realidad o no de su supuesta autoridad religiosa, de la certeza o falsedad de la influencia iraní que él denuncia. Más allá de cualquier otra cosa ¿es este el momento adecuado -y la manera- en el que una persona o un movimiento con un mínimo de responsabilidad aprovecharía para reivindicar sus pretensiones, o más bien es el que aprovecharía un oportunista, como Masud Barzani en el caso kurdo, para intentar alcanzar sus objetivos aprovechando la amenaza que sufre el país?.
Aún suponiendo que el radicalismo político de Mahmud al-Sarji tuviera alguna base ¿a quien beneficia su levantamiento y el de sus seguidores, a sus supuestos objetivos políticos, o al de los enemigos comunes del Estado y suyos -aparentemente-, como son los terroristas takfiríes y los miembros del antiguo régimen baazista?
¿No es posible que los radicales extremistas que en política actúan se de cuenta alguna vez que entre el banco y el negro existen tonos, no es posible que alguna vez se den cuenta que existen prioridades, que las realidades son mucho mayores y más complejas que las ambiciones de sus grupos, o personales de sus líderes?
¿No es posible que alguna vez estos radicales extremos lleguen a comprender que el morir matando, ya sea política o materialmente, al fin y al cabo no es otra cosa que morir ellos mismos también?
La historia de la humanidad está llena de grupos y sujetos de este tipo. Jamás consiguieron nada, sólo crear sufrimiento.
Por Mikail Alvarez.
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MÁLAGA, Vie. 4 de julio (ABNA) – El radicalismo político exagerado es un fenómeno que siempre ha acompañado al devenir político de la humanidad, y que generalmente ha terminado siendo una herramienta para la involución y la contrarrevolución, precisamente en manos de quienes estos grupos o personas dicen querer combatir, sobre todo cuando estos “radicales” han tenido alguna posibilidad de proyección en la sociedad. Así en Occidente, a lo largo de la historia reciente, por ejemplo esto lo hemos podido ver en repetidas ocasiones protagonizadas por diversos grupos trotskistas o de otras facciones del comunismo.